Visitas de la última semana

domingo, mayo 18, 2008

Lluvia y sueño

Hoy empezó a llover. Fue una lluvia densa de gotas gordas y tupidas. Estaba recostado en el sillón tratando de convencerme de hacer algo de provecho. Recién había terminado de comer y ya la digestión estaba tomando el control de mis acciones. Escuché truenos. La electricidad falló. Cerré los ojos para disfrutar el aroma a tierra mojada que la lluvia arrebataba a la tierra. Afiné bien el oído para escuchar los muchos matices que la lluvia hacia al hacer contacto con las diferentes superficies: duras, blandas, lisas, rugosas, metálicas, orgánicas…

…Me encontraba en una calle que no conocía. Veía pasar gente desconocida. Levanté la mirada para observar a mí alrededor con la intención de que mis ojos se toparan con algún punto de referencia que me sirviera de orientación. No había duda, estaba en San Onofre, en Guadalajara. Lo confirmaba la iglesia que tenía frente a mí. De repente vi a dos figuras conocidas que caminaban una al lado de la otra. Eran mi Papá y Guy que venían caminando hacia mí por la misma acera. Su paso era apresurado. Apenas alcanzó el tiempo para un fugaz intercambio de miradas como sustituto de saludo. Ambos me cruzaraban con paso rápido y firme. Yo marchaba atrás de ellos sin hacer preguntas para no entorpecer su asunto. Unas calles más adelante un conocido me detuvo para saludarme, intercambiamos algunas palabras, las suficientes para que mi Papá y Guy se adelantaran más allá de la vista. Continué adelante. Caminé sin rumbo ni estrategia definida. De alguna forma apareció en la escena Toña. Platicamos brevemente hasta que apareció Adelita. La acompañaban sus hijos Chuy y Cecy. Después de saludarnos desaparecieron…¿o fui yo el que me esfumé?...
…Me desperté sudando. La lluvia había cesado. La electricidad y yo habíamos regresado. Recordé entonces mi reciente caminata onírica por la perla de occidente.

lunes, mayo 12, 2008

Uf

El calor es sofocante. El termómetro del carro ha alcanzado hasta 44 grados Celsius en días pasados. El interior es un horno. Lo sé por que al abrir la puerta me lanza su vaho directo a la cara haciéndome patente su enojo por haberlo dejado expuesto a los inmisericordes rayos solares. El calor me obliga a bajar ambas ventanillas para que el aire menos caliente del exterior desaloje al malhumorado calor interior. La radiación que escapa del interior se me lanza al rostro como gato encolerizado clavando sus garras afiladas en las ya de por si maltratadas mejillas. No sopla viento que ayude al cuerpo transpirado a deshacerse del exceso de temperatura que lo agobia. El sol no se anda con rodeos a la hora de hacernos participes de su fogoso gusto veraniego de echar brazas a la tierra. No hay más que aguantarse.

Calle solitaria

Francisco Lopez Merino
Los Poetas de Florida (Centro Editor de América Latina)

Amo el silencio humilde de esta calle ennoblecida de árboles serenos por donde nunca pasó otra alma que no sea la del viento...las nubes se detienen a mirarla con sus ojos etéreos, y saben, por la ausencia de las hojas, si está en ella el otoño o el invierno. Amo el silencio humilde de esta calle ennoblecida de árboles serenos por donde caminé tantos domingos con mi pequeño huerto de recuerdos...Cuando yo muera, amigo, habrá quedado en esta calle lo mejor que tengo: El rosal escondido de mis penas y la música vaga de mis sueños...

sábado, mayo 10, 2008

La luna

Por Jaime Sabines

La luna se puede tomar a cucharadas o como una cápsula cada dos horas. Es buena como hipnótico y sedante y también alivia a los que se han intoxicado de filosofía. Un pedazo de luna en el bolsillo es el mejor amuleto que la pata de conejo: sirve para encontrar a quien se ama, y para alejar a los médicos y las clínicas. Se puede dar de postre a los niños cuando no se han dormido, y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos ayudan a bien morir. Pon una hoja tierna de la luna debajo de tu almohada y mirarás lo que quieras ver. Lleva siempre un frasquito del aire de la luna para cuando te ahogues, y dale la llave de la luna a los presos y a los desencantados. Para los condenados a muerte y para los condenados a vida no hay mejor estimulante que la luna en dosis precisas y controladas.

domingo, mayo 04, 2008

Recordando el 66

Recuerdo vagamente un día de octubre o noviembre de 1966 en el que iba junto a mis padres y hermanos en un autobús de pasajeros con rumbo a la ciudad de Guadalajara. Tengo guardado en la memoria una noche en particular en la que miraba a través de la ventanilla de un autobús de pasajeros las estelas de luz de los faros cortando la oscuridad de la noche. Recuerdo también la sensación cálida de protección que la familia me proporcionaba. Esa sensación alejaba de mi interior cualquier sentimiento de ansiedad o miedo por el cambio de vida que recién iniciábamos. Era para mí como adentrarme en lo desconocido con la visión de un aventurero estimulado por la promesa de descubrir cosas nuevas. Para mis padres la sensación era con seguridad contraria a la mía. De aquí deduzco que ambos eran muy valientes y que su confianza en si mismos era grande. El salto de la Soledad –una pequeñísima población rural perdida en los confines del norte Jalisco– a la capital del estado era descomunal. Estos saltos culturales requieren una capacidad camaleónica de mimetismo, de adaptación, de ingenio, de saber marchar contra corriente, pero sobre todo de trabajo y solidez de principios. En aquella noche de estelas de luces íbamos en el autobús mi padre Pedro Conchas de 41 años, mi madre María Patrocinio Muñiz de 39 años, mi hermano Gregorio de 18 años, mi hermana Josefina de 14 años, mi hermano Jesús de 12 años, yo, que en aquella noche contaba con 7 años, mi hermana Yolanda de 5 años, y mi hermano Gustavo de 2 años. Mi hermana toña de 20 años no nos acompañaba. Ella ya estudiaba y trabajaba en Guadalajara. Íbamos a visitarla de paso para posteriormente continuar a Nayarit nuestro destino final. Añoro esa época temprana de los primeros años en Guadalajara en que todos cuidábamos de todos, más concretamente, los grandes cuidaban a los chicos. Las carencias económicas eran grandes pero la unión familiar las compensaba. En el mundo, el socialismo parecía ganarle terreno a la democracia capitalista (delantera que se notaba especialmente en la conquista del especio). El Che Guevara salía de Cuba a ganar espacios para la revolución en Latinoamérica y Mao Tse Tung iniciaba la sangrienta revolución cultural en China. En EU se desarrollaba la lucha antisegregacionista con Martín Luther King y Malcom X a la cabeza. EU y la URSS median fuerzas en la guerra de Vietnam. Los Beatles estaban en la cúspide de la fama.