Visitas de la última semana

domingo, marzo 29, 2009

Viento del sur

Ayer y hoy sopló el huraño viento del sur. Se nos vino encima de súbito y sin preámbulo como ataque de felino. La hojarasca era arrebatada de las ramas de los árboles por caprichosos remolinos de aire cálido. De nada servía la terca resistencia que los árboles de mango oponían al colérico soplido, invariablemente los frutos debiluchos terminaban reventados en el suelo victimados por el continuo zangoloteo de sus ramas. Pero ni este viento temperamental le restó ímpetu a Ale y a Chuy que se fueron por segunda vez a la feria de Reforma a comer polvo mientras gritan montados en esos espantosos potros de tormento llamados juegos mecánicos.

martes, marzo 24, 2009

Compañías inesperadas

Son comunes en la colonia las conversaciones de banqueta entre vecinos. Los temas dialogados son variados y entre los más socorridos están las historias de sucesos paranormales de fantasmas y aparecidos. Por ejemplo, esta la historia de las tres vecinas que diariamente salen a caminar alrededor de la colonia. Relató a Gladis una de las caminantes que en ocasiones a las sombras que proyectaban sus cuerpos las acompañaba una inexplicable cuarta sombra. En otras ocasiones encontraban en su camino a un niño solitario y desconocido caminando en áreas poco transitadas e impropias de alguien de su edad. Claro, debo explicar que la colonia consta de 60 casas y que todos sus ocupantes se conocen entre sí a tal grado que los niños creen que todos los papás y mamás que aquí vivimos somos sus parientes (nos dicen tíos). En una ocasión en la que Kory salió a caminar de noche le contó a Gladis que vio a un niño solitario sentado en la banqueta en el extremo más alejado de la colonia que da a la laguna. El niño estaba muy tranquilo y movía los pies en el aire sobre el vacío y la penumbra que se extendían frente a él. La última peripecia le sucedió a Chuy ayer en la madrugada. Sucedió que pachis empezó a maullar en la madrugada (2 a.m.) como lo hacen todos los gatos al andar haciendo groserías con las gatas como dice Gladis. Ale despertó por el escándalo gatuno y le pidió a Chuy que la acompañara a la calle para rescatar a pachis del ardor felino mañanero. Parado a media calle frente a la casa Chuy buscaba y llamaba a pachis. De pronto empezó a inquietarse por las señales que le hacía una mano desde atrás de una verja de una casa desocupada que lo invitaba a que se acercara. Sus pies lo llevaron al interior de la casa tan rápido como el rayo. Diría Gladis: sólo el cotón le volaba. ¿Verdad o sugestión? Tal vez las vecinas veían las proyecciones de las ramas o los troncos de los árboles bajo la luz de la luna. El niño solitario tal vez era hijo de alguna familia que estaba de visita en la colonia y que decidió salir a caminar aburrido de las pláticas de los mayores. Las señales con la mano eran tal vez de algún bolo (borracho) que se equivocó de casa y que suplicante esperaba que alguien le explicara en que lugar se encontraba.

lunes, marzo 16, 2009

Los caprichos de pachis

El sábado en la madrugada me despertaron los insistentes arañazos que pachis daba a la puerta de nuestra habitación. Mediante esta señal que tiene muy ensayada nos comunica que se le cuecen las habas por salir a la calle a perseguir bichos rastreros y voladores. Me levanté con mucho trabajo de la cama y me dirigí con una verticalidad vacilante a cumplirle su enconado deseo con tal de que nos permitiera seguir durmiendo. Apenas salí de la recamara me estorbó el paso para obligarme a bajar la mirada y hacerme patente su presencia. Entonces echó carrera como loco hasta detenerse en la puerta que da a la calle. Allí esperó maullando con la cola levantada en espera que lo librara del último obstáculo que le faltaba. Al abrirle la puerta se quedó inmóvil un instante dudando en salir cosa bastante rara en él. Miré hacia adelante para buscar la razón de ese freno intempestivo y no vi nada, absolutamente nada. La razón era que una densa neblina cubría todas las casas de la colonia y la visibilidad se extendía cuando mucho a unos cinco metros de distancia. Aún dentro de este reducido radio todo se veía difuminado; como si el gato y yo hubiéramos sorprendido al creador dando las últimas pinceladas a un alba muchas veces corregida. Por fin pachis se animó a internarse con paso algo vacilante en aquel ambiente blanco y difuso. Pronto se dio cuenta de que ese material blanquecino y opaco no ofrecía ninguna resistencia al cuerpo como lo hacía con la vista y se internó en él seguro de encontrar cosas diferentes. Cuando lo perdí de vista volví a las sabanas a retomar mi sueño interrumpido, muy contento por cierto de haber sido brevemente testigo del trabajo del creador.