Visitas de la última semana

miércoles, diciembre 27, 2006

De vuelta

Por razones de trabajo he tenido este espacio en el olvido. Este año que esta a punto de expirar, fue de muchos sobresaltos. Anduve como saltimbanqui dirigido a placer por quien sabe que mano caprichosa y sin quehacer. He sido arrastrado vertiginosa e inesperadamente a profundos valles, y casi con el mismo impulso, he sido catapultado a lo más alto de sus crestas. Me ha mareado la velocidad con que he visto pasar los hechos, algunos malos y otros peores. Definitivamente fue un año de contrastes: mucho bueno y mucho malo. Al final me estoy sintiendo algo así como equilibrado; perdí mucho, pero también gané mucho. Por mencionar algo bueno, tenemos de visita a mi hermana Toña. Su visita sucedió como todas las cosas predestinadas a suceder de una forma u otra. Su visita no fue planeada, consiguió una muy buena promoción en el transporte, y yo conté con un permiso de trabajo inesperado. Hay situaciones que están predestinadas a suceder, todo se confabula, el mundo entero conspira, lo inimaginable se alinea, y aquel suceso, poco probable hace unos días, aparece ahora de pronto tocando nuestra nariz. Otro cambio al que nos estamos adaptando es a la ausencia de nuestro hijo Pedro, aunque estos días lo tenemos con nosotros. Vino a pasar la navidad y el fin de año a su colonia. Anda de aquí para allá, visitando a sus amigos y a su novia, descansando del acertijo que se le presentó por el cambio de ciudad y de escuela. Por cierto, hoy cumple 18 años y me alegra tenerlo con nosotros, ser testigo de las cosas que se están desarrollando en él. Unas buenas, como su integridad y paciencia para escuchar todas mis letanías sin emitir palabra, ni hacer las consabidas gesticulaciones de desacuerdo tan usadas por personas de su edad, cosa que agradezco y me complace. Otras mejores, como su capacidad de aceptar un NO como repuesta sin sentir que estoy conspirando o siendo injusto con él. Otras excelentes, como su capacidad de transformar sus derrotas en victorias, y su destreza refinada en convertir los comentarios desfavorables (que los hago en ocasiones a propósito) en motor de superación. Otras no tan buenas, como su falta de noción del tiempo, tan relativo para él como lo es para la física de Einstein, y otras de plano nada buenas, como su poca inclinación a la lectura, o su terrible, horrorosa y lamentable caligrafía.