Visitas de la última semana

domingo, junio 27, 2010

Adiós copa Sudáfrica 2010

Como siempre, las circunstancias conspiraron para que la selección mexicana se estrellara una vez más en el muro del cuarto partido ahora representado por la siempre favorita selección de Argentina. Sé poco de futbol pero con eso me bastó para entender que la selección mexicana hubiera tenido mejor desempeño en Sudáfrica abriendo los partidos con Chicharito, Barrera y Guardado. El técnico Javier Aguirre pecó de soberbia al empecinarse con su terquedad (como suele suceder a personas de éxito) de alinear a franco y dejar fuera a Guardado y al Chicharito. La prueba está en que el Chicharito anotó dos goles en este mundial jugando poco más de 90 minutos y Franco no anotó ninguno jugando poco menos de 270 minutos. El principio de la eliminación de la selección mexicana comenzó con la derrota ante el seleccionado de Uruguay, y este partido se perdió por la desatinada alineación con la que el Técnico Javier Aguirre inició este encuentro. Ni modo, ahora hay que esperar 4 años para intentar escalar otra vez la cabalística muralla que representa para los futbolistas mexicanos y sus técnicos este cuarto partido.

martes, junio 22, 2010

Entre el 60 y 66 Parte II

Estoy en el campo. Camino por entre los claros que dejan los matorrales. No veo árboles grandes solo arbustos que se extienden más allá de donde mi escasa estatura me permite mirar. Cada una de estas matas está formada por mazos de varas rectas y delgadas que se separan unas de otras conforme crecen. A lo largo de estas varas fuertes y flexibles se desprenden otras mas delgadas que están llenas de hojas pequeñas y ovaladas de un color verde pálido. De lejos los matojos parecen grandes escobas de bruja sin palo sembradas ahí para mimetizarlas con el entorno. El fuerte olor que desprenden las hojas de estos arbustos larguiruchos (su altura es mayor que mi estatura) no corresponde a su tamaño, pero es gracias a él que se conoce alrededor del mundo. Es orégano y crece en forma silvestre en esta vasta meseta en la que camino. Aún hoy día conservo fresco el recuerdo de la forma en que era cosechado por los lugareños. Se cortaban las varas más largas por tener estas la mayor cantidad de ramitas con hojas. Luego, las ramas eran extendidas sobre costales de ixtle (o algún accesorio similar) para después ponerlas a secar al sol durante un par de días. Una vez deshidratado, el breñal se golpeaba repetidamente con una vara para que las hojas se desprendieran de las ramas. Aún hoy, después de tantos años transcurridos desde aquellas magnificas caminatas de mi niñez, cada vez que esparzo mejorana al mondongo (menudo, pancita) que Gladis sabe preparar muy bien me transporto como por arte de magia a aquélla misma meseta en aquél lejano tiempo cuando de pequeño solía caminar rodeado de la enérgica fragancia de aquellas espigadas mejoranas salvajes.

domingo, junio 20, 2010

Entre el 60 y 66 Parte I

Estoy en medio de un robledal. Piso sobre una gruesa y acolchada alfombra formada por hojas palmeadas color ocre que asemejan huellas en barro de aves acuáticas. Camino entre rocas parcialmente enterradas. Su tamaño es variado. Algunas me llegan a la rodilla, otras a la cadera y las menos, al hombro. La mayoría de las piedras tienen en la parte inferior una capa de musgo verde negruzca y en la parte superior tienen manchas de tonalidad ceniza que supongo son restos de musgo muerto de sed y de insolación. Escaneo con lentitud mi alrededor deteniendo la mirada en los racimos de bellotas verdes que cuelgan de los encinos. Observo las semillas del roble: su forma ovoide, su cascara dura y lisa, su corona rugosa que las hace parecer pequeños trompos barrocos. Aspiro el aroma dulce del bosque y escucho simultáneamente el crepitar que produce el viento al pasar por entre la basta hojarasca de los robles. No recuerdo bien lo que vine a hacer al monte. Por la edad que en aquel tiempo tenía no creo que anduviera solo. Lo más probable es que hubiera ido de acompañante de mi papá o de algún hermano mayor en búsqueda de leña para el fogón. La leña era en aquellos tiempos (más bien en aquel lugar) el único combustible disponible a kilómetros a la redonda. Se cortaba con hacha en tramos de 70 a 80 centímetros de largo y se hacían pequeños montoncitos de 20 a 25 tramos (según el grosor) que luego se liaban fuertemente hasta hacer un cilindro compacto que ya amarrado llamábamos tercio. Luego se cargaban sobre un burro quedando repartidos de a dos tercios de cada lado del animal.

jueves, junio 10, 2010

Conversación 1

Octubre de 1966 fue la primera fecha significativa en mi vida. Tenía entonces 7 años y 11 meses de edad. Esa fecha fue la elegida por mis padres para iniciar un cambio que daría un giro radical a la vida de sus hijos. En aquel tiempo vivíamos en la Soledad, una pequeña ranchería que pertenece al municipio de Huejuquilla el Alto Jalisco. El plan era radicar en el estado de Nayarit. De paso, visitaríamos a nuestra hermana Toña que por aquella época trabajaba y estudiaba en Guadalajara. A continuación transcribo la conversación que sostuve un día con mi hermana respecto al recuerdo que aún conservaba de esa porción de tiempo. Va como un tributo a su memoria.

20 de julio de 2007, 9:38 p.m.

¿Recuerdas en qué año llegamos a Guadalajara?

Pienso que cuando Guy tenía dos años. Él es del 64. Entonces salimos de la Soledad el último trimestre del 66. Como por octubre o noviembre.

Yo inicié la primaria en Guadalajara en el año 67. Entré en ciclo regular. Empecé en septiembre del 67.

Ya no entraron a la escuela en el 66 porque llegaron a destiempo. Entonces queda registrada la fecha: octubre o noviembre del 66.

Yo tenía 7 años cumplidos.

Yola 5, Guy 2, Chuy 12, Chepina 14

Tiernitos como dice Gladis.

Goyo 18 y Yo 19.

La familia era joven.

Mi mamá tenía 39 años. Mi papá 40.

Gracias por compartirme estas fechas tan significativas hermana.

¿Quedó registrado?

Totalmente. Tú tenías la edad que Pedro tiene ahora.

Así es.

Guy estaba de brazos.

Si, muy pequeñito. Travieso por tanto.

Yo creo que apenas se animaba a hacer solitos.

Recuerdo que una semana nos quedamos sin chivo porque el niño salió de la casa con mi cartera. Entonces vivíamos en una vecindad. Jamás la encontramos.

A puro comer tortillas con chile.

Mi mamá se puso hacer doraditas. Sólo eso había. El bebe con su sonrisa de oreja a oreja nos dejo sin comer.

Travieso el niño.

Pasamos muchas penurias.

Bastantes.

Gracias a Dios las supimos sortear porque nos queríamos mucho y éramos muy unidos. Todos trabajábamos para comer. Recuerdo que Chuy se puso a vender gelatinas. Mi papá y Goyo trabajaban en la construcción. Mi mamá cuidaba en casa a los más pequeños. Yo trabajaba en una fábrica de pantalones. Mi sueldo era de 70 pesos a la semana. Con ese dinero comíamos. Recuerdo que comíamos muchas tortillas. Veíamos el altero grande cuando mi mama las traía.

De esa época recuerdo la canción de "Hey Lupe, Lupita mi amor, yeah, yeah....."

Si, andaba de moda en ese tiempo.

Aún hoy, cada vez que la escucho recuerdo la vecindad y las penurias.

¿Recuerdas a donde llegaron primero?

Ni idea.


La colonia se llama Niños Héroes. Ahora no se por donde queda. Luego nos fuimos a vivir al Retiro.

Recuerdo que había una avenida grande en la que me gustaba sentarme a ver los carros pasar.

Estábamos en el Retiro ¿Sabes dónde queda verdad?

Ni idea.

El templo de esa colonia se llama El Padre Galván. Por cierto, en ese mismo templo se caso Marisol.

Que coincidencia. Muchas cosas han sucedido desde entonces hermana.

Muchas cosas hermano. Lo más triste es que nuestros padres ya no están más con nosotros.

Es admirable lo que ellos hicieron. Mira que decidirse a emigrar a una tierra desconocida, con gente desconocida, y cultura harto diferente.

Recuerda, el plan era irse a la costa a trabajar cortando y ensartando tabaco.

Si, aunque eso no lo recuerdo. Lo sé solo por tus comentarios.

No tenían planeado quedarse aquí. Vivir en Guadalajara se decidió rápido y sin pensarlo mucho. Ya teníamos una experiencia previa. Habíamos estado con anterioridad una temporada aquí. Deja te cuento. Llegamos a Guadalajara las familias de dos hermanas. Eran mi mamá y mi tía María. Recuerdo la casa que mi papá encontró para vivir. Estaba ubicada en la calle de Obregón. No recuerdo a qué altura. Era una privada. Nos rentaron dos cuartos. El dueño los usaba para guardar herramientas. Era un terreno muy grande en el que había, además de la privada, una huerta. Eran unos cuartos feítos, feítos. Imagínate, éramos tres familias. La tercera familia era la de Ascensión, el papá de Martin que le decían el ladeado. No sé porque les gustaba caminar en bola. Cuando llegamos a la central camionera de Guadalajara, mi papá, en lugar de alquilar un carro de sitio ¡alquiló una calandria!

Era el transporte más conocido para Él.

Habías de ver hermano ¡tres familias en una calandria! Todo un show.

Me estoy imaginando un panal de avispas, pero al revés. Nunca supe de ese viaje hermana.

Tú no pintabas aun en este mundo. Ni en el pensamiento.

Con razón no me acuerdo, ja.

De nuestra familia solo veníamos Chepina, Chuy, Goyo y Yo. Mi tía María venía con su hijo Pablo que por cierto era muy peleonero. Recuerdo que arañaba a la gente que tenía a su alcance. Tiraba arañazos a diestra y siniestra.

Pues como no iba ser. Estaba todo engentado el pobre.

Si nos hubiéramos quedado en Guadalajara en aquella época el sufrimiento habría sido menos. Otro gallo nos cantara.

Así es ¿En qué año fue esa aventura?

Supongo que unos dos años antes de que Tú nacieras. Al final del 56.

Casi diez años antes de la fecha en que todos nos mudamos.

Yo tenía 9 o 10 años, Goyo 7, Chepina 4 y Chuy 2.

Hace ya algunos años de eso. Eran una familia pequeña.

No entiendo porque mi papá no compro un terreno grande y nos quedamos a vivir aquí desde entonces.

Por prudencia tal vez.

Pero como decían antes “la querencia pudo mas”

Seguramente en aquel año no había tantos problemas con la comunidad.

En aquellos días mi memoria funcionaba al cien. Seguro hubiera estudiado. Ni modo, el “hubiera” ya no existe. Decía mi mamá “cada quien trae su sino” Mi destino fue batallarle junto con los tres hermanos que ya caminábamos bajo el sol.

Si hermana, otro gallo nos cantara.

Ya te conté pedazos de la vida de nuestra familia.

Si, hermana.

En otra ocasión te cuento, como decía mi papá, otro párrafo.

Dejemos algo para la próxima. Con esto tengo para rato.

Si hermano, escríbelo para que no se nos olvide.

Si, para que nuestros hijos y nietos se la curen como dice Gonza.

Luego te cuento detalles de la época en que vivimos en la calle de obregón. Hay mucho que contar.

Si, hermana. Deberías tratar de escribirlo tú misma.

Por ahora nos despedimos. Es hora de tu baño ¿Ok?

Si, Ale esta dale que dale con que quiere el internet. Buenas noches.

Si, ya le toca. Salúdamela.

Bien.

Buena noche.

Adiós.

Adiós.

viernes, junio 04, 2010

Resonancias de la tarde

Es viernes. La luz rojiza del ocaso está engullendo lentamente la tarde. Estoy recostado en mi viejo sofá escuchando el gorgoreo de las aves que me llega del exterior. Cierro los ojos y parece que estoy en medio de un gran aviario. Me imagino a los pájaros saltando felices de una rama a otra eligiendo la mejor fruta para comer. Otros quizá se mudan de árbol buscando nuevos compañeros o tal vez se marchan a explorar por nuevos sabores y texturas. Sobresale entre el parloteo de las aves el zumbido característico de las chicharras. Espero que anuncien lluvia. El calor causa sofoco y hace palpitar la cabeza.