Visitas de la última semana

miércoles, junio 27, 2012

Las primeras lluvias

Desde niño me ha gustado mucho la época en que caen las primeras lluvias del año. Pero no esas lluvias esmirriadas llamadas cabañuelas que nos lanzan esporádicamente las nubes secas de abril o mayo, no. Tampoco aquellas gotas orondas y huérfanas que las nubes nos arrojan como con gotero como si estubieran alimentando con maíz gorgojiento y de mal ganchete una parvada de palomas hambrientas. Me gustan las lluvias de gotas gordas que descienden muy juntitas unas de otras para caer perpendiculares a la terra como tubitos de cristal. Me gusta cuando la tierra humea con deleite como si fumara la pipa de la paz a la vez que se regocija con las partículas acuosas que le rozan y le humedecen su polvorienta y agrietada superficie. Disfruto estar de pie en el zaguán, cuando el aliento tibio y húmedo del viento nos jadea su ventolera mojándonos la cara con los hilos líquidos que va juntando en su anárquica carrera. Me estremezco cuando las nubes truenan con su escandaloso parloteo, cuando el relámpago hiere el aire y en algún apartado lugar de la tierra un ser vivo es vaporizado por el destello poderoso e inmolador en beneficio de los demás. Me gusta la canción que el viento entona cundo sopla entre las ramas de los arboles haciendo que los granos acuosos tamborileen miles de hojas danzarinas a la vez ¡Qué alegría! ¡Que frescura! ¡Que aroma! ¡Que paz!

viernes, junio 22, 2012

La reanudación

Estoy de regreso en esta bitácora después de dos meses de forzada ausencia. La razón causante de este involuntario abandono fue que mi fiel partidaria PC que es como mi lazarillo cayó víctima del exceso de trabajo que su ingrato compinche (o sea yo) le había venido acomodando tiempo atrás. Ante la insensible y mula actitud del que escribe como única respuesta a sus multiples y muy evidentes desfallecimientos, mi leal colaboradora no aguantó más y un buen día se apagó y no encendió más. Ahora ya recuperada y restablecidos nuevamente nuestros viejos vínculos de amistad volvemos pues sin demora a las andadas. Muchos son los acontecimientos que el destino tuvo a bien dejarnos como obsequio durante estos dos meses de alejamiento, unos buenos, y otros no tanto. Uno de los buenos fue sin duda disfrutar tres semanas de vacaciones, dos de las cuales las ocupamos para viajar a Guadalajara y asistir a la largamente esperada graduación de Pedro. Otra fue el de haber tenido la oportunidad de convivir con mis hermanos y sobrinos que tenía tiempo de no ver. Otra buena cosa fue coincidir con todos los hijos en aquella ciudad, suceso no siempre fácil de lograr. De las malas ni les cuento; ya tendrán ustedes suficiente con las propias.