Hoy, como cada fines de semana, estamos en la colonia las Garzas. Los mangos victimados por las ráfagas de las últimas lluvias se encuentran esparcidos en todo el jardían, cubiertos la mayoría de ellos por una alta y densa capa de hierba resultado de varios días de abandono. Desde que Gladis descubrió una piel seca de una pequeña serpiente debajo de la gardenia, su recelo a la creciente maleza se ha venido incrementando como es natural y característico en ella. Esta mañana llegó de Reforma con su hermano Martín decidida a terminar de una vez por todas con la amenaza escondida en el tupido matorral. Yo esperaba que Martín, conocedor de las tendencias de Gladis a escalar las preocupaciones, minimizara la gravedad de la situación en el remoto caso de que encontrara la serpiente ¿Que encontraste Martín? –Preguntó Gladis con aparente aplomo –una pequeña nauyaca contestó Martín como si nada. Por lo pequeña que es, supongo que la madre no ha de estar muy lejos –remató. Ya ni modo. Aunque a mí no me pareció que fuera nauyaca, en el robusto imaginario de Gladis quedó registrado con tinta indeleble el continuo acecho de una encolerizada y vengativa madre nauyaca.
Visitas de la última semana
domingo, julio 29, 2012
Ojos
Gran surtidor de formas. Fuente única de colores. Vasto manantial de luz. Depósito absoluto de certezas.
miércoles, julio 18, 2012
Fin de semana en las garzas
Este fin de semana Gladis y yo optamos por descansar en la colonia las garzas. Para mí, esta elección implica viajar (tengo que trabajar), pero para Gladis, por alguna exótica razón que se niega a revelarse completa (incluso a ella) significa "poder descansar como se debe". Y es que estando aquí, tan pronto como se tiende en su hamaca lo único que alcanza a hacer en forma consiente antes de quedarse tan dormida como osa en hibernación es encender la televisión. Esperábamos también que este fin de semana el mecánico terminara de reparar nuestra vieja camioneta, cosa que a nuestro pesar no ocurrió. La casa de las garzas tiene ya un ligero aspecto de abandono. No hay quien recoja los mangos maduros que caen del árbol. Tampoco hay nadie que retire las hojas amarillentas de la gardenia, ni quien libere a la carambola del peso de las frutas que doblan sus ramas. Tengo lástima de Pachis que lo hemos abandonado a su suerte y que cada fin de semana nos espera anhelante y hambriento a que lleguemos sin estar nunca seguro si llegaremos. Cuando estamos aquí traga con la desesperación del que se sabe perdido y se asegura de pedir siempre a Gladis doble ración de comida. No hay duda, hemos sido muy ingratos con él. Hablando de otras cosas, hoy cayó una lluvia vigorosa. Su enérgico goteo me acompañó desde Villahermosa hasta la Isla. Su chorreo intenso e incesante enturbió de tal modo el parabrisas que transformó toda certeza en molesta incertidumbre y cubrió los ineludibles charcos con un halo de inevitable temor.
miércoles, julio 11, 2012
La comunicación y sus avances
Gladis ha descubierto poco a poco que la iPad tiene un mundo de posibilidades. Se ha estado divirtiendo de lo más bonito con twitter y facebook. Es una Alicia en el país de las maravillas en que cada puerta que abre la sumerge en un nuevo espacio de fantasía en donde lo mismo se puede encontrar con la retórica de un conejo con chistera que con el fuego cruzado que muy gustosos se lanzan ladrones y policías. Ni ella ni yo nos hubiéramos imaginado cuando jóvenes que siendo más aventajados de edad (por no decir otra cosa) estaríamos siendo testigos de lo que en aquel tiempo veíamos solo en películas futuristas. En aquella época era una remotísima ciencia ficción poderse comunicar en tiempo real con imagen y voz al mismo tiempo con otra persona. Esta magia la hacía posible solo la televisión y únicamente sirviéndose de un buen amasijo de recursos: humanos y tecnológicos. Las personas que por alguna necesidad superior tenían que estar fuera de su estado o de su país en aquella época, contaban únicamente con tres míseros medios de comunicación. Estos eran por orden de economía (y por orden de dificultad): la carta, el telegrama y el teléfono. En aquellos remotos tiempo tener noticias de las personas ausentes les llevaba a los interesados desde unas pocas semanas hasta unos cuantos meses, y si el ausente era un hijo desobediente tenían noticias de él solo cuando se casaba, cuando tenía hijos o cuando se moría. En aquellos austeros tiempos cuando los medios de comunicación eran bien pocos, y los que había, requerían de la persona necesitada harto trabajo o de algunos pesos de por medio (que en aquellos años si valían), las noticias llegaban (o salían) claro está, muy a cuenta gotas. Antes, los medios de comunicación tenían pocos adeptos, y además de ser pocos, eran difíciles y caros. Por consiguiente, la información tenía que ser de calidad. Hoy, estos medios se han multiplicado, y por ser fáciles y económicos sus adeptos se cuentan por millones. Pero la información que sale de ellos sobresale por su vacuidad y por sus defectos. Ahora, Gladis acaba de descubrir la maravillosa aplicación FaceTime en su iPad y ya nadie la puede parar.