Visitas de la última semana

sábado, junio 29, 2013

Diez redondillas para Alex

1
En día soleado naciste
Cuando a San Juan se festeja
Con una ilusión añeja
A tus padres socorriste
2
Te recibió un cielo azul
Con desfile de algodones
Aunque las agitaciones
Salieran de su baúl
3
No hubo escasez presente
Todo fue muy generoso
Y en la noche, majestuoso,
Abandonaste la fuente
4
Llegaste con el solsticio
Con el cenit de abalorio
Angeles tu sanatorio
Ideal para el natalicio
5
Emergiste en Villahermosa
Antaño San Juan Bautista
De ríos y lagos provista
Y esmeralda generosa
6
Mauro, Gladis, Cielo y Juana
Los gerontoadolescentes
Caminaban consecuentes
Con el temple de campana
7
Mas grande y mas luminosa
La luna en su perigeo
Le regaló su plateo
A tu mirada curiosa
8
Se conmemora ciudad;
Conmemoración de santo,
¿Tu día coincide con tanto?
¿Convergencias de verdad?
9
El sol esta en el solsticio
La luna en su perigeo
Nacer en este alineo
Contribuirá a tu edificio
10
Y toda esta sincronía
La coronó tu abuelita
Con su nombre de Juanita
Contigo celebró el día

domingo, junio 23, 2013

Más inteligentes, más selectivos

"Estamos limitados en la cantidad de información que podemos procesar. El cerebro nos obliga a ser selectivos. Los más inteligentes son más lentos a la hora de determinar en qué dirección se mueven objetos grandes. Esta incapacidad se relaciona con la habilidad del cerebro para suprimir la información de fondo, no importante, y así centrarse en los detalles relevantes. las personas con alto CI no solamente son más rápidas al procesar la información importante, sino que son mejores al suprimir la irrelevante." explica Duje Tadin en un estudio publicado en Current Biology que leí en una nota de Muy Interesante. Así pues, somos lo que nuestros cerebros eligen ver. Pero ¿Porque eligen ver lo que finalmente vemos? Sencillo; los mueve la información que nosotros mismos les hemos enseñado.

viernes, junio 21, 2013

Escenas fugaces 4

A mi mente acuden impresiones borrosas de haber sido cuando niño, ocasional visitante de un bosque de robles frondosos y veteranos. Estas impresiones son tan sutiles y breves como los nocturnos diálogos de neón de luciérnagas en cortejo. Son destellos que aparecen y desaparecen como suspiros brotados de vitales añoranzas. Estas visiones veloces dejan siempre tras su paso estelas de recuerdos que apenas son distinguibles: la mano que se estira para alcanzar la bellota, la hojarasca que cruje con el andar de huaraches, el rumor del follaje al roce del viento suave, el embriagador perfume de la savia, nidos arrullados por copas gentiles y protectoras, troncos centenarios de cortezas agrietadas. Estos son algunos de los vestigios que me relampaguean y me inducen a pensar que caminé de tiernito en este bosque boyante habitado por murmullos de hojas verdes y trinos de pajaritos.

domingo, junio 16, 2013

Gigantes de la industria

Mi hijo Pedro me recomendó la serie de TV Gigantes de la Industria trasmitida por el canal history chanel. Puedo asegurar que las personas que tengan la oportunidad de ver esta serie de TV comprenderán el funcionamiento del mundo moderno y la alquimia que mueve a la humanidad. Todo inició a finales del siglo XIX y principios del siglo XX con personajes como Rockefeller, Morgan y Carnegie. Cada uno de los cuales fue el creador de un gran monopolio: el alumbrado con petróleo, el trasporte en trenes y la construcción de edificios con acero respectivamente. La competencia entre ellos por transformar el mundo y a la humanidad (y obtener beneficios) mediante los recientes inventos de Edison y Telsa (luz eléctrica) llevaron al capitalismo de EU a su máxima expresión. Diría que esta serie es un curso intensivo dirigido a noveles emprendedores con visión innovadora que los introducirá al terreno harto estresante del capitalismo. Hubo épocas en que los nichos empresariales abundaban y flotaban invisibles en el aire hasta que los empresarios innovadores los descubrían y los utilizaban en beneficio propio. El descubrimiento de la electricidad por ejemplo, destapó una caja de Pandora de la que surgieron decenas de nuevos nichos listos para encubar. El nicho de la luz eléctrica llegó tiernito a las manos de Westinghouse (gracias a Telsa) y a las de Morgan (gracias a Edison) simultáneamente pero por caminos y tecnologías muy distintas. La pugna de estos personajes para lograr que prevaleciera su propia tecnología sobre la de su oponente (corriente alterna contra corriente directa) revela el entramado del poder y sus productos, algunos de los cuales son riqueza, progreso y pobreza. Hubo después otros nichos que se derivaron de aquella lucha de gigantes tales como el automóvil (gracias a Rockefeller y Ford) o el aeroplano. Mi generación se benefició de la tecnología que resultó de aquellos álgidos y costosos enfrentamientos. Esta serie me recordó la novela de Ken Follett titulada La Caída de los Gigantes. En esta novela no son personas las que están en pugna sino países enteros. Ambos escenarios muestran los métodos que han sido utilizados por la humanidad desde la época de las cavernas para conseguir un fin, casi siempre el mismo: obtener beneficios y poder sobre los demás. Ahora, la revolución digital está empoderando a la humanidad como nunca a través de los dispositivos inteligentes o SMART. En la actualidad nadie esta libre de la exposición en las redes sociales, justa o injustamente. La internet y la tecnología digital es en esta época lo que la electricidad fue en el siglo pasado: fabrica productora de muchos y diferentes nichos en espera de que una mente brillante los descubra y se beneficie de ellos.

domingo, junio 09, 2013

Agua de Tabasco vengo

El sol y el agua ya empezaron su jueguito de aventarnos sus tormentas. Ya las nubes, hijas de este inestable matrimonio, se pasean altivas y orondas por el cielo de Villahermosa, sabedoras de la inquietud que provocan en las mentes acaloradas de los que nos movemos aquí abajo. Y es que uno nunca sabe el plan en el que vienen estas bañeras volantes, si como amigas piadosas o como enemigas crueles. A veces uno las contempla hechizado como aquel que espera con ilusión cándida obtener una buena catafixia con Chabelo, otras veces uno las mira con recelo como si fueran heraldos portadores de malos augurios, recordando los grandes perjuicios que han dejado en las ultimas inundaciones. Es frecuente que esta ciudad sitiada por dos ríos y a menos de diez metros del nivel del mar, tenga una relación de amor-odio con el agua. Por ejemplo, la conquista española entró por las aguas del río Grijalva. En algún lugar de sus riveras en el municipio de Centla Hernán Cortez recibió como regalo a la inteligente Malinche. Las invasiones americanas y francesas se nos colaron por la corriente de este mismo río. Las calles del primer cuadro de la ciudad llevaron desde entonces los nombres de los generales tabasqueños que protagonizaron estas primeras batallas desiguales. Ahora, conforme el nivel del agua se incrementa en las tormentas, el odio va subiendo de tono como el efecto Doppler de un sonido que se acerca. El odio arremete como furia de toro abanderillado cuando el agua entra a la casa sin la cortesía de esperar a que se le abra la puerta. Al día siguiente anda uno tan rígido como cadáver viviente de película del Santo y con el animo en jirones como si hubiera sido cortado en pedacitos con tijeras herrumbradas.

martes, junio 04, 2013

Aguas

Me gustan los días lluviosos, el aroma de la tierra húmeda y las gotas adheridas a la hierba. Me complace que la lluvia, gota a gota, termine con la arraigada vanidad veraniega del sol. Es bueno ir a paso lento por la calle para que la brisa arranque el calor que uno ha llevado pegado al cuerpo como lapa. La lluvia se parece al jardinero, unas veces limpia y poda, otras veces solo arranca. Por un lado, la lluvia nos toca con su varita mágica de hada buena y nos da prosperidad, por el otro, nos barre con su escoba de brujo malo de Catemaco y nos trae calamidad. Apenas el viernes quería que la lluvia fuera una hoja de papel llena de garabatos para poderla estrujar y botarla a la papelera. Este deseo súbito y ferviente me surgió de improviso a causa del mal rato que me hizo pasar una tormenta en un vuelo México-Villahermosa. Resulta que faltando media hora para tocar tierra, la tripulación nos advirtió a los pasajeros que pasaríamos una pequeña zona de turbulencia. Mala señal -pensé. La pequeña turbulencia pronto se convirtió en un soberbio zangoloteo, como si el aire hasta hace unos minutos quieto, se hubiera convertido en agua y estuviéramos navegando sobre las olas de un mar encabritado. Después de dos intentos de aterrizaje fallidos, y con los pasajeros con el alma desfallecida y vuelta a resucitar, el avión volvió a tomar altura de crucero para enfilar, con su lívido cargamento, a Mérida Yucatán. Los dedos dolían de tomar con fuerza los descansabrazos del asiento, los músculos de las piernas y los brazos permanecían agarrotados, la piel palidecía y los ojos se querían salir de sus órbitas cada vez que el avión caía al vacío como vagón desbocado de montaña rusa. Tratar de ver algo por la ventana a mitad de la tormenta era en vano, la nada se extendía por todas partes. Todos los pasajeros deseábamos al mismo tiempo tener la suerte de remontar la tormenta y ver el color rojo del sol desperdigado en el horizonte. La llegada a Villahermosa estaba programada para las 6:30 pm. Llegamos a las 9 pm besando la tierra como el papa.

sábado, junio 01, 2013

Escenas fugaces 3

El 30 de abril Yola etiqueto en Facebook una foto mía. Lo hizo seguramente con la intención de que este adulto mayor se recordara niño. Felizmente para mí si que lo consiguió. En esta imagen calculo tener entre seis y siete años de edad. Me aventuro a creer que fue tomada algún luminoso día entre 1965 y 1966. No he visto en mi vida otra fotografía que me muestre con menos edad que la representada aquí. Buscarla entre el tilichero de la familia sería esfuerzo vano y cansado. Los recuerdos que conservo de aquellos adorables años son pocos y brotan con escasez. Mirarme ahora de niño abrió una grieta en mi olvido por donde se coló la remembranza de una de mis recurrentes travesuras: robar los huevos de las gallinas. En aquel tiempo tenía un mapa mental preciso de las nidadas donde solían poner su huevos estas cacaraquientas aves. Recuerdo que les practicaba pequeñas perforaciones en los extremos por las que luego sorbía su contenido. No recuerdo lo que hacia después con los cascarones vacíos o si me preocupaban las consecuencias que pudieran venir después como resultado de aquella acción repetitiva. No guardo recuerdos de las probables amonestaciones de mi madre para hacerme abandonar aquella costumbre de depredador en ciernes. Seguramente las hubo porque en aquel tiempo y lugar los huevos eran artículos de trueque muy preciados. Eran como tener dinero en efectivo. Otra debilidad de aquella época era mi gusto por la leche tibia y espumosa que recién salía de la ubre de las vacas con la ayuda de las manos mágicas de mi madre. Leche que luego convertía ella misma en jocoqui, requesón y queso gracias a la alquimia heredada por mis abuelos. Como no recordar aquellas tortillas de maíz esponjadas recién salidas del comal con las que me hacia mis tacos con chile de molcajete, frijoles de olla y queso añejo. Aun me veo caminando por aquellas lomas pedregosas o recorriendo las praderas en floración hogar de las esbeltas y orejonas liebres saltarinas.