Estos últimos 4 días ha llovido con enjundia. Una hora de lluvia y otra de llovizna, y así, alternadamente durante 24 horas. He visto subir los niveles de los ríos y lagunas lentamente, como anunciando a los ribereños malos augurios. Hoy por la mañana, durante el trayecto al trabajo pude observar la inminente inundación, no pasa de 12 horas para que esta laguna pierda contención –pensé al mirar la laguna que rodea a la colonia las garzas. Y así fue, a las 2 de la tarde llamé a Gladis para saber como estaban las cosas, y no estaban nada bien. Ella estaba por salir de la casa junto con una vecina –igual de miedosa a ella –rumbo a Reforma por temor a quedarse incomunicadas. No era para menos, pues a mi regreso apenas pude cruzar los 5 vados que ya se habían formado en la carretera, único acceso a la colonia y a nuestra casa. Ya en el trabajo me habían advertido que el acceso a la colonia había sido cortado en varios puntos, argumento suficiente para acelerar el paso a casa. Antes de salir le llamé una vez más a Gladis para saber si ya había salido a Reforma con Ale –ya no pudimos salir porque nos advirtieron que el agua cruzaba ya de un lado a otro la carretera a todo lo largo de la laguna –dijo. Afortunadamente aún pude pasar, el coche respondió bien a las oleadas y estelas que nos enviaban los vehículos que venían en sentido contrario. Ya en casa, decidimos aguantar el temporal aquí mismo –no pasa de que nos quedemos incomunicados uno o dos días –dije a Gladis. Si tenemos comida para esos días no veo riesgo de permanecer en casa. La colonia esta en un lugar alto –comenté de modo de tranquilizar a esa bola de nervios en que se había convertido Gladis. Después les cuento que sucedió, por hoy me voy a dormir.