Visitas de la última semana

domingo, marzo 30, 2008

Lap top

Fuimos a Sams por una PC para Ale. Me tenía copado con su necesidad escolar que salía a relucir cada vez que le dejaban tarea y en la que urgía hacer esto o aquello en la escuela y no había como cumplir. Afrontar la situación sin una herramienta de teclas y chips de selenio se le hacía harto dificil –según ella. Luego nos dirigimos a suburbia porque Kory quería cambiara una blusa que no cumplió con la expectativa original de hacer sentir a la dueña segura con la imagen que el espejo le regresaba. Mientras Gladis, Ale y Kory se paseaban por la tienda yo me dirigí a la salida para estornudar a mis anchas porque sentía una picazón en la nariz que auguraba una seguidilla de estornudos escandalosos y salpicadores. Después de que se calmó esa sensación de comezón que con frecuencia le ataca a uno cuando tiene gripa –y que por más que uno mire al sol no sale lo que uno espera que salga –mis ojos se posaron en las nubes. Me parecía ver una pila de algodón en el horizonte bañada con el típico color rojizo que da el sol soñoliento de la tarde. Me pasó brevemente por la mente estar contemplando unas montañas untadas de una gruesa capa de nieve esperando que un teleférico cruzara por sus copas y depositara en la cima su cargamento de jubilosos esquiadores todos excitados por sentir el aire fresco azotar su cara anticipando un vertiginoso descenso por la cuesta.
-¡Papá! –grita Ale
- ¿He?
- ¡Mi mamá te está buscando!
- Ya voy dile. Necesito vacaciones –pensé.

viernes, marzo 28, 2008

Caldo de cultivo

Me siento mejor después de una semana de haber sido un caldo de cultivo de bichos maleantes y maliciosos. Ya el dolor de espalda casi desapareció y la gripa se ha vuelto más benevolente. Mis ojos ya no lagrimean y mi nariz esta contenta de permanecer libre de secreciones molestas. Fue inevitable que Gladis y Ale se salvaran de mis estornudos. Primero le llegó el turno a Gladis y un día después le tocó a Ale. Ahora ambas me reclaman con los ojos llorosos y la nariz roja y acuosa, haber convertido la casa en un foco de infección. Mientras nosotros continuamos batallando para desalojar de nuestra casa a estos huéspedes parásitos, afuera la primavera asoma su rostro sonriente, seguro para contemplar su reciente creación repleta de innumerables macuilis que tiñen el horizonte de color rosa pastel. Que magnífico escenario.

domingo, marzo 23, 2008

De poco talante

Hoy despedimos a Pedro. "Esta semana pasó muy rápido", dijo. Es verdad, a mi también se me figuró muy corta. Lucio lo invitó a pasar unos días en Lagunas de Monte Bello y San Cristóbal pero decidió quedarse en casa gesto que le agradecemos. No fui a trabajar desde el jueves. Las expectativas que tenía para este fin de semana se malograron por el dolor lumbar que me asaltó desde el domingo pasado al que se le sumó el jueves una gripa de antología. Ambas dolencia han permanecido en mi cuerpo como malos inquilinos sin dar signos de querer abandonarlo. Ale tiene todavía una semana de vacaciones. Es un beneficio extra por estar estudiando en la UAG. Kory se fue a Villahermosa a mitad de semana, señal de que las dolencias de la cirugía quedaron atrás. Mi ánimo ha sido víctima de estas circunstancias. No me ha dado por leer y mucho menos de escribir. Espero que se me compongan pronto los días.

lunes, marzo 17, 2008

Dolor lumbar

Desde ayer me empezó un dolor que se dio a la tarea de espantarme el sueño toda la noche. Mi sueño era interrumpido por un dolor agudo en la parte baja de la espalda cada vez que mi cuerpo quería cambiar de posición. A las 5 de la mañana decidí tomar acción y me levanté con mucho remilgo a tomar un analgésico. El paliativo no sirvió de mucho y las punzadas continuaron robándole tiempo a mi descanso. Me levanté aún medio dormido con la certeza que este día no iba ser muy halagüeño. Conforme las horas del día avanzaban el calor se sumaba a la conspiración de hacer más improductivo mi trabajo. De plano, hoy fue un día de achaques y de recordatorios constantes del acercamiento al medio centenar de años al que me dirijo tan rápido que “me vuela el cotón”.

jueves, marzo 13, 2008

Solo por diversión

Hoy fui a una reunión de trabajo a un conocido hotel de Villahermosa. A la hora de la comida bajamos al restaurante del hotel a llenar la tripa. Durante la conversación de sobremesa alguien relató la siguiente historia que, según dijo, sucedió hace como 15 días en alguna calle de esta ciudad.
Tres adolescentes andaban en coche un fin de semana tratando de sacudirse el aburrimiento crónico con el viento húmedo del trópico. No transcurrió mucho tiempo para que a uno de ellos se le ocurriera aprovechar el paseo para obtener, además del aire fresco, un poco de sana diversión. El pasatiempo consistía en hacer un rollo con los tapetes del coche y dar zapes con ellos a los distraídos paseantes. Esta operación obligaba al conductor a embarrar las llantas del coche en la banqueta mientras que los golpeadores sacaban medio cuerpo por la ventanilla… y zas. Me imagino al infortunado peatón volteando azorado tratando de determinar lo que pasó mientras del interior del automóvil que se aleja oye risas, muchas risas. Fue entonces que vieron adelante a un candidato ideal. Ambos adolescentes (uno adelante y otro atrás), sacaron sincronizadamente sus cuerpos del coche. De pronto, el jovencito de adelante apenas tuvo tiempo de recoger su cuerpo para esquivar el poste de concreto que se acercaba vertiginosamente a su cabeza. El jovencito de atrás jamás recordó lo que siguió. Su memoria se quedó en aquel poste de alumbrado.

domingo, marzo 09, 2008

La tía Jesusita.

La tía jesusita es la hermana mayor de mi mamá. No la conozco. Si alguna vez la miré lo hice a una edad tan temprana que sus facciones ya fueron erosionadas por el tiempo. Ignoro si aún vive, si así fuera, tendría ahora una edad muy avanzada. Su vida estuvo siempre rodeada de misterio y de silencio, al menos para mí. Pocas veces oí mencionar su nombre en las conversaciones que mi mamá sostenía con sus hermanos. Asimismo, mi mamá platicaba poco de ella con nosotros. Parecía como si ella misma hubiera estado imposibilitada por alguna razón desconocida a tener noticias de su hermana. Lo que mi madre sabía de mi tía, supongo, eran las noticias que llevaban a su casa los visitantes y amigos comunes. Por el escaso conocimiento que mi madre parecía tener del tema, era evidente que los vínculos comunes con mi tía fueron extremadamente escasos. Recuerdo que el año en que murió mi madre, asistieron a su sepelio solo dos de sus tres hermanos vivos (de siete que originalmente fueron), mi tío Antonio y mi tío Encarnación. El hermano ausente fue precisamente la tía Jesusita que en aquél tiempo, según lo afirmó mi tío Encarnación, continuaba con vida. Hace unos tres años tocó el turno a mi tío Encarnación, el cronista de la familia, de embarcarse con Caronte al reino de Hades. Su deceso fue una pérdida lamentable porque hace muchos años, cuando nuestra familia era joven, cada que mi padre se veía obligado a salir de la casa Él tomaba el papel de figura paterna. Este fuerte vínculo entre Él y nosotros fue mantenido y fomentado por mi madre quién siempre le guardó un especial agradecimiento y cariño. Además de la irreparable pérdida física de mi tío, la familia perdió junto con Él todo el legado de información genealógica que guardaba en su prodigiosa memoria. Hace un par de años visité al único sobreviviente de los hermanos Muñiz Camacho, mi tío Toño. No quise dejar pasar la oportunidad (quizá la última) de escudriñar un poco en el pasado de mi tía Jesusita y la razón de su casi nula relación con sus hermanos y descendientes.

Pues mire Mario, la cosa estuvo así. Mi hermana fue robada (raptada). Fue separada violentamente del seno familia por el sujeto que ahora es su esposo. Así eran antes los usos y costumbres. Ella no eligió a su compañero, más bien, su compañero la escogió a ella. Su vida ha sido de callado sufrimiento y de total sometimiento. Su esposo era extremadamente celoso y tenía una reputación cabalmente comprobada de malo. Llegaba a nuestros oídos que la golpeaba aún estando embarazada. Dejamos de visitarla para evitarle más problemas con Él. Nuestras visitas furtivas nunca fueron bien recibidas en su casa, no por causa de ella claro está, más bien esta reticencia fue motivada por las constantes amenazas que Él le hacía a ella a causa de esto. Por consiguiente, las visitas poco a poco se fueron espaciando hasta suspenderse totalmente con los años. Después llegaron los hijos, por desgracia, con el mismo carácter que el de su padre. La relación de esos hijos con su madre, fue la misma que ellos vieron y aprendieron de su padre.

Con absoluta certeza de que jamás la conoceré, lanzo este recuerdo a la red, igual que un náufrago lanzaría una botella al mar, con la secreta intención de que llegue a un modem lejano, y que un macho joven, celoso y maleante lo lea y se de cuenta cabal de lo que ocasionará su aberrante estupidez y animalismo.

8 de marzo, día internacional de la mujer.

viernes, marzo 07, 2008

La miseria

Estos días me han pesado como plomo. Esta ancla me ha restado impulso para escribir. El cansancio me cierra los ojos. Me aguarda al acecho en cualquier lugar esperando un pequeño descuido para darme con un palo en la nuca y mandarme sin escalas al mundo de las imágenes oníricas. Salida de este mundo de sueños me pareció que venía una familia que cruzó por mi camino hace unos días. La mujer era enjuta, de muy pocas carnes, puro hueso envuelto en pellejo, como de treinta años. Tenía el pelo hirsuto y enmarañado, a todas luces alejado de peine o cepillo. Su ropa era sencilla y deslucida, síntoma de una exposición prolongada a las inclemencias del tiempo. Su cuerpo encorvado tenía signos de haber llevado por mucho tiempo (quizás desde nacimiento) el lastre de la pobreza. Además de ese peso invisible que su espalda llevaba, en su regazo había un niño de mirada triste y dócil, de cabeza grande y cuerpo pequeño, señal de desnutrición añeja. Ella estaba parada en la banqueta viendo con tristeza y desaliento el ir y venir de su pareja. El hombre de cuerpo seco, esquelético, como de 35 años, evocaba la imagen de una bolsa de papel de estraza sin aire, como si alguien sin escrúpulos hubiera sorbido con popote su contenido dejado el contenedor a merced del viento. Se paseaba de aquí para allá como guiado por unas manos caprichosas, siempre con una sonrisa en el rostro que más parecía una máscara esculpida por el sufrimiento que un sentimiento de verdadera emoción. Con una actitud sumisa y aquella mueca petrificada en las comisuras se acercaba solícito a las personas que se arremolinaban en la cervecería con el fin de comprar un six para el camino. Su cara joven tenía la apariencia acartonada de una momia milenaria y su risa permanente mostraba sendas ventanas obscuras que denotaban la ausencia de muchos dientes. Su pelo era lacio y estaba aplacado con una buena dosis de aceite que lo mantenía relamido y pegado al cuero cabelludo. Alrededor de la mujer y totalmente ajenos a la batalla que por la sobrevivencia libraba el hombre, completaban la escena dos niños vivarachos y saltarines. Sus semblantes inocentes, serenos y despreocupados contrastaban con los surcos de preocupación dibujados en la frente de su famélica mamá. Los niños se divertían totalmente sustraídos al drama que se desarrollaba a su alrededor y del cual formaban parte sin querer. Por un momento vi los ojos de la bestia y su enorme hocico amenazante me gruñó como si mi estupor amenazara su alimento. No, no fue un sueño, solo fue que el mastín de la pobreza.me miró muy feo.