Visitas de la última semana

martes, diciembre 31, 2013

Conversaciones triviales

Habíamos estado posponiendo la compra del pastel para el cumpleaños de Pedro desde el 27 de diciembre. Hoy fue el día elegido para comprarlo. No hubo una razón de peso. Finalmente su día de cumpleaños ya había pasado. Pudo haber sido cualquier otro día. Lo compramos de chocolate en "la casita azul" de plaza las Américas. No hubo velas en ese lugar y tuvimos que ir a comprarlas al chedrahui que está en la misma plaza. Entramos a la tienda, y como a diez pasos adelante:

Yo. Preguntemos por las velas a esa muchacha que estiba cajas de leche.
Gladis. Esa no sabe.
Yo. ¿Como haría para concluir que no sabe? -pensé.

Caminamos como diez minutos entre los pasillos de la tienda desparramando la mirada a derecha e izquierda buscando las velitas hasta que nos topamos con otro dependiente. A la pitonisa Gladis le sobrevino la revelación de que este sí sabía.

Yo. ¿Como llegaste a la conclusión de que este sí sabía?
Gladis. "Respuesta ininteligible".
Yo. Hea! Vamos al mismo lugar por el que entramos. Estoy seguro de que aquella joven bien pudo habernos dicho lo mismo que nos dijo éste con la diferencia de que nos hubiéramos ahorrado algunas docenas de pasos.
Gladis. Mutismo total.

Al volver al lugar por el que entramos, observé que la joven seguía estibando cajas de leche. Se me ocurrió comprobar mi hipótesis.

Yo. Disculpe señorita, ¿Puede usted indicarnos el lugar donde están las velitas para pastel?
Señorita. Ahí -apuntó con su dedo índice señalando un lugar diez pasos adelante.
Yo. ¿Ya ves que sí sabía?
Gladis. Pues fíjate que no estoy nada acongojada por saberlo.
Fin de conversación.

Es por mi conocido que a Gladis le retintinea el hígado costurar los botones que se desprenden de la ropa. Conversación en el carro:

Yo. ¡Mira! Se le está desprendiendo el botón a mi camisa ¿Te sabes las golondrinas?
Gladis. No.
Yo. Bueno, la tendré que cantar solo. Aaaa dóooondeeee iiiiiráaaas, veeeelóooz y faaaatigaaaaaaaada....

Mientras yo cantaba a todo pulmón mi postrero adiós al botón, Gladis, calmosamente, terminó de deshilarlo de la camisa. ¡Bravo!, surtió efecto mi pulla mezclada con chistorete -pensé. Ya libre el botón de su última atadura, la manita dulce y angelical que lo sostenía, lo lanzó con mucha enjundia por la ventanilla.

Gladis. Ya le habías cantado las golondrinas ¿qué no?
Yo. Si, estoy contento porque a este botón si logré despedirlo como dicta la ortodoxia.
Gladis. No te podrás quejar pues.

lunes, diciembre 30, 2013

De antro

Pedro y Alejandra se fueron de antro ayer como siempre sucede cuando Pedro nos visita. El antro seleccionado esta vez fue Dbar. Alejandra llegó echando pesticida matarratas contra ese tugurio de mala muerte. Según supe, la razón fue porque un tipo de alma simiesca y corazón de hiena, de esos contratados por los antros para deshacerse de los mala copa, ordinariamente conocidos como sacaborrachos, sacó a empellones a la calle a su amigo gay, sin causa aparente. Queda la duda si el can cerbero obedecía las reglas del propio Hades, que sería a todas luces ilegal, o si era como suele suceder, alguna atribución auto impuesta por algún gen recesivo de su antepasado Neanderthal. Vaya usted a saber. Lo imperdonable del caso es el repugnante tufo discriminatorio de esta acción en una ciudad donde la mayoría de sus habitantes tienen una herencia honrosamente indígena que respetaba la diversidad sexual. Dicen los entendidos freudianos que la homofobia aparece cuando al afectado le atormenta el miedo obsesivo a declararse gay, porque lo es en grado superlativo. Sabe. Conozco personalmente al amigo de Alejandra y lo que puedo decir del él es que es una persona excelente, extrovertida, inteligente, buen conversador, con sólidos principios éticos, y sobre todo, incapaz de ofender a nadie. También para Pedro resultó una noche de mal sueño. Perdió su celular. En esto, el perro de tres cabezas, custodio de Hades, no tuvo vela en el entierro. Todo lo que diré de este artefacto es que no era una bagatela. Apenas se recuperaba del golpe recibido por la descompostura de su Mac, que pereció víctima de ahogamiento en algún líquido extraño, cuando le sobrevino este otro porrazo etiquetado con la advertencia nomeolvides. Ni que decir cuando ni pío dijo él mismo. Bueno, esto último es un decir. Reconozco que sí le dije sus cositas. Aunque honestamente debo admitir que la atención que logré fue tan efectiva como la conseguida con un niño que juega candy crush. Su mente divagaba apurada tratando de dar con el lugar en el que se pudo haber escondido su USB. Si, para variar. No, pues así como. Ahora está muy quietecito; autoflagelándose con azotes de trabajo. Esta tan de pico caído que ni de comer se ha acordado. Esto, para quién lo conoce, describirá su estado de ánimo con santo y seña.

miércoles, diciembre 25, 2013

Navidad en la Soledad

Hoy estuve recordando las Navidades en la Soledad (municipio de Huejuquilla el Alto) Jalisco. Entonces tendría entre 4 y 5 años. Imagínate un lugar sin revistas, periódicos, radios, televisiones, electricidad, automóviles, bicicletas, calles, comercios, dinero, telégrafos, correo, libros, ni nada de lo que hoy tiene cualquier pueblo de quinientos habitantes. Un lugar apartado, con llanos tapizados de flores violetas y amarillas, barrancas y florestas. Con pequeñas parcelas sembrados de maíz. Con magueyes, nopales y huizaches. Con caballos, mulas, burros y aves de corral ¿Ya lo tienes? Entonces ya estás en la Soledad. Tener un chicle o un dulce en la boca era en aquel lugar una verdadera fortuna y una absoluta delicia. A esa edad había comido plátano una sola vez (apenas una porción pequeña) y su sabor y textura me habían dejado prácticamente noqueado y escuchando piar a los pajaritos alrededor de mi cabeza. Las noches de diciembre son frías en la Soledad. El aire y el agua muerden. Las pilas de agua reciben la tenue luz del alba a través de una tecata de hielo delgada formada bajo la influencia del vaho frío de las sombras. A las ocho de la noche todo es obscuridad y silencio. Sólo las llamas del ocote abren un portillo en la negrura a través del cual sólo se observan las siluetas y los contornos de los cuerpos de los familiares. El único ruido que se escucha en el ambiente de penumbras apretadas es el crepitar que la flama arranca al ocote mientras que este llora gotas de recina. La flama mortecina del ocote tiene la gallardía de producir más humo que luz. Esta gallardía atiborra las fosas nasales de hollín y hace lagrimear los ojos. La protesta airada de nariz y ojos contra la feliz flama danzarina del ocote es inmediata. Es mejor apagarla y marcharse a dormir temprano. El cielo es un enjambre apretado de luces rutilantes que da gusto ver. La víspera de la noche buena era yo un manojo de ansiedad. La expectativa del regalo que El Niño Dios me iba a dejar esa noche me impedían conciliar el sueño. Era menester dormirse temprano para que aquel tímido niño decidiera acercarse a depositar el encargo en mi cabecera. La palabra encargo es un decir. Yo nunca encargué nada. No era la costumbre.  Después de muchos trabajos para convencer al sueño de que me llevara a dar un paseito por ahí, mi despertar era una explosión de ansiedad mezclada con alegría. Entonces abría los ojos, o sentía que los abría porque igual no veía nada. Era aún de madrugada. El alba todavía no asomaba su cara roja y regordeta en lontananza. Luego, tímidamente, dirigía mi mano derecha a la cabecera de mi catre deseando con el fervor de una plañidera que mis dedos tentaran algo sólido ¡Si, ahí estaba! Mis dedos trasmitían al cerebro, locos de alegría, la información sobre la textura, forma y tamaño de lo que tocaban ¡Galletas! ¡Dulces! ¡Qué alegría! No podía esperar un segundo más. Sin hacer ruido, para no entorpecer la retirada del Niño Dios, tomaba la primera golosina. Luego la llevaba lenta y ceremoniosamente a la boca que ya ansiosa esperaba abierta la entrada triunfal de aquella primera y dulce maravilla ¡Qué delicia! ¿Deseaba otra cosa? ¡No señor! No hubiera cambiado aquella magia superlativa por nada entonces conocido. Ahora, cinco décadas después, la nostalgia me trae el recuerdo de esas noches cargadas de ansiedad y alegría como sí hubieran sucedido ayer. Hoy tengo en mis oídos el repiqueteo del eco nítido de aquellos murmullos felices cuando tocaba anhelante aquel plato que contenía un puñado de galletas de animalitos y una porción (lo que puedían agarrar cuatro dedos de la mano) de una mezcla de dulces de cacahuate y de barrilito a granel.

domingo, diciembre 22, 2013

Texto creado a partir de 12 palabras aleatorias

Existen personas cuyos cuerpos vistos de canto se parecen más a una varita de otate que a un cristiano de hueso y chicha. Cuando están de pie a la intemperie, el aire las mece como a espigas secas en un trigal. Sus cuerpos son piritas que se distinguen en cualquier escenario por las chispas de oro que producen al entrar en contacto con las miradas metálicas de los observadores. Dios y la Virgen los tiene que cuidar de imprevistas ventolinas cuando no hay asideros seguros cerca. Cuando Dios y la Virgen están muy ocupados y la ventisca los toma desprevenidos, entonces la inhalación se suspende y las varas flacas terminan estallando en un montón de astillas que luego el viento dispersará a kilómetros de distancia. Una vez levantado el vuelo, el descenso posterior no será tan controlado como se acostumbra en los aeropuertos. Además, es bien sabido que las astillas no son aerodinámicas, ni tienen tren de aterrizaje, ni un piloto que las dirija. No habrá puentes ni escaleras en el cielo en donde puedan recuperar el aliento o descansar del vuelo que se les impuso a la fuerza. Tampoco habrá manera de taparse los ojos y las orejas con apenas dos manos flacas para salvarse del vértigo y del silbido del viento de las alturas. Lo deseable será posarse de nuevo en la superficie para después juntar y pegar las astillas que estarán dispersas en la distancia. En situaciones de verdadero peligro, la mente se sumerge en recuerdos baladíes como por ejemplo, en lo ceñido del traje que se mandó hacer con la modista, o la visita pendiente que se tiene con el dentista. Cualquier burbuja que la mente creé para defenderse de la amenaza, por chalada que esta sea, será en general bien recibida siempre que actúe en defensa y beneficio del infeliz desarraigado. En situaciones de riesgo no existen rejas para la mente. Podrá perder el control para gobernar el cuerpo, pero jamás perderá la habilidad de generar ideas o dejar de sumergirse en el océano interior de fantasías hasta encontrar una salida viable o morir en el intento.

domingo, diciembre 15, 2013

Gladis y la lluvia

Hoy amaneció y anocheció lloviendo. Fue un día de agua. Gladis estuvo todo el día inquieta. Los que la conocemos sabemos de su aversión a que se le moje la ropa mientras la trae puesta; aversión que casi raya en la fobia. Por otro lado está su necesidad diaria de ejercer su libertad y satisfacer su gusto jacalero. Y es que después de dos o tres horas continuas en la casa a ella le empieza a dar escozor. Va y viene por todos los rincones de la casa; hace y deshace aquí y allá buscando el ensalmo que alivie la alergia que le produce la casa. En esos momentos procuro no entorpecerle el camino ni sacarla de sus profundas cavilaciones si no quiero convertirme en diana de sus filosos dardos que algunas veces acostumbra embadurnar en curare. Esta vez, como no amainó el agua en todo el día no hubo más remedio que permanecer en casa. Entonces la limpió a consciencia. Restregó sus pisos con muchos bríos como queriéndoles sacar sangre. Mientras lo hacia parecía pensar "si tu me quieres fregar, antes yo te friego a ti". Ahora la casa luce impecable, ordenada; nada hay fuera de lugar. El arbolito de Navidad, que casi toca el techo, luce ahora soberbio con sus esferas moradas que multiplican por diez las luces de los foquitos. La humedad que dejo la lluvia desprendió el aroma a bosque que el pino guarda en sus agujas inundando la casa con su estupenda fragancia de fresca naturaleza.

domingo, diciembre 08, 2013

El maestro Fer

No se por qué motivo recordé hoy al maestro Fer. Este hombre de edad avanzada que arañaba, en mis tiempos de facultad (primer semestre) los 70 años, que tenía el cuerpo enjuto y espigado, y unos huesos sin acompañamiento de carne, era mi maestro de física. Su caminar lento y algo enroscado hablaban de su amor por la docencia y de su afán por hacer digerible la repelente sopa de fórmulas a su inapetente estudiantado. Era atento, bromista, y rebosaba jovialidad. Sus clases eran una auténtica delicia porque sabía convertir la pesada jerga pragmática de la mecánica de la física en auténticos relatos hilarantes llenos de fantasía. Por ejemplo, empezó el semestre diciendo "todos sabemos que la constante gravitatoria terrestre es de 9.81 metros sobre segundo al cuadrado ¿verdad? Siiiii, gritamos en coro todos. Bueno, pues a mi no me gusta el engorro de los decimales así que en esta clase vamos a suponer que la velocidad a la que cayo la manzana del manzano, y que le reboto a Sir Isaac Newton en la cabeza fue de diez metros sobre segundo al cuadrado ¿alguna objeción? Nooooo, contestamos todos en coro". Cerró el tema diciendo "mi experiencia escolar me ha enseñado que con esta suposición no causaremos la caída de ningún cohete o no erraremos un alunizaje, así que manos a la obra" Todos entusiasmados, tomamos el lápiz, abrimos el cuaderno de notas, orientamos la calculadora, y nos dispusimos a calcular el movimiento parabólico con el reciente valor descubierto de la gravedad. Fer era un entusiasta fan de la fotografía. Tenía muchas cámaras fotográficas de distinto modelo. Una vez, mientras mostraba un artefacto que parecía una pistola de rayos láser sacada de una película de ciencia ficción de los años 60 dijo "muchachos, este modelo de cámara fue llevado a la luna por un Apolo". Le gustaba congelar los momentos en imágenes, ya sea en color o en blanco y negro, que después compartía con aquellos alumnos que lo solicitaban. El registro histórico escolar que hoy conservo en fotografías se lo debo a él. Desafortunadamente en ninguna de ellas apareció mi maestro. Hoy, después de treinta y cinco años, no sé qué ráfaga de viento me trajo su recuerdo, pero lo que le alcancé a pepenar lo escribí aquí. Gracias maestro Fer.

sábado, diciembre 07, 2013

Cosas que pasan

Este mes el tráfico en Villahermosa ha estado espantoso. El trayecto a mi trabajo que normalmente me lleva 15 minutos, ahora me ha llevado entre una y dos horas. Es una salvajada. Y es que al gobierno estatal se le ocurrió empezar este mes las obras viales pendientes de todo el año. Es desesperante tratar de cruzar un puente que tiene sólo un carril y hay cinco filas de vehículos queriendo atravesarlo a la vez. Y si esto fuera poco, agréguese el detalle que dicho puente desemboca en un crucero que parece un auténtico nudo mixteco. Hay sólo dos vías para ir a mi trabajo, desafortunadamente cada una tiene su puente (pigua y samarkanda), o nudo, o vómito, como se le quiera llamar. Si aquel es un nudo mixteco, este es uno de marinero. En estos embotellamientos me ha tocado ver lo peor del comportamiento humano. El carril autorizado para el cruce de cualquier puente es el que desemboca directamente en él, toda persona lo sabe, o cuando menos lo intuye. He calculado, en medio de este río caudaloso de vehículos, que sólo un tercio de los conductores respetamos esta convención civilizada. Los otros dos tercios, violando vilmente los reglamentos y el derecho de los demás, quieren arrebatar a como de lugar un espacio. Para lograr su propósito de animal depredador (con el perdón de estos inocentes animales), invaden el carril contrario para luego, cien metros más adelante, intentar meterse a la brava en la fila correcta echándote el carro encima, o bien, dirigiéndote miradas suplicantes para que los dejes incorporarse, después de que en su loca carrera de "rápido y furioso" se encuentran de frente con un trailer cuyo conductor, con una sonrisa torva de drogo, está dispuesto a darles un besito con su parachoques de metal. Me tocó apenas hace unos días, ser testigo del comportamiento escasamente humano de un conductor que manejaba una mini van tan vieja como la rueda atiborrada de gente, entre ellos muchos niños. Mientras nuestra fila estaba detenida, vi por el retrovisor que venía en sentido contrario mientras que en el otro sentido (el correcto), venía un camión de pasajeros sin traza de detenerse. Para evitar el encontronazo que seguramente el conductor del camión urbano (relamiendose los labios) deseaba, la mini van se me pegó tanto que rozó mi retrovisor al tiempo que el camión pasaba como flecha entre agudos rechinidos. Atrás de este primer camión pasó otro, y luego otro. Los niños que iban en el interior de la mini van, me miraban suplicantes con su ojito lagrimosos, su rostro entre pálido y cenizo, y los hombres y mujeres, con los ojos como platos, y sus brazos como tenazas alrededor de sus hijos, soltaban gritos roncos de terror con cada camión que les pasaba rozando. Mientras sentía lástima y preocupación por todos ellos, buscaba la cara del conductor de la mini van para dirigirle una estrepitosa y merecida mentada de madre. Entonces, empezó a avanzar mi fila y esperé a que se hiciera un espacio para que, en contra de mi voluntad y sobre mi coraje, este hijo de la ... se metiera. Pues no contento con esta terrible acción, el muy cabrón volvió a invadir el carril contrario y a los 50 metros volvió a sucederle lo mismo. Estos comportamientos merecen cárcel y revocación de licencia de por vida. Muchos mexicanos están convencidos de que violar la Ley es un derecho ¿Quien dice que sólo los políticos tienen fuero? Bueno, pues lo dice la Ley, esa misma Ley que todos violamos cada día cuando nos estacionamos en las áreas para minusválidos, cuando circulamos por acotamientos, cuando nos pasamos la luz preventiva, cuando nos estacionamos en doble fila o tapamos cocheras, cuando en carretera rebasamos por el carril de baja, y si me sigo no acabo.

viernes, diciembre 06, 2013

Cita breve

“Margueritte dice que cultivarse es intentar subir a lo alto de una montaña. A día de hoy, entiendo mejor lo que eso significa. Cuando estás en el llano, crees que lo ves y lo sabes todo del mundo: la pradera, la alfalfa y las bostas de vaca (el ejemplo es mío). Una buena mañana, coges la mochila y empiezas el ascenso. Cuanto más te alejas, más mengua lo que dejas atrás: las vacas se vuelven tan pequeñas como conejos, como hormigas, como cagarrutas de mosca. En cambio, el paisaje que descubres al subir parece cada vez mayor. Creías que el mundo se terminaba en la colina de enfrente, ¡pues no! Detrás de ésa hay otra, y otra y, un poco más arriba, aún otra. Y luego todo está lleno de colinas. El llano en donde vivías tan tranquilo sólo era un llano igual que muchos otros, ni siquiera el más grande. ¡De hecho era el agujero del culo del mundo! De camino te cruzas con algunas personas, sin embargo, cuanto más te acercas a la cima menos gente hay ¡y más frío pasas! Es una manera de hablar. Una vez coronas la cumbre, te sientes contento y muy fuerte por haber llegado más arriba que los demás. Puedes mirar a lo lejos. Pero, al cabo de un momento, te das cuenta de una tontería: estás solo, sin nadie con quien hablar. Completamente solo y minúsculo.
Y desde la perspectiva de Dios, alabado sea, probablemente tampoco eres más grande que una puta cagarruta de mosca.
Cuando Margueritte me dice: «¿Sabe Germain que la cultura aísla?», seguro que piensa en eso.
Creo que tiene razón, ver siempre la vida desde abajo debe de producir una maldita modorra.
Moraleja, permaneceré a mitad de la pendiente y contento si llego hasta allí.”

Pasaje de: Marie Sabine Roger. “Tardes con Margueritte"

domingo, noviembre 24, 2013

Mi bautizo

Soy Alex. Ayer fui bautizado a las 13 horas en la parroquia del sagrado corazón de Jesús de Villahermosa Tabasco. La comida se sirvió en un bonito lugar de la misma ciudad. La fachada del edificio estaba coloreada de naranja y beige; había música ambiental que invitaba a los presentes a arrellanarse en sus mullidos canapés azules que estaban esparcidos a lo largo de los pasillos. Fue un bonito día soleado con nubes blancas y apacibles estampadas en un lienzo azul; estaban casi inmóviles, como si el mal tiempo les hubiera reservado un espacio de calma para salvaguardarlas de los azarosos vientos del norte. El viento suave y fresco que soplaba nos acariciaba con sus manos de seda que se extendían desde las márgenes del caudal perezoso del arenoso río carrizal. Mi ropón blanco de algodón tenia una delgada cinta de brocal con rallas diagonales de colores que corría a lo largo de los ojales y lo coronaba un bonito gorro que tenía una pequeña visera con la misma cinta de brocal que adornaba mi ropón. Todo el conjunto, combinado con los chapetes encendidos de mi cara rolliza, (está mal que yo lo diga pero) me daban el aire de un niño pintado por Velazquez. Mi mamá traía puesto un vestido de seda que, gracias a los buenos oficios de la gravedad y a las bondades de la tela, estaba ausente de arrugas y dobleces. Estaba estampado con anchas rayas horizontales anaranjadas y blancas. Su pelo largo le llegaba a los hombros y le resbalaba por la espalda en graciosos rulos como simulando una cascada. Mi sonriente papá, que nos miraba a través de sus negros lentes de carey, llevaba el pelo corto como de cadete militar que, ayudado por su barba de candado, disimulaba bien su calvicie prematura. Él vestía una bonita guayabera rosa pálido que hacia juego con su pantalón blanco marfil. Para la comida se dispuso de un bufete que se acompañó con una gran fuente de postres, bocadillos y botanas, adornada (así quiero pensar yo) con una gran fotografía de este su muy sonriente y seguro servidor. Para los niños había caballetes con grandes dibujos que esperaban ser pintados con pinceles y pastillas de acuarela, o para los que preferían saltar y echar maromas, había un castillo inflado con habitaciones y atalayas. A las siete de la noches ya no quería más queso. A esa hora ya estaba realmente engentado. Mis abuelitos ayudaron a mi mamá a acarrear con todos los bártulos (mi carreola, mi moisés, mis regalos y mi gran foto panorámica -autoría de mi tío abuelo Lucio) para darnos pronto a la fuga.

viernes, noviembre 22, 2013

Mala vialidad

Pedro llegó hoy por la mañana. Tan pronto pisó home agarró calle acompañado por Gladis y Alejandra. Pasaron a ver un rato a su sobrino Alex y enfilaron después con rumbo a Reforma para visitar a su Abuelita Maty. Estuvieron de regreso como a las ocho de la noche, hora en la que por fin pude verlo. Cenamos juntos unas estupendas enchiladas bañadas con un rico mole que su abuelita le preparó. Gladis llegó quejándose amargamente del tráfico lento de Villahermosa. Desde hace como un año los embotellamientos viales en la ciudad han ido creciendo hasta convertirse en eficientes generadores de migraña. Parece que el gobierno de la ciudad inició simultáneamente todas las obras pendientes con el propósito propagandístico de mostrarnos lo cumplidores que son. Acción muy explicable y lógica si tenemos en cuenta nuestra natural inclinación de poner en duda todo lo que el gobierno y los medios de comunicación nos informan. Las obras de construcción que el gobierno lleva a cabo, combinadas con los abundantes encharcamientos que las lluvias han dejado, las reducidas y serpenteantes calles llenas de baches, el exceso de vehículos circulantes, la pírrica educación vial de los conductores y una infinidad de cafres al volante entrenados en las pistas de carreras virtuales de xbox, hacen que circular en la ciudad en horas pico sea un tormento comparable a la quemazón de pies de nuestro venerable antepasado azteca Cuauhtémoc. Ni que decir cuando todo lo anterior se conjugo con el "buen fin"; durante esta calamidad me dieron ganas de dejar el coche botado en medio de la calle y terminar mi trayecto faltante a paso redoblado.

domingo, noviembre 10, 2013

El curioso incidente del perro a media noche

Al fin tuve libre un fin de semana completo para consentirme. Después de tres semanas continuas con sable en mano y vestido de ninja warrior me toco estar en la retaguardia disfrutando el lado bueno de la vida. Estoy gozando el descanso como lo haría un pitonero después de haber combatido el incendio del pozo Tierra 123 de Nacajuca Tabasco durante toda la jornada, o como lo haría un policía comunitario del grupo de autodefensa en Michoacán después de haber terminado su guardia de trinchera: relajación total con bebida hidratante y espirituosa cerca para sacudiese el cansancio y el estrés acumulados. Cuando el tiempo y las circunstancias están a favor (esto pasa cuando la desesperación se toma un receso), por lo general me inclino a satisfacer a mi demandante curiosidad. Entonces me da por saber cosas que no tienen relación directa con mi trabajo; cosas que muchas personas considerarían algo así como orinarse fuera de la taza, puesto que la mayoría piensa y actúa como el naufrago: satisfacer el hambre y la sed, estar atentos al rescate milagroso y envidiar a los que están en tierra firme. Mis preocupaciones de ahora (y también de antes) son distintas a las del naufrago, por eso he elegido leer en este espacio de tiempo que tengo libre "El curioso incidente del perro a media noche". Es una novela de Mark Haddon cuyo titulo no impresiona a nadie pero que me ha llevado de la mano a conocer el mundo tal como lo interpreta Chritopher Boone un adolescente de 15 años con síndrome de asperger.  Curioso tema para ser tratado en una novela que no me decepcionó.

sábado, octubre 19, 2013

El ausente

No se que me pasa. Me acompaña un cansancio que no me deja marchar como yo quiero. El cansancio es mas mental que físico. Me siento como los árboles en verano que esperan con impaciencia una pequeña brisa que sacuda el polvo soporífero con que el calor tiene aprisionado su follaje. Las ideas se niegan a salir de mi cabeza como si supieran que los maestros de la CNTE estuvieran esperándolas en el umbral para cogerlas del gaznate y sacudirlas en vilo como quien quiere sacarle las monedas a una alcancía que tiene solo pancholares. Pareciera que la creatividad se me fue a Costa Rica a ver perder a la selección mexicana dejando mis ideas huérfanas ensayando sin dirección el vals capricho de Ricardo Castro. Andaban tan erradas las pobrecitas que trataban de tocar el vals con maracas, bongos y claves al ritmo de "llegaron los gorrones" de Chava Flores. Viéndolas tan perdidas quise hacer algo por ellas, así que me detuve en el primer oxxo que vi y les compré un six de bohemias bien frías para que olvidaran los malos días que les hizo pasar su director de orquesta que ha de andar rumiando todavía el marcador de 2-1 que le recetó Costa Rica a México. Parece que este remedio dio resultado. Las estoy escuchando cantar "el ausente" a capella y apenas se han tomado una. 

lunes, septiembre 30, 2013

Mexico en el agua

Circula en las noticias que las autoridades de los estados inundados no emitieron alertas previas a la llegada de los huracanes "Manuel" e "Ingrid" que dejaron dos tercios del territorio mexicano bajo el agua. Gladis y yo pasamos ese fin de semana en la colonia las garzas viendo como todo buen mexicano la pelea de Saúl el Canelo Alvarez conta Mayweather y el primer grito de independencia dado por el presidente Enrique Peña Nieto. No es de extrañar (así me sucedió a mi) que las mismas televisoras, las autoridades y la población en general estuvieran entretenidos: los primeros cubriendo ambos eventos y los segundos y terceros viéndolos con embeleso. El lunes en la tarde, día festivo por cierto, mientras nos dirigíamos en coche a Villahermosa, oí por primera vez en la radio los primeros cortes informativos que daban cuenta de la grave contingencia acuosa que se abatió el fin de semana sobre el territorio mexicano. No he sabido que la prensa, ni las autoridades, ni la población se inclinen por esta simple hipótesis que desde mi punto de vista fue la responsable del mutismo y la sordera generalizada de los mexicanos ¿Quien en su sano juicio se atreverá ahora a reconocer que el gusto de los mexicanos por las fiestas patrias o por el box fueron los responsables de tan considerables perdidas? Nadie.

martes, septiembre 03, 2013

El dolor ataca

Gladis pasó una mala noche. La atacó un terrible dolor en el abdomen que su medico de cabecera (yo mero) diagnosticó como colitis. Conversación a las dos de la madrugada: ¿Quieres que te lleve a emergencias? No. Sorbo al té de manzanilla; ¿Ya tomaste el metronidazol? No. Sorbo al té de manzanilla; ¿tomarás ahorita el metronodazol? No. Sorbo al té de manzanilla. Toma entonces ketorolaco; No. Sorbo al té manzanilla; ¿Se te olvidó ya que la ultima vez que tomé ketorolaco se me llenó el cuerpo de ronchitas?. Sorbo al té de manzanilla. Me di por vencido. Mi esposa es muy terca o se afana en conseguir el récord Guinness a la mujer mas sufridora. Yo creo que ambas. Me fui a encamar y perderme en La Isla Misteriosa de Julio Verne.

viernes, agosto 30, 2013

¿Y mi diario?

Soy Alex y me gustaría mucho que alguien me escribiera un diario para que después de aprender a leer y escribir pueda conocer los detalles y los entresijos que me dieron forma. Si a mi edad se pudiera opinar, diría que se me antoja un diario de estilo sencillo, escrito con humor y alejado de palabras complicadas. Mi diario podría empezar de la manera en que Antonio de Lara (alias Tono) empezó el suyo:

"Hoy estoy bastante contento porque he nacido. Confieso que ya tenía bastantes ganas de nacer, pues mientras no se nace, no se es nada, y yo soy una persona con muchas aspiraciones. Han venido a verme varias señoras y han dicho cosas de mi nariz, y de mis ojos y de mi pelo. Según una gorda de luto, tengo la nariz de mi padre, los ojos de mi madre y la boca de mi tía Catata. Por lo visto no tengo nada mío. ¡Mal empieza esto! Después de lavarme, cosa que me ha molestado bastante, y que no me explico, pues todavía no me he revolcado por el suelo, me han rebozado con unos polvos blancos que parecen harina, y he temido que fueran a freírme. Pero, afortunadamente, no me han frito y sigo tan crudo como el primer día.
Me habían dicho que la educación es imprescindible en el niño, y es, según dicen lo que nos diferencia de los burros. También es imprescindible en la niña, y es lo único que las diferencia de las burras. La educación también nos diferencia de los ciervos, de los conejos, de los conductores de taxi y de la tía Elvira. Un niño sin educación es, pues, una tía Elvira. (...) una de las primeras reglas de educación consiste en lavarse. Un niño bien educado debe lavarse, por lo menos, la cara. Otra regla de educación consiste en llevar casi siempre pañuelo. Las manos son también bastante necesarias para expresar nuestra educación y, por lo tanto, es muy necesario llevar siempre manos. Los pies son menos necesarios, y podemos prescindir de ellos, ya que con los pies no hacemos mas que tonterías. La cabeza juega un papel muy principal en todas las reglas de urbanidad. Se emplea para saludar, para no saludar, para decir que si, para decir que no, para comer, para beber y para llevar bigote. Por esta razón, y no por otra, no debemos prescindir de la cabeza si queremos ser unos niños bien educados"

Ya se que me dirán que esto es muy complicado y que no tendrán tiempo de escribir tanto disparate, pero, y esto se los puedo asegurar, será un regalo que después ustedes disfrutarán tanto como yo.

domingo, agosto 25, 2013

Una perspectiva diferente

Mi nombre es Dobby; por mis venas corre sangre de raza Chihuahua. Mi pelo es trigueño pálido y va siendo más claro conforme baja por mis costillas. Mi talla es larguirucha y mi alzada es algo mayor que los de mi raza; de aquí se desprenden los furtivos rumores apartheid de que la mezcla de elementos que me dieron origen no fueron todos originales. Mi carácter es alegre y lo demuestro moviendo como péndulo mi cola flaca y dura como palo que es la herramienta que utilizo cuando quiero demostrar mis emociones. Además de mi cola, utilizo también las orejas para demostrar que estoy apenado, triste, expectante o feliz. Me gusta estar con mi manada que la componen tres humanos (padre, madre e hija) y una fémina de mi propia raza con la que ando de arriba a abajo por toda nuestra madriguera. Me llevo de maravilla con la hija del matrimonio humano; ella me abraza en el día y me deja dormir en su cama durante la noche. Pero su mamá es quien nos da comida; ella esta siempre pendiente de mis necesidades y es muy buena interpretando el idioma canino; con ella me siento seguro y confortable. Ella es la única que nos saca a pasear en su carro y cuando lo hace nos abre la ventanilla para que nosotros podamos sacar la cabeza; entonces el viento nos azota y nos infla los cachetes que es lo que mas nos gusta. Tengo predilección por las ventanas; cuando nuestra familia humana nos deja solos, con dos saltos rápidos me trepo al respaldo del sillón que esta bajo la ventana que da a la calle; entonces pongo rectas mis orejas y muevo la cola para decir adiós. Antes no me gustaba quedarme solo en la madriguera y siempre lloraba cuando esto sucedía, pero desde que mi novia me acompaña ya no me importa ni me intimida la soledad. Ahora saltamos, corremos y ladramos juntos. Antes, cuando no tenía a mi novia, no ladraba. No le hallaba el gusto a ladrar como oía hacer a mis vecinos. El resto de la manada se extrañaba por este anómalo comportamiento; entonces me animaban (mamá e hija) a que yo ladrara al repartidor del agua, al repartidor del gas, pero yo no hacia caso y continuaba terco con mi silencio. Hasta oí decir alguna vez al papá que me llevaran al psicoanalista; ahora se que era ironía; así es él. El líder de la manada es el papá; cuando hago algo que no le gusta regaña como loco a todos por mi mal comportamiento; uno de mis peores defectos, lo reconozco, es orinar el piso de la madriguera en lugar de hacerlo en el orinal que nos tienen asignado; esto lo hago cuando estoy enojado. Cuando el papá entra en su dormitorio y me encuentra acurrucado en su cama con el permiso de su novia, agacho mis orejitas y le ofrezco mi grupa con la cola entre las patas en señal de sumisión y hago como que la virgen me habla. Entonces se le ablanda el corazón y me deja estar otro ratito en el calor familiar en donde disfruto mucho estar. Pasado ese ratito extra con los jefes de la manada me bajo de su cama y corro a la de su hija a pasar la noche a gusto, justo como Dios manda. Me siento muy afortunado de vivir con mi manada y tener a mi novia cerca. No pienso en el futuro porque eso no son asuntos que le importen a nuestra especie; solo espero que nada cambie y que todo se mantenga igual. Guaguá.

domingo, agosto 18, 2013

gdl 1

Los días de vacaciones terminaron hoy. Me pareció (como cada año sucede) que se esfumaron muy pronto. Llegamos el lunes de esta semana de Guadalajara en donde estuvimos 15 días. Fuimos cuatro (Doña Maty, Gladis, Pedro y Yo) y regresamos tres. Pedro se quedó. Yo regresé con una colitis espantosa que me duró casi cuatro días, gracias a los buenos oficios de una cecina que comí, al menos eso es lo que me asegura Gladis porque a su mamá le sucedió lo mismo. Afortunadamente estos 15 días alcanzaron para ver y platicar con cada uno de mis hermanos. Fueron platicas sabrosas que disfruté plenamente aprovechando el tiempo que cada uno me regaló restando tiempo a su descanso. También se me cumplió el antojo de comer en Tepatitlán las tunas coloridas, dulces y jugosas que había deseado desde hace mucho tiempo. Caminé además en la pista de la nogalera en la que solía trotar en mi época de estudiante. Esta pista no ha tenido cambios en 35 años, quizás solo un poco mas deteriorada por los deslaves producto de las repetidas lluvias. Según mi parecer la afluencia de deportistas continua siendo la misma. En la década del 70 del siglo pasado, en el lugar que hoy ocupa el edificio de la policía montada, estaban las ruinas de un antiguo edificio de adobe. Este edificio tenía la apariencia de ser (probablemente a principios del siglo XX o finales del anterior) el casco de una opulenta hacienda. Con seguridad fue muy importante en su época puesto que recuerdo que había vestigios también de una vía de tren que desembocaba hasta su meritito zaguán. En mis andanzas de adolescente pude ver excavaciones en el interior de sus tapias seguramente realizadas por buscadores de tesoros sabedores de la antigua tradición mexicana de enterrar el patrimonio familiar (oro y plata) en petacas o cántaros de barro para resguardarlos del pillaje revolucionario. En la explanada de aquella antigua hacienda en ruinas habían tierras de labranza en las que se cultivaba principalmente maíz y ocasionalmente cacahuate. Después de que el dueño del sembradío cosechaba el cacahuate me gustaba ir con mis amigos a pepener el sobrante que luego comíamos tostado o cocido. El primo Miguel (conocido hoy por mis hijos como ¡oh man!) apodado en aquel tiempo Pinocho, por poco pierde un ojo en aquellas singulares pepenas al caerse de frente sobre el cañuto seco de una caña que se le incrustó en el pómulo a escasos milímetros del ojo. En esos años, el periférico de la ciudad de Guadalajara era la avenida Plutarco Elías Calles, mas allá de la cual solo había llanos y sembradíos. Entre esta avenida y las ruinas de la hacienda, cruzaba un arrollo que en el siglo XIX debió ser digno de postales por sus aguas cristalinas, pero que en mi adolescencia se convirtió en el vertedero de las aguas negras de Guadalajara. Años después cuando la unidad tetlán llegó a sus riveras el municipio lo entubó por razones obvias de insalubridad desapareciendo en la actualidad todo vestigio de su presencia. El único vestigio que queda hoy de este arroyo es una desembocadura pestilente en la ladera de la barranca de oblatos cuyo caudal de inmundicia se incorpora al vertedero de aguas negras mayor que es el río Lerma Santiago.

domingo, julio 28, 2013

De vacas

Tenemos tres semanas de asueto para nosotros solitos. Tres semanas en las que me olvidaré de ir y venir por estas paradisiacas carreteras del sureste, que aunque amplias y arboladas, no están exentas de locos y temerarios conductores que marchan deseosos de convertirse (o lo que es peor, convertir a alguien mas) en carne molida para hamburguesa. Tengo tres semanas de vacaciones a partir de mañana lunes que pienso aprovechar en sabrosas platicas con familiares y amigos que tengo tiempo sin ver. Saldremos mañana a primera hora a Guadalajara Gladis, Pedro, mi suegra Maty y Yo sin itinerario ni ruta preestablecidos. Iremos despacio, como no queriendo llegar, con la mente liviana y festiva para hacer lo que se nos vaya ocurriendo por el camino. Si bien es cierto que en los últimos 3 años he andado mucho en carreteras, también es cierto que mi mente va siempre ocupada maquinando estrategias y planes de trabajo que dicho sea de paso, en la practica nunca salen igual de bien. En estos días venideros espero que mis pensamientos vuelen ligeros por otros derroteros menos escabrosos y volubles en los que abunden los remansos con sombrita de árbol y fruta dulce que tengan por costumbre recibir al viajero con una sonrisa franca y un buen apretón de manos. Espero que mis cinco sentidos vuelvan a exponerse a las mismas cosas que dejaron de percibir hace muchos años atrás y que por lo mismo extrañan hasta el paroxismo. Poco hay tan sencillo y placentero como comer una fruta que no se ha comido en años para que su sabor, olor y textura nos transporten como en alfombra mágica de Aladino hasta aquellos años felices de la niñez en que uno la comía escuchando las anecdóticas y amenas platicas de la familia. Sucede entonces que, después de la primera mordida (como seguramente le sucedió al padre Adán con la manzana) se le vienen a uno encima como castigo, montones de recuerdos en tropel cada cual queriendo ser el primero en hacer chispear la neurona, quien luego los convertirá, mediante la alquimia divina de las sinapsis, en una emotiva emoción capaz de humedecerle los lagrimales al mas duro y violento de los mancebos.

miércoles, julio 24, 2013

La hamaca

Les platico que en mi opinión la hamaca es un invento maravilloso. Lo descubrí hace ya varios años por mediación de mi esposa Gladis. En cada casa que hemos habitado desde que vivimos juntos invariablemente lleva la suya consigo para guindarla en la primera oportunidad en el lugar que con mucho esmero y ancestrales conocimientos elige. Esta elección sucede casi siempre antes que la primera semana concluya. Ella no considera una casa habitable (a menos que sea de paso), mucho menos alegre o jacarandosa si antes no ve colgado en su dormitorio su catre-columpio-red como lo dicta el protocolo chamula-choco-lacandon. Una vez concretada la ceremonia de montaje se toma el tiempo para contemplar su obra y siguiendo el mas riguroso estándar comprueba que la altura sea la debida, la tensión sea la correcta, la concavidad sea la ideal. En este punto hay que ver la expresión de bienestar y relajación que adopta. Su sonrisa reaparece mientras las marcadas arrugas van desapareciendo de su frente, el hambre le resurge y corre que le vuela el cotón a prepararse su imperdonable cafecito nocturno antes de descansar y deleitarse en su obra. Una vez instalada de esta forma, la hamaca está lista para convertirse en cama, sofá, mecedora, columpio o spa, al gusto del feliz usuario. La primera vez que la utilicé para dormir (de esto ya hace varios años) lo hice con el temor muy natural de abrirme la cabeza en la primera caída o con miedo a que Gladis me encontrara en la madrugada con la red liada en el cuello, todo morado y con la lengua de fuera ¿Como iba a hacer para girar cuando mi cuerpo me lo pidiera? ¿Como iba a evitar a mitad de sueño que los dedos u orejas se me enredaran entre tanto hilo delgado? En aquella ocasión el calor que hacia me empujó a tomar ese riesgo sin pensarlo demasiado. A veces el calor lo lleva a uno a cometer graves burradas como esa de bañarse en la noche con agua de tambo y con el ventilador directo en la velocidad mas alta con la terrible consecuencia que al día siguiente anda uno con una tos canija, boqueando como bagre sin agua y con los bronquios que no quieren pasar aire. Sin embargo, aquella primera noche que dormí en hamaca la recuerdo perfectamente porque fue algo completamente nuevo, muy diferente a dormir en los camastros previamente conocidos. Pero lo que mas recuerdo fue la profundidad a la que me llevó aquel sueño. Profundidad que me hizo creer al despertar que había dormido solo siete minutos en lugar de las siete horas acostumbradas.

domingo, julio 14, 2013

¿Sauna o canícula?

Estamos cruzando el tramo del año en que simultáneamente llueve y hace calor. Ahora mismo estoy escuchando el crepitar de una tupida y airosa lluvia que tunde el techo de nuestro pequeño patio con arrobada alegría. El jaleo va y viene en muy tupidas oleadas haciendo pequeñas pausas quizás para recuperar el hilo de su resuello. Frente a mi esta girando un ventilador que me lanza un soplo tan caldeado como si fuera el vaho de un doliente afectado por el dengue. Estamos en tiempo de canícula, de perros locos, cuando el sol calienta mas horas al día y nos abraza con sus extremidades de lumbre cortándonos la respiración. Las lluvias nocturnas de esta época se vaporizan tras tocar el comal de la superficie. Es aquí cuando el sauna se enciende y nos impone el baño aunque no nos toque todavía. Esta es la hora de encender los aires acondicionados, los ventiladores, treparse a la hamaca, soplarse con el abanico, bañarse con agua de tinaco o emprender cualquier acción que mitigue el fuego y termine con la amenaza de morir por una combustión espontánea.

sábado, junio 29, 2013

Diez redondillas para Alex

1
En día soleado naciste
Cuando a San Juan se festeja
Con una ilusión añeja
A tus padres socorriste
2
Te recibió un cielo azul
Con desfile de algodones
Aunque las agitaciones
Salieran de su baúl
3
No hubo escasez presente
Todo fue muy generoso
Y en la noche, majestuoso,
Abandonaste la fuente
4
Llegaste con el solsticio
Con el cenit de abalorio
Angeles tu sanatorio
Ideal para el natalicio
5
Emergiste en Villahermosa
Antaño San Juan Bautista
De ríos y lagos provista
Y esmeralda generosa
6
Mauro, Gladis, Cielo y Juana
Los gerontoadolescentes
Caminaban consecuentes
Con el temple de campana
7
Mas grande y mas luminosa
La luna en su perigeo
Le regaló su plateo
A tu mirada curiosa
8
Se conmemora ciudad;
Conmemoración de santo,
¿Tu día coincide con tanto?
¿Convergencias de verdad?
9
El sol esta en el solsticio
La luna en su perigeo
Nacer en este alineo
Contribuirá a tu edificio
10
Y toda esta sincronía
La coronó tu abuelita
Con su nombre de Juanita
Contigo celebró el día

domingo, junio 23, 2013

Más inteligentes, más selectivos

"Estamos limitados en la cantidad de información que podemos procesar. El cerebro nos obliga a ser selectivos. Los más inteligentes son más lentos a la hora de determinar en qué dirección se mueven objetos grandes. Esta incapacidad se relaciona con la habilidad del cerebro para suprimir la información de fondo, no importante, y así centrarse en los detalles relevantes. las personas con alto CI no solamente son más rápidas al procesar la información importante, sino que son mejores al suprimir la irrelevante." explica Duje Tadin en un estudio publicado en Current Biology que leí en una nota de Muy Interesante. Así pues, somos lo que nuestros cerebros eligen ver. Pero ¿Porque eligen ver lo que finalmente vemos? Sencillo; los mueve la información que nosotros mismos les hemos enseñado.

viernes, junio 21, 2013

Escenas fugaces 4

A mi mente acuden impresiones borrosas de haber sido cuando niño, ocasional visitante de un bosque de robles frondosos y veteranos. Estas impresiones son tan sutiles y breves como los nocturnos diálogos de neón de luciérnagas en cortejo. Son destellos que aparecen y desaparecen como suspiros brotados de vitales añoranzas. Estas visiones veloces dejan siempre tras su paso estelas de recuerdos que apenas son distinguibles: la mano que se estira para alcanzar la bellota, la hojarasca que cruje con el andar de huaraches, el rumor del follaje al roce del viento suave, el embriagador perfume de la savia, nidos arrullados por copas gentiles y protectoras, troncos centenarios de cortezas agrietadas. Estos son algunos de los vestigios que me relampaguean y me inducen a pensar que caminé de tiernito en este bosque boyante habitado por murmullos de hojas verdes y trinos de pajaritos.

domingo, junio 16, 2013

Gigantes de la industria

Mi hijo Pedro me recomendó la serie de TV Gigantes de la Industria trasmitida por el canal history chanel. Puedo asegurar que las personas que tengan la oportunidad de ver esta serie de TV comprenderán el funcionamiento del mundo moderno y la alquimia que mueve a la humanidad. Todo inició a finales del siglo XIX y principios del siglo XX con personajes como Rockefeller, Morgan y Carnegie. Cada uno de los cuales fue el creador de un gran monopolio: el alumbrado con petróleo, el trasporte en trenes y la construcción de edificios con acero respectivamente. La competencia entre ellos por transformar el mundo y a la humanidad (y obtener beneficios) mediante los recientes inventos de Edison y Telsa (luz eléctrica) llevaron al capitalismo de EU a su máxima expresión. Diría que esta serie es un curso intensivo dirigido a noveles emprendedores con visión innovadora que los introducirá al terreno harto estresante del capitalismo. Hubo épocas en que los nichos empresariales abundaban y flotaban invisibles en el aire hasta que los empresarios innovadores los descubrían y los utilizaban en beneficio propio. El descubrimiento de la electricidad por ejemplo, destapó una caja de Pandora de la que surgieron decenas de nuevos nichos listos para encubar. El nicho de la luz eléctrica llegó tiernito a las manos de Westinghouse (gracias a Telsa) y a las de Morgan (gracias a Edison) simultáneamente pero por caminos y tecnologías muy distintas. La pugna de estos personajes para lograr que prevaleciera su propia tecnología sobre la de su oponente (corriente alterna contra corriente directa) revela el entramado del poder y sus productos, algunos de los cuales son riqueza, progreso y pobreza. Hubo después otros nichos que se derivaron de aquella lucha de gigantes tales como el automóvil (gracias a Rockefeller y Ford) o el aeroplano. Mi generación se benefició de la tecnología que resultó de aquellos álgidos y costosos enfrentamientos. Esta serie me recordó la novela de Ken Follett titulada La Caída de los Gigantes. En esta novela no son personas las que están en pugna sino países enteros. Ambos escenarios muestran los métodos que han sido utilizados por la humanidad desde la época de las cavernas para conseguir un fin, casi siempre el mismo: obtener beneficios y poder sobre los demás. Ahora, la revolución digital está empoderando a la humanidad como nunca a través de los dispositivos inteligentes o SMART. En la actualidad nadie esta libre de la exposición en las redes sociales, justa o injustamente. La internet y la tecnología digital es en esta época lo que la electricidad fue en el siglo pasado: fabrica productora de muchos y diferentes nichos en espera de que una mente brillante los descubra y se beneficie de ellos.

domingo, junio 09, 2013

Agua de Tabasco vengo

El sol y el agua ya empezaron su jueguito de aventarnos sus tormentas. Ya las nubes, hijas de este inestable matrimonio, se pasean altivas y orondas por el cielo de Villahermosa, sabedoras de la inquietud que provocan en las mentes acaloradas de los que nos movemos aquí abajo. Y es que uno nunca sabe el plan en el que vienen estas bañeras volantes, si como amigas piadosas o como enemigas crueles. A veces uno las contempla hechizado como aquel que espera con ilusión cándida obtener una buena catafixia con Chabelo, otras veces uno las mira con recelo como si fueran heraldos portadores de malos augurios, recordando los grandes perjuicios que han dejado en las ultimas inundaciones. Es frecuente que esta ciudad sitiada por dos ríos y a menos de diez metros del nivel del mar, tenga una relación de amor-odio con el agua. Por ejemplo, la conquista española entró por las aguas del río Grijalva. En algún lugar de sus riveras en el municipio de Centla Hernán Cortez recibió como regalo a la inteligente Malinche. Las invasiones americanas y francesas se nos colaron por la corriente de este mismo río. Las calles del primer cuadro de la ciudad llevaron desde entonces los nombres de los generales tabasqueños que protagonizaron estas primeras batallas desiguales. Ahora, conforme el nivel del agua se incrementa en las tormentas, el odio va subiendo de tono como el efecto Doppler de un sonido que se acerca. El odio arremete como furia de toro abanderillado cuando el agua entra a la casa sin la cortesía de esperar a que se le abra la puerta. Al día siguiente anda uno tan rígido como cadáver viviente de película del Santo y con el animo en jirones como si hubiera sido cortado en pedacitos con tijeras herrumbradas.

martes, junio 04, 2013

Aguas

Me gustan los días lluviosos, el aroma de la tierra húmeda y las gotas adheridas a la hierba. Me complace que la lluvia, gota a gota, termine con la arraigada vanidad veraniega del sol. Es bueno ir a paso lento por la calle para que la brisa arranque el calor que uno ha llevado pegado al cuerpo como lapa. La lluvia se parece al jardinero, unas veces limpia y poda, otras veces solo arranca. Por un lado, la lluvia nos toca con su varita mágica de hada buena y nos da prosperidad, por el otro, nos barre con su escoba de brujo malo de Catemaco y nos trae calamidad. Apenas el viernes quería que la lluvia fuera una hoja de papel llena de garabatos para poderla estrujar y botarla a la papelera. Este deseo súbito y ferviente me surgió de improviso a causa del mal rato que me hizo pasar una tormenta en un vuelo México-Villahermosa. Resulta que faltando media hora para tocar tierra, la tripulación nos advirtió a los pasajeros que pasaríamos una pequeña zona de turbulencia. Mala señal -pensé. La pequeña turbulencia pronto se convirtió en un soberbio zangoloteo, como si el aire hasta hace unos minutos quieto, se hubiera convertido en agua y estuviéramos navegando sobre las olas de un mar encabritado. Después de dos intentos de aterrizaje fallidos, y con los pasajeros con el alma desfallecida y vuelta a resucitar, el avión volvió a tomar altura de crucero para enfilar, con su lívido cargamento, a Mérida Yucatán. Los dedos dolían de tomar con fuerza los descansabrazos del asiento, los músculos de las piernas y los brazos permanecían agarrotados, la piel palidecía y los ojos se querían salir de sus órbitas cada vez que el avión caía al vacío como vagón desbocado de montaña rusa. Tratar de ver algo por la ventana a mitad de la tormenta era en vano, la nada se extendía por todas partes. Todos los pasajeros deseábamos al mismo tiempo tener la suerte de remontar la tormenta y ver el color rojo del sol desperdigado en el horizonte. La llegada a Villahermosa estaba programada para las 6:30 pm. Llegamos a las 9 pm besando la tierra como el papa.

sábado, junio 01, 2013

Escenas fugaces 3

El 30 de abril Yola etiqueto en Facebook una foto mía. Lo hizo seguramente con la intención de que este adulto mayor se recordara niño. Felizmente para mí si que lo consiguió. En esta imagen calculo tener entre seis y siete años de edad. Me aventuro a creer que fue tomada algún luminoso día entre 1965 y 1966. No he visto en mi vida otra fotografía que me muestre con menos edad que la representada aquí. Buscarla entre el tilichero de la familia sería esfuerzo vano y cansado. Los recuerdos que conservo de aquellos adorables años son pocos y brotan con escasez. Mirarme ahora de niño abrió una grieta en mi olvido por donde se coló la remembranza de una de mis recurrentes travesuras: robar los huevos de las gallinas. En aquel tiempo tenía un mapa mental preciso de las nidadas donde solían poner su huevos estas cacaraquientas aves. Recuerdo que les practicaba pequeñas perforaciones en los extremos por las que luego sorbía su contenido. No recuerdo lo que hacia después con los cascarones vacíos o si me preocupaban las consecuencias que pudieran venir después como resultado de aquella acción repetitiva. No guardo recuerdos de las probables amonestaciones de mi madre para hacerme abandonar aquella costumbre de depredador en ciernes. Seguramente las hubo porque en aquel tiempo y lugar los huevos eran artículos de trueque muy preciados. Eran como tener dinero en efectivo. Otra debilidad de aquella época era mi gusto por la leche tibia y espumosa que recién salía de la ubre de las vacas con la ayuda de las manos mágicas de mi madre. Leche que luego convertía ella misma en jocoqui, requesón y queso gracias a la alquimia heredada por mis abuelos. Como no recordar aquellas tortillas de maíz esponjadas recién salidas del comal con las que me hacia mis tacos con chile de molcajete, frijoles de olla y queso añejo. Aun me veo caminando por aquellas lomas pedregosas o recorriendo las praderas en floración hogar de las esbeltas y orejonas liebres saltarinas.

sábado, mayo 04, 2013

Viento suave

El suelo amaneció húmedo y con pequeñas charcas vidriosas por aquí y por allá, indicios de que llovió mientras dormíamos. Me subí al coche y encendí el radio como todos los días. Suspire de alivio al no ver estacionado el trailer de siempre frente a la cochera. Casi siempre es el primer pinchazo al hígado que recibo luego de levantarme. Mientras conducía escuché a los locutores de radio lamentándose del calor que hacía a pesar de la lluvia de la madrugada. No les produjo la mínima gracia la bondadosa lluvia. Según su apreciación se alborotó mas el calor. Me vino a la mente la palabra bochorno: vocablo utilizado con frecuencia para referirse al sofoco producido por el calor húmedo que surge del suelo candente luego de una lluvia pasajera; tal como sucedió hoy. Ya por la tarde sopló un viento fresco con olor a humedad, circunstancia que aprovecharon los arboles para columpiar sus nidos y murmurar. Actividades muy recreativas para ellos cuando sopla el viento. Luego cayo una pequeña llovizna asustadiza que tan pronto toco tierra se desvaneció victimada por la resequedad.

lunes, abril 29, 2013

La Feria Choca

Advierto de antemano a mis queridos y potenciales lectores, que esta es lectura solo para chocos. Si no lo eres, te solicito encarecidamente que te agencies un diccionario con chocobulario incluido. Quedas advertido.

En estos días de feria tabasqueña uno busca con desespero un lugar con sombrita para aconcharse y sacudirse el agalambamiento de la calor. Pero uno se amacha tanto con querer ir a la feria al grado de armarle un soyenco pancho de anaguado a quien se quiera oponer. Claro, después anda uno por ahí babeando, rojo como un tomate y con la lengua de fuera, como cuando uno se jimba varias jícaras de pozol con harto chile amashito. Con este guatao de calor el cemento es como una fridera que le sancocha a uno canillas y carcañales. Dan ganas de guindarse de una amaca en las ramas de un cocoite y no apearse de ahí hasta que el gegen o el tábano le zumben a uno por la mollera. Luego está el apretujamiento y el batuquiadero de la gente que le pone a uno bojincho el bushón. Después de caminar un rato entre el bonchao anda uno todo cachureco con las canillas tembleques y el carcañal adolorido. El sudor le hace a uno chacualear al caminar, transformando el ensayado paso de arrecho en un desgarbado trote de cholenco cimarrón. No falta que en una de tantas vueltas se tope uno de frente con Doña Esa que habla como dando graznidos de chachalaca y empiece a cushilear hasta el cushul de su vecino Don Frijol. No encuentra uno las horas de sentarse entre cojollitos para jondearse un chorote bien frío con mucha oreja’e mico y un bushel de cuijinicuil con pinta de chanchamito. En lugar de esto anda uno todo pasmado y papujo por los rayos del sol que caen a la pelavaca dándole a uno pescozones y piñazos que se sienten como majaguazos con gruesos y nudosos chiribitos. Deverasmente, este caldeado ajetreo desguanza y desvalaga los ánimos, y multiplica el deseo de embrocarse en una pila de agua fría. El cayucao de gente que viene a la feria es variado: los hay chelos, murushos, chencos, bushones, cachurecos, chintos, arrechos, chujos, desguanzados, bojinchos, bolos, ashushados, anaguados, agalambados, chechos, ñengos, papujos, pasmados, y más. Lo peor de todo es que de tanto dar vueltas, te dan ganas de wishar después de haberte jondeado un pocao de micheladas, y no se diga si te da el ingrato pringapie después de haberte atipujado un platao rebosante de rico y excelente ajiaco. Ni hablar si comes frijoles charros, entonces deberás resignarte a los triquitraques y aventazones que te dejarán la trusa aposhcaguada, shuquienta y chejeada ¡Iche kareca! Después de esto cualquiera queda como labaza de tunca, lleno de shis a cupache. Después de turuntunear el día entero entre tanta gente y calor uno queda mas que zorimbo, tembeleque y turulato, dejando el cuerpecito toshito de entusiasmo y con tutupiches en los ojos. Con el último shishito de vigor de tanto salamerear, seco por la regasón de sudor, ajado como pushcagua de carnicero y oloroso a huevo puque, me voy ancá los amigos para retornar a casa ¡Ah diantre! Llega uno a casa sin fuerzas ni para achichiguar al misho ¡Hay ya Tú! ¡Hay mojo tileco! La energía solo alcanza para levantar el totoposte y el tajo de queso fresco y acaso una pirishada de caldito con arroz y presa en un pote muy pichicato ¡Trasqué, prestale un refresco a la tendera antes de que me atragante! ¡Adiuuuuu!

jueves, abril 25, 2013

Las puertas de la percepción

Hace un par de meses me tope con un libro llamado "El Cerebro: Manual de Instrucciones" de John J. Ratey. Lo que mas llamó mi atención de cuanto se dice en él es la afirmación de que nuestro cerebro nos engaña por nuestro sacrosanto bien. El punto es que, según las ultimas investigaciones eruditas, nuestro cerebro se vale tan solo de una pequeña porción de la información que le entra por cada uno de nuestros cinco sentidos para interpretar el mundo que le rodea. La otra porción simplemente la descarta. Esto lo hace para responder lo mas rápido posible ante circunstancias peligrosas y es producto de siglos de evolución. Dicho de otra forma, el cerebro tiene un especie de filtro que deja pasar solo la información que su "experiencia de aprendizaje" le ha mostrado que sirve para alejarlo del peligro o acercarlo al placer. Este filtro equivale a ver el mundo a través de una cámara digital en donde el tamaño de los pixeles afecta la realidad. El cerebro prefiere los pixeles grandes porque estos agilizan el resultado. Así de pragmático es. En conclusión, si queremos que el filtro cerebral mejore su percepción para que a su vez mejore su interpretación del mundo, necesitamos forzosamente mejorar nuestra experiencia de aprendizaje. Este tema me hizo recordar el ensayo de Aldous Huxley "Las Puertas de la Percepción" llamado así quizás como alegoría a los estímulos que percibimos con nuestros cinco sentidos. En este ensayo, Huxley escribe su experiencia con drogas alucinógenas llegando a la conclusión de que tienen la capacidad de modificar sustancialmente la forma en que percibimos el mundo (hacen que el filtro del cerebro enloquezca). Sospecho que esta es la razón de por qué tantos artistas consumen drogas hasta morir: les produce el habito de ver el mundo "con otros ojos". Las investigaciones concluyen que el constante aprendizaje de cosas nuevas afecta real y positivamente la forma en que el cerebro percibe la realidad sin importar la edad. Nunca me pareció mas acertada la frase que dice: el cerebro es un músculo, ejercítalo.

sábado, abril 20, 2013

Clima loco

Después del letargo inducido por el ambiente húmedo y caldeado de los días previos, ayer sopló un viento desgreñante como el exhalado en los mas locos días de febrero. La alfombra de hojas secas que antes vi inmóviles al pie de los arboles, ayer danzaban al compás de los chiflidos del viento. Los copos algodonados que el emblemático y sagrado árbol de la Ceiba esparce sobre la tierra en estos días, han emigrado montados a lomo de las constantes ráfagas. Aprovechando este imprevisto empujón del viento, las semillas irán a posarse en tierras lejanas para luego germinar y comenzar así un nuevo ciclo. Fue necesario que el viento retirara el furioso caldero para poder detener la mirada en la fronda y en las flores de los muchos arboles que nos rodean. Es fascinante ver la forma en que la naturaleza explota la energía solar, haciendo que broten de su follaje vivos y prolijos colores: lilas, rojos y amarillos. Luego del viento apareció la lluvia. Una lluvia que terminó de apagar la hoguera que nos cocinaba, que me alegró el día e hizo que pasara una buena noche. Por la época del año, es de esperar que esta sea una lluvia solitaria y pasajera, algo así como toparse con un pozo de agua en el desierto.

viernes, abril 19, 2013

37 Grados Celsius muy húmedos

Hemos tenido temperaturas de 37 grados Celsius a la sombra. Temperatura nada despreciable si tenemos en cuenta que el porcentaje de humedad en el ambiente es muy alto. La sensación de calor se recrudece gracias a que el viento está tan quietecito que no es capaz de moverse ni a sí mismo. Las hojas de los arboles cuelgan quietas de sus ramas secas. El único movimiento perceptible en ellas es un temblor esporádico como de fiebre. Fijar la mirada en una rama de árbol equivale a contemplar una fotografía con exceso de exposición a la luz. La inmovilidad de la vegetación es permanente hasta donde alcanza la mirada. La inacción es tal que se podría pensar que la naturaleza tiene un ataque de epilepsia. Todo presenta un aspecto catatónico. Las noches no traen el alivio que uno espera. El exceso de calor almacenado en techos y paredes es irradiado durante la noche sometiendo a sus habitantes a un cocimiento permanente a baño Maria. Abril y mayo son los meses de mayor calor. Impera en estos meses un ambiente de fritura al aire libre. Uno escucha aquí y allá los lamentos y las protestas contra esta época de crudo estiaje. las enfermedades respiratorias salen a relucir acompañadas casi siempre por una tos seca y rasposa que atosiga al que la padece impidiéndole dormir. Los aires acondicionados pujan sin descanso de tanto sacar calor del interior de oficinas y hogares. En medio de esta ingrata hoguera pocos nos detenemos a pensar en lo abultado que vendrá el próximo recibo de energía eléctrica. Lejos están estos meses para disfrutar de un amor dulce e idílico como aquel que los hermanos Carrión cantaron en "Las Cerezas" allá por la década del sesenta del siglo pasado. Nada que ver.

lunes, marzo 18, 2013

Visión renovada

Gladis se animó a que le hicieran una limpieza ocular. Se libró al fin de esas pesadas antiparras que la acompañaron los últimos 25 años de su vida. Ahora su tabique se recupera de las profundas marcas dejadas por el peso muerto de cristales y armazón. Como los lentes la acompañaron un cuarto de siglo, ahora le cuesta trabajo reconocerse sin ellos cuando se mira en el espejo. Ahora ve el mundo con la brillantez natural que reflejan los objetos y ya no a través de los cristales empañados que la hacían dudar si las pecas observadas en la piel de las personas eran reales o solo eran polvo en los cristales de sus lentes ¡Veo tus ojos! ¡Veo la hora en el reloj! ¡Leo aquel anuncio! Son algunas de las recientes exclamaciones que le he oído decir. Claro, no se salvará de continuar utilizando lentes para leer pero ya no para lo demás. De ahora en adelante extrañaré ver lentes en el buró de la cabecera de la cama. Ya no me preocuparé al escuchar algo que se rompe al hacer cualquier movimiento. Atrás quedará la frase "creo que estos lentes ya no me sirven". Lo que lamentaré en adelante es el flujo de lentes que Gladis proveía a esta casa y que eran aprovechados luego como lupa por este su servidor. Desde el viernes que le quitaron el polarizado ocular que le nublaba la vista ha estado usando lentes oscuros para atajar el brillo que ahora le quiere entrar a borbotones por los ojos. Cuando la veo deambular en la casa me recuerda a los personajes de la película matrix en su búsqueda del teléfono que los sacaría de aquel peligroso mundo virtual. En estos primeros dias ha tenido que ocultarse del sol. Rehuye de la luz igual que lo hacían los temibles y terroríficos vampiros en las inolvidables películas del Santo el enmascarado de plata.

sábado, marzo 16, 2013

Un paréntesis

He permanecido un poco ausente de esta bitácora. El trabajo me obligó a ponerle puntos suspensivos. Muchos han sido los acontecimientos sucedidos desde mi ultima entrada. Alguien sin quehacer ha abierto el grifo de los sucesos forzándonos a chapotear para salvar el cogote. Don Lucio se nos fue hace unos poquitos días dejado un gran espacio en blanco en el corazón de la familia. Soy de la opinión que los padres son el principal adhesivo con que se mantiene unida a la familia. Sin ellos los hijos nos alejamos de nuestro origen como lo harían los planetas sin la presencia del sol. Ellos son la principal fuerza que nos hace regresar cuando somos andariegos. Su sola presencia es suficiente para mantener la sobriedad y el equilibrio en la familia en los peores vendavales. Cuando ellos faltan los hijos nos transformamos en esas esferas ingrávidas y viajeras conocidas como dientes de león.

sábado, marzo 02, 2013

Un Largo Adiós (poema de Ángel González)

     Qué perezoso día
que no quiere marcharse
hoy a su hora.
                      El sol,
ya tras la línea lúcida
del horizonte,
tira de él,
lo reclama.
                     Pero
los pájaros lo enredan
con su canto
en las ramas más altas,
y una brisa contraria
sostiene en vilo el polvo
dorado de su luz
sobre nosotros.

Sale la luna y sigue siendo el día.
La luz que era de oro ahora es de plata.

«Mientras leía este poema de Ángel González recordé con mucho afecto a mi querido suegro Don Lucio Burelo. Para comprender el motivo que me trajo su recuerdo interpreten por favor las metáforas siguientes:
Día = vida
Noche = muerte
Sol = Jehová
Pájaros = las personas que lo queríamos
Brisa contraria = su deseo de permanecer con nosotros
Luna = vida eterna (el paraíso)

¿Para que mas palabra?»

martes, enero 01, 2013

Día uno

Son las 11:30 am y todo sereno. Se apagó la música y terminó el ruido cohetero. Solo se escucha el ronroneo ocasional del transporte colectivo ¿Habrá usuarios? Lo dudo. He visto pasar a muy pocas personas por la calle. Dobby esta sobre el respaldo del sofá mirando atento la calle a través de la ventana. Es su posición favorita. Después de los sustos que ha pasado con la tronadera de estos días se preguntará porque hoy habrá tanto silencio. Ha estado taciturno por la ausencia de Ale y su pesadumbre se recrudece en la noche cuando la busca en su habitación y no la encuentra. Buena parte del día se olvida de ella porque Gladis y Pedro lo achechan igual. Además tiene su ventana para entretenerse. Pasamos el último día del año en casa de Kory y Alejandro. Gladis preparó para la ocasión lomo de cerdo horneado y puré de papas. Rina y Dobby se encontraron. En estos encuentros, el carácter frenético de Rina y su mayor tamaño dejan siempre a Dobby al borde del infarto. Los vecinos están empezando a dar señales de vida con renovadas energías después de haber dado cuenta del recalentado. La algarabía de los niños va en aumento. La vida y el nuevo año se presentan, se reconocen y se ponen al día. Como en los cuentos de Canterbury, en breve emprenderán juntos el viaje de 365 días que los llevara, con 12 escalas pero sin descanso, hasta la frontera del 2014. Entonces, habrá cambios de estafeta y el ciclo reiniciará.