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domingo, julio 14, 2013

¿Sauna o canícula?

Estamos cruzando el tramo del año en que simultáneamente llueve y hace calor. Ahora mismo estoy escuchando el crepitar de una tupida y airosa lluvia que tunde el techo de nuestro pequeño patio con arrobada alegría. El jaleo va y viene en muy tupidas oleadas haciendo pequeñas pausas quizás para recuperar el hilo de su resuello. Frente a mi esta girando un ventilador que me lanza un soplo tan caldeado como si fuera el vaho de un doliente afectado por el dengue. Estamos en tiempo de canícula, de perros locos, cuando el sol calienta mas horas al día y nos abraza con sus extremidades de lumbre cortándonos la respiración. Las lluvias nocturnas de esta época se vaporizan tras tocar el comal de la superficie. Es aquí cuando el sauna se enciende y nos impone el baño aunque no nos toque todavía. Esta es la hora de encender los aires acondicionados, los ventiladores, treparse a la hamaca, soplarse con el abanico, bañarse con agua de tinaco o emprender cualquier acción que mitigue el fuego y termine con la amenaza de morir por una combustión espontánea.

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