Visitas de la última semana

viernes, febrero 29, 2008

Semana de regalos

Algunos días de esta semana llegaron con regalo. Uno día trajo una mañana vestida de neblina. El alba de ese día fue vaporosa, humeante, difusa y cargada de misterioso. Ese día nació sin horizonte. El ambiente no era malo, ni triste, ni pesado, solo era diferente. Tal vez las nubes cansadas de su vagancia celestial bajaron a la tierra a divertirse con la gente. Otro día nuestra gardenia nos regalo una flor…una sola rosa blanca. Esa mañana, al ir a trabajar, alcancé a distinguir apenas de reojo una mancha blanca en medio del follaje verde, eran cuatro pétalos en forma de estrella con un botón gordo a la mitad. Me acerqué, aspiré su fuerte y magnifico aroma, la toqué y la sentí cremosa, blanda, tierna. Su perfume me recuerda algo muy remoto que no puedo identificar. Es la segunda vez que florea en los cuatro años que tiene de vida. En cada floración…una sola flor. Otro día trajo una intensa lluvia, probablemente la última de la estación invernal. Fue un día fresco, ideal para dormir bien y de un tirón, y ese fue mi caso. Esta semana también le regaló al mes un día de pilón, el 29 de febrero. Este día no regresará hasta el 2012, para entonces, probablemente seremos ya abuelos y quizá habremos dejado atrás los sobresaltos de las colegiaturas. Por lo pronto, seguiré siendo testigo del vuelo azaroso de las hojas de los arboles que después de desprenderse de la rama familiar se dirigen a cumplir su última encomienda: recordar a Gladis que hay un mango en el jardín.

domingo, febrero 24, 2008

El placer de comentar la lectura

Me gusta comentar los libros que leo pero no tengo interlocutor. Dejé de hacerlo desde que mi amigo Enrique, estupendo comentador de libros, dejó de trabajar en Cactus. Él es una persona que tiene puntos de vista siempre interesantes de las novelas que lee. Además de ser gran observador tiene mucha habilidad para comunicar sus puntos de vista mediante ingeniosas analogías. Nuestra media hora de comida la aderezábamos casi siempre comentando las tribulaciones de algún autor al escribir tal o cual novela o cuento, así como su trama y la característica de sus personajes. Él tenía un interés particular en la obra de Hermann Hesse, concretamente en sus novelas Demián y El Lobo Estepario. Los protagonistas de ambas novelas (Sinclair y Haller) son seres algo atormentados que prefieren la conversación consigo mismos al parloteo estéril y mediocre de sus congéneres. Son hombres que no encajan en el mundo y que viven buscando la razón (o la justificación) de ese divorcio. Es probable que Enrique y yo tengamos algo de esta enfermedad que se acentúa con la edad y que el autor pinta como un mal que es a todas luces incurable. Desde hace años ya no tengo por desgracia un compañero con quién comentar lo leído, por consiguiente, no tengo medios que me sirvan de referencia para comparar mi comprensión lectora. Lástima. Pero a falta de un compañero con buena disposición para el intercambio de puntos de vista he utilizado desde hace unos años el recurso infalible de comentármelas a mí mismo. La estrategia es, primero, leer libros que hace años leí y después, hacer que el Yo de aquella primera lectura (más joven) comente el libro con el Yo de esta segunda lectura (con más años). Ni modo que se nieguen pretextando no encontrarse o no haber leído lo mismo. Claro, esta estrategia no surgió concientemente, ni tampoco surgió de la noche a la mañana. Una posibilidad en cuanto a su inicio, ahora que recuerdo, pudo haber sido a raíz de la segunda lectura del Principito de Exupery. Aquella segunda lectura me remontó irremediablemente a la primera de años atrás; fue aquí, a mi parecer, que se dio el primer encuentro y el primer intercambio de ideas entre ambos Yo. Este artilugio lo he hecho inconcientemente desde entonces y solo tomé conciencia de él hasta que leí un cuento de Jorge Luis Borges titulado “El Otro”. En este cuento, el Borges maestro y escritor relata un encuentro con su yo estudiante. En la trama, ambos exponen su opinión sobre algunos acontecimientos relevantes del mundo y cada cual los interpreta según la óptica que les dió la experiencia de los años. ¡Caray! Yo hago esto –pensé con sorpresa.

jueves, febrero 21, 2008

Un asunto de botas

Mis pies tienen una aversión inaudita por las botas nuevas (y viejas) y no sé de dónde ni desde hace cuanto tiempo apareció esta silenciosa fobia. Sufro mucho cuando llega el día de cambiarlas y retraso esta acción tanto como puedo con pretextos tan extraños que después de pensar en ellos me dan risa de la buena. Me invento siempre un sinfín de actividades (argumentos nunca faltan) que tienen el único fin de ponerme siempre lejos del almacén donde me aguardan (supongo) con una risa burlona. Mayor es mi atragantamiento si las botas no tienen agujetas. Las botas sin agujetas son para personas que gustan de vivir emociones fuertes aún hasta en las más insignificantes actividades cotidianas; calzarse esos endemoniados artículos de cuero en las mañanas (medio dormido y con el tiempo encima) es un verdadero suplicio. Aún más penoso es quitarse esos atormentadores choclos después del trabajo (cansado y amargosito) y tener que buscar (sin encontrar) un mueble pesado en que hacer palanca para liberar de su prisión a las aporreadas extremidades. Soporto un poco más las botas con agujetas. Estas se pueden abrir lo suficiente para que entren los pies rechonchos y hacen la vida más llevadera al portador a la hora de calzarlas o descalzarlas. Hace un par de semanas decidí dar esa vuelta tantas veces aplazada al almacén por la sencilla razón de que el agua ya se colaba entre las costuras abiertas de mis viejas botas y las suelas desgastadas (y despegadas) me hacían saltar sin tapujos al pisar piedras picudas como si pisara clavos. Ya me había hecho a la idea de pagar el precio en dolor y en ampollas que me cobra el calzado industrial nuevo ya que la piel de fabricación generalmente usada en este tipo de calzado es de vaca vieja, de pie grande, o de chupacabras. Sin embargo, al calzarme el nuevo par de botas, me sentí ligerito como pluma de ganso en el aire, o como si anduviera descalzo y pisando sobre alfombras suaves y mullidas. Resultaron ser de puritita piel de vecerro. Ha, que alivio. Que gusto caminar. Estas botas si me gustan!

lunes, febrero 18, 2008

Grupo Límite

Isidro fue mi condiscípulo desde la secundaria y durante toda la preparatoria. La escuela secundaria No. 8 para varones en la que estudiamos (o debería decir desestudiamos) estaba por el rumbo de Polanco. En aquel tiempo esta colonia ni siquiera aparecía en el mapa de Guadalajara; para desplazarme de casa a la escuela tenía que subirme a dos camiones en los que recorría diariamente la totalidad de la Perla Tapatía. Más allá de esta susodicha colonia estaba el todavía despoblado y sombrío Cerro del Cuatro, o sea, la nada. Mis recuerdos de Isidro inician en el mismo año en que cursábamos el 3o de secundaria, tal vez un poco antes. Corría el año de 1975 cuando ambos conocimos a Tomas alias el chino. Este alias le vino por tener el pelo ensortijado que gustaba mantener peinado al estilo afro. El Chino era todo un personaje y estudiaba también en la misma secundaria aunque no recuerdo con precisión si pertenecía a nuestro salón (ya las neuronas no dan para más). Creo que fue Isidro el que empezó con el zafarrancho de hacer un grupo de música ya que ambos solíamos rascarle un poco a la guitarra, ya saben, el consabido ta-chun, ta-chun con el que uno de adolescente se siente ya todo un concertista. Tengo esta creencia porque en la colonia en la que vivía tenía amigos rocanroleros que ya andaban inmersos en estos menesteres de dar lástimas prematuras (después lo supe). De alguna forma, este tímido deseo, llegó a oídos de Tomas que para entonces se desempeñaba (con mención honorífica) como el rompe huesos del turno matutino de toda la secundaria, y como el refrán dice que más vale tener al enemigo cerca, y además nos juró y perjuró que él era toda una chuchita cuerera tocando la batería, pues ya está dijimos, de aquí somos (después del primer intento de ensayo supimos que eran puras habladas pero ni quién se atreviera a decirle nada). Así nació el verdadero grupo LÍMITE (no ese que surgió años más tarde en la ciudad de Monterrey) con dos guitarras que no sabían más acordes que los que tiene el circulo de DO y una batería que hacía los mismos ruidos que las cacerolas de mi mamá en plena cena navideña. Hace un par de semanas, por azares del destino, encontré en Internet una dirección de correo cuyo usuario me recordó a mi gran amigo, condiscípulo y estupendo compañero Isidro. Le escribí con prestancia sin la intención de obtener una respuesta de su parte. Ayer abrí mi correo y me encontré con sorpresa con su respuesta en la que me confirmaba ser la persona que yo suponía que era. Después de casi 20 años vuelvo a saber de él. Que agradable sorpresa.

domingo, febrero 17, 2008

El regreso del calor

Las barras de chocolate son una buena herramienta para indicarnos el efecto real de la temperatura ambiente. Hoy a las 2 p.m. Gladis salió de la tienda con un chocolate en la mano y al llegar al coche (estacionado a una cuadra) ya había perdido su forma. El coche marcaba en ese momento 40°C y el chocolate se escurría por la abertura como si fuera miel. Al llegar a la casa ya era imposible hincarle el diente y fue necesario meterlo al refrigerador para no comerlo con popote. Falta un mes para que termine el invierno y el sol ya calienta como si estuviera a mitad de la primavera. Su afán de cocinarnos a destiempo denota que ya perdió los libros igual que le sucede a Doña Maty.

Ya le retiraron los puntos a Kory y la veo mucho mas suelta al caminar. Está aburridísima de permanecer en la cama y de la posición horizontal que tiene que guardar, la convalecencia es difícil precisamente por la insalvable inactividad y a las múltiples dolencias que la acompañan. Espero que algo de ese tiempo (entre dolencia y dolencia) lo dedique a un libro aunque sea de esos de superación personal que salen rápido y se venden como pan caliente prometiendo la “transformación” inmediata del lector mediante revelaciones secretas que al final resultan tan obvias y tan populares como los refranes.

Pedro está en exámenes y hace un par de días que no sabemos nada de él. Con eso de que ya no tienen novia por acá ya no chatea como cuando la tenía, ahora supongo que se conecta solo cuando está aburrido, y eso, por lo que deduzco sucede poco. Lo último que supe por su mamá es que lo dejó tirado el coche.


Ale anda descocida con su novio. Tiene la enfermedad de la cursilería, si, esa que no se quita hasta bien entrados los años. Anda en ese período en que el nombre y la imagen del novio se transforman en tótem, cábala, religión o faro. Está en esos años en que la imagen (o el nombre) del endiosado se pone en llaveros, cartera, buró, en la cabecera de la cama, en el celular, en la PC, en los cuadernos, en los libros y si uno se descuida, hasta puede aparecer en el espejo retrovisor del coche. Lo que separa el romanticismo de la obsesión es una línea tan delgada que muchas veces es pasada por alto, y más teniendo un estado de conciencia tal que hace pensar al afectado que todo conspira contra ella y en la que todo aparece fácil y merecido. Toco madera.

sábado, febrero 16, 2008

¿Textos o imágenes?

He llegado a la conclusión de que la lectura es una preferencia, una elección como cualquier otra en la vida. Es un gusto que las personas adquieren por si mismas y a cada una deja algo distinto según su propia experiencia. Las preferencias actuales para adquirir conocimiento están más orientadas al uso de imágenes dejando a los textos solo una función secundaria. “Una imagen vale más que mil palabras” reza la sentencia que cae pesadamente como lápida sobre las despanzurradas letras. Por consiguiente, el significado de las palabras pierde cada vez más valor ante el incremento en el uso de imágenes ya que estas últimas nos revelan su magnificencia sin ambigüedades y sin necesidad de utilizar símbolos engorrosos que nos obligan a consultar un diccionario. Una imagen invita a la contemplación y le deja claro al observador hasta el más mínimo detalle de la realidad. Por otro lado, un texto despierta la fantasía y deja al lector la tarea de construir con su imaginación los escenarios a su entera satisfacción (tarea algo difícil para los iniciados) con el agregado (y es aquí donde el puerco torció el rabo) de tener que consultar otro libro (diccionario) para entender las palabras que nos parecen acertijos. Mientras que la exactitud de la realidad representada por un texto depende del número y significado de las palabras, la exactitud o nitidez de una imagen depende actualmente del número de píxeles. La desventaja es enorme y la diferencia obvia. En un futuro no lejano, el diccionario solo se quedará con las definiciones de los sustantivos y los verbos, mientras que los adjetivos y los adverbios serán símbolos en desuso. Adiós gramática, adiós sintagmas, adiós sujetos y predicados.

Conversación futura entre dos sabios:

–Mi gustar carne
–Mi preferir monte
–Mi tener ambre (la haches están extintas)
–Tu comer mi no preocupar (las comas también se extinguieron)
–Tu gustar (los acentos y los signos de interrogación pasaron a mejor vida)
–No mi comer ongos (creo que seguirá habiendo vegetarianos)

lunes, febrero 11, 2008

Perdimos los libros

Me cuenta Gladis que cuando Doña Maty olvida los ingredientes de algún guiso que en el pasado solía preparar rutinariamente, dice a manera de disculpa “es que ya perdí los libros”. Ahora nos ocurrió eso mismo a Gladis y a mí ayer domingo al tratar de hacer carne asada. Le he oído decir que las manos le quedan oliendo a ajo por espacio de dos días después de marinar la carne por lo que le sugerí usar guantes de hule esta vez. Como no tenía guantes le propuse envolverse las manos con bolsas de plástico que yo mismo amarré alrededor de sus muñecas. Mala estrategia; la envoltura hizo que no “sintiera” la cantidad de sal que regaba con sus dedos, fallando así el único medio dosificador confiable que tiene, el tacto (ni hablar de la vista). Pasó lo que tenía que pasar, la carne se saló. Por otra parte, mi tarea es encender el carbón y dejar a punto el asador para recibir la carne. Esta vez se me hizo fácil incrementar un poco la cantidad de carbón con el fin de extender la duración de las brazas. Mala decisión; la carne se achicharró por exceso de calor antes de la cocción. Ni modo, los invitados quedaron con la boca escaldada y los labios llenos de tizne.

viernes, febrero 08, 2008

Si me das trabajo trabajas

Hoy en la mañana me dirigí al trabajo como todos los días. Llegué al entronque de carreteras que me llevan a Villahermosa por la izquierda, a Reforma y a mi trabajo por la derecha, y recto, otra carretera alternativa a mi trabajo que es la que por lo regular elijo. Había en la glorieta una media docena de camiones de transporte estacionados a su alrededor y llenos de personal con el mismo destino que el mío. Este embotellamiento es una cosa bastante rara de ver ya que estas son vías que se destacan por el tránsito rápido de vehículos cuyos conductores, ya retrasados, quieren llegar a tiempo a su trabajo.

–¿Que pasó? –le pregunto a Doña Lichito que tenía su carro orillado
–Están cerradas las vías al Complejo –Me respondió su hijo que iba al volante. Creo que hay hasta balazos.

Son frecuentes los bloqueos a caminos de entrada a instalaciones de Pemex, particularmente cuando algún vival quiere sobresalir (o permanecer vigente) en la política local y desea congratularse ante sus seguidores con discursos como ¡Pemex nos contamina! ¡Pemex acaba con nuestros recursos! ¡Pemex envenena a nuestros hijos! Etc., etc.

Pero no. Esta vez no fue eso. Cuando llegué a la portada del complejo me encontré con la puerta cerrada y un tumulto de personas (civiles, policías y soldados) en el exterior y en el interior del centro de trabajo, y un letrero grande colgado en la puerta (que normalmente no está) con la leyenda “Prohibido el Paso, Propiedad Federal”. Me detuve ante la puerta que inmediatamente se abrió y entonces observé un sinfín de manos que me apresuraban a entrar. Dirigí la vista a la derecha mientras cruzaba la puerta y pude ver como a 15 personas que estaban acostadas boca abajo custodiados por soldados. Ya en el interior no pare hasta llegar a mi oficina en donde me informaron lo que apenas hace unos minutos acababa de pasar.
Dos grupos sindicalistas se enfrentaron disputándose la hegemonía de extorsionar a las compañías que trabajan para Pemex. Estos grupos sindicalistas exigen a las compañías (sin excepción) plazas para sus agremiados, si no obtienen lo que piden simplemente no la dejan trabajar. –¿Que saben hacer? –Preguntan los apoderados de las desconcertadas compañías –No tienen experiencia en nada, pero tienes que contratar a cinco, esa es la cuota –Responden los líderes sindicales. Ni modo, así son los usos y costumbres. En esta disputa hubo seis macheteados, muchos golpeados, y dos o tres resultaron con plomo en sus carnes. Los que vi maniatados como iguanas a la entrada del complejo, fueron los perdedores que lograron salvar el pellejo. Estas personas pudieron conservaron su integridad gracias a que treparon la reja de 2 metros de altura de la entrada pero solo para caer en las manos de los soldados que custodiaban la entrada al otro lado.

lunes, febrero 04, 2008

Ayer es Nunca Jamás

Este amor que quiere ser
acaso pronto será;
pero ¿cuándo ha de volver
lo que acaba de pasar?
Hoy dista mucho de ayer.
¡Ayer es Nunca Jamás!

Antonio Machado


Exelente consejo de Antonio Machado para escribir un diario. De esta forma evitamos que el ¡Ayer sea Nunca Jamás!

domingo, febrero 03, 2008

Manejando la frustración

La frustración es la puerta de entrada a esa habitación oscura que llamamos estrés, y estamos ante ella cuando lo que hacemos no nos alcanza para obtener lo que deseamos. Existen muchas formas de salir de ese cuarto oscuro al que vamos a dar inexorablemente cuando algo no sale como lo tenemos planeado, pero no todas son buenas. En mi caso, ha sido la edad y la experiencia lo que me ha impulsado a elegir una u otra en diferentes etapas de mi vida. De niño prefería liberar mi frustración llorando o a través de la ira. En la adolescencia aprendí que tocando guitarra obtenía el mismo resultado. Fue en la juventud que aprendí que era viable disipar el estrés en la forma que uno eligiera, entonces me dedique a caminar (trotar). Ahora tengo un abanico de opciones para elegir (me hice muy flojo para caminar), todas ellas con buenos resultados: Leer, escribir, caminar, podar el jardín, trabajar intensamente, tocar y escuchar música, descansar, y otras. En la adolescencia es natural responder con ira o con llanto a la frustración, más allá de esto, el afectado pone en evidencia la falta de recursos intelectuales y/o culturales. Siempre me ha sorprendido la capacidad de Pedro para manejar positivamente la frustración (actitud ante la negación de un permiso), su habilidad para manejar las emociones no corresponde a una persona de su edad. La habilidad para encausar adecuada y positivamente las emociones será un aliado invaluable de nuestro corazón y de nuestra vida en general (nuestro trabajo y las personas que nos rodean resultan muy beneficiados). ¿Cuál es tu respuesta ante la frustración?

sábado, febrero 02, 2008

Columna reforzada

Ayer a las 4 p.m., tras cuatro horas en el quirófano, terminó la cirugía de Kory. El cirujano nos comunicó que fue necesario extirpar un disco, fijar tres tornillos de titanio a un número igual de vértebras y unirlo todo con una barra del mismo material. La finalidad de este andamiaje es mantener separadas las vértebras que se quedaron sin su disco de bisagra (cartílago) buscando con esto un doble propósito: Dar flexibilidad y fortaleza a la columna, y mantener la separación natural que debe haber entre vértebras (función desempeñada por los discos). Gladis se quedó la noche de ayer en el hospital acompañando a Kory, supuestamente el plan era darla de alta hoy pero son las 8 p.m. y es hora de que no regresa. Estoy esperando una llamada que me explique la demora.