Hoy en la mañana me dirigí al trabajo como todos los días. Llegué al entronque de carreteras que me llevan a Villahermosa por la izquierda, a Reforma y a mi trabajo por la derecha, y recto, otra carretera alternativa a mi trabajo que es la que por lo regular elijo. Había en la glorieta una media docena de camiones de transporte estacionados a su alrededor y llenos de personal con el mismo destino que el mío. Este embotellamiento es una cosa bastante rara de ver ya que estas son vías que se destacan por el tránsito rápido de vehículos cuyos conductores, ya retrasados, quieren llegar a tiempo a su trabajo.
–¿Que pasó? –le pregunto a Doña Lichito que tenía su carro orillado
–Están cerradas las vías al Complejo –Me respondió su hijo que iba al volante. Creo que hay hasta balazos.
Son frecuentes los bloqueos a caminos de entrada a instalaciones de Pemex, particularmente cuando algún vival quiere sobresalir (o permanecer vigente) en la política local y desea congratularse ante sus seguidores con discursos como ¡Pemex nos contamina! ¡Pemex acaba con nuestros recursos! ¡Pemex envenena a nuestros hijos! Etc., etc.
Pero no. Esta vez no fue eso. Cuando llegué a la portada del complejo me encontré con la puerta cerrada y un tumulto de personas (civiles, policías y soldados) en el exterior y en el interior del centro de trabajo, y un letrero grande colgado en la puerta (que normalmente no está) con la leyenda “Prohibido el Paso, Propiedad Federal”. Me detuve ante la puerta que inmediatamente se abrió y entonces observé un sinfín de manos que me apresuraban a entrar. Dirigí la vista a la derecha mientras cruzaba la puerta y pude ver como a 15 personas que estaban acostadas boca abajo custodiados por soldados. Ya en el interior no pare hasta llegar a mi oficina en donde me informaron lo que apenas hace unos minutos acababa de pasar.
Dos grupos sindicalistas se enfrentaron disputándose la hegemonía de extorsionar a las compañías que trabajan para Pemex. Estos grupos sindicalistas exigen a las compañías (sin excepción) plazas para sus agremiados, si no obtienen lo que piden simplemente no la dejan trabajar. –¿Que saben hacer? –Preguntan los apoderados de las desconcertadas compañías –No tienen experiencia en nada, pero tienes que contratar a cinco, esa es la cuota –Responden los líderes sindicales. Ni modo, así son los usos y costumbres. En esta disputa hubo seis macheteados, muchos golpeados, y dos o tres resultaron con plomo en sus carnes. Los que vi maniatados como iguanas a la entrada del complejo, fueron los perdedores que lograron salvar el pellejo. Estas personas pudieron conservaron su integridad gracias a que treparon la reja de 2 metros de altura de la entrada pero solo para caer en las manos de los soldados que custodiaban la entrada al otro lado.
–¿Que pasó? –le pregunto a Doña Lichito que tenía su carro orillado
–Están cerradas las vías al Complejo –Me respondió su hijo que iba al volante. Creo que hay hasta balazos.
Son frecuentes los bloqueos a caminos de entrada a instalaciones de Pemex, particularmente cuando algún vival quiere sobresalir (o permanecer vigente) en la política local y desea congratularse ante sus seguidores con discursos como ¡Pemex nos contamina! ¡Pemex acaba con nuestros recursos! ¡Pemex envenena a nuestros hijos! Etc., etc.
Pero no. Esta vez no fue eso. Cuando llegué a la portada del complejo me encontré con la puerta cerrada y un tumulto de personas (civiles, policías y soldados) en el exterior y en el interior del centro de trabajo, y un letrero grande colgado en la puerta (que normalmente no está) con la leyenda “Prohibido el Paso, Propiedad Federal”. Me detuve ante la puerta que inmediatamente se abrió y entonces observé un sinfín de manos que me apresuraban a entrar. Dirigí la vista a la derecha mientras cruzaba la puerta y pude ver como a 15 personas que estaban acostadas boca abajo custodiados por soldados. Ya en el interior no pare hasta llegar a mi oficina en donde me informaron lo que apenas hace unos minutos acababa de pasar.
Dos grupos sindicalistas se enfrentaron disputándose la hegemonía de extorsionar a las compañías que trabajan para Pemex. Estos grupos sindicalistas exigen a las compañías (sin excepción) plazas para sus agremiados, si no obtienen lo que piden simplemente no la dejan trabajar. –¿Que saben hacer? –Preguntan los apoderados de las desconcertadas compañías –No tienen experiencia en nada, pero tienes que contratar a cinco, esa es la cuota –Responden los líderes sindicales. Ni modo, así son los usos y costumbres. En esta disputa hubo seis macheteados, muchos golpeados, y dos o tres resultaron con plomo en sus carnes. Los que vi maniatados como iguanas a la entrada del complejo, fueron los perdedores que lograron salvar el pellejo. Estas personas pudieron conservaron su integridad gracias a que treparon la reja de 2 metros de altura de la entrada pero solo para caer en las manos de los soldados que custodiaban la entrada al otro lado.
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