Mis pies tienen una aversión inaudita por las botas nuevas (y viejas) y no sé de dónde ni desde hace cuanto tiempo apareció esta silenciosa fobia. Sufro mucho cuando llega el día de cambiarlas y retraso esta acción tanto como puedo con pretextos tan extraños que después de pensar en ellos me dan risa de la buena. Me invento siempre un sinfín de actividades (argumentos nunca faltan) que tienen el único fin de ponerme siempre lejos del almacén donde me aguardan (supongo) con una risa burlona. Mayor es mi atragantamiento si las botas no tienen agujetas. Las botas sin agujetas son para personas que gustan de vivir emociones fuertes aún hasta en las más insignificantes actividades cotidianas; calzarse esos endemoniados artículos de cuero en las mañanas (medio dormido y con el tiempo encima) es un verdadero suplicio. Aún más penoso es quitarse esos atormentadores choclos después del trabajo (cansado y amargosito) y tener que buscar (sin encontrar) un mueble pesado en que hacer palanca para liberar de su prisión a las aporreadas extremidades. Soporto un poco más las botas con agujetas. Estas se pueden abrir lo suficiente para que entren los pies rechonchos y hacen la vida más llevadera al portador a la hora de calzarlas o descalzarlas. Hace un par de semanas decidí dar esa vuelta tantas veces aplazada al almacén por la sencilla razón de que el agua ya se colaba entre las costuras abiertas de mis viejas botas y las suelas desgastadas (y despegadas) me hacían saltar sin tapujos al pisar piedras picudas como si pisara clavos. Ya me había hecho a la idea de pagar el precio en dolor y en ampollas que me cobra el calzado industrial nuevo ya que la piel de fabricación generalmente usada en este tipo de calzado es de vaca vieja, de pie grande, o de chupacabras. Sin embargo, al calzarme el nuevo par de botas, me sentí ligerito como pluma de ganso en el aire, o como si anduviera descalzo y pisando sobre alfombras suaves y mullidas. Resultaron ser de puritita piel de vecerro. Ha, que alivio. Que gusto caminar. Estas botas si me gustan!
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