La frustración es la puerta de entrada a esa habitación oscura que llamamos estrés, y estamos ante ella cuando lo que hacemos no nos alcanza para obtener lo que deseamos. Existen muchas formas de salir de ese cuarto oscuro al que vamos a dar inexorablemente cuando algo no sale como lo tenemos planeado, pero no todas son buenas. En mi caso, ha sido la edad y la experiencia lo que me ha impulsado a elegir una u otra en diferentes etapas de mi vida. De niño prefería liberar mi frustración llorando o a través de la ira. En la adolescencia aprendí que tocando guitarra obtenía el mismo resultado. Fue en la juventud que aprendí que era viable disipar el estrés en la forma que uno eligiera, entonces me dedique a caminar (trotar). Ahora tengo un abanico de opciones para elegir (me hice muy flojo para caminar), todas ellas con buenos resultados: Leer, escribir, caminar, podar el jardín, trabajar intensamente, tocar y escuchar música, descansar, y otras. En la adolescencia es natural responder con ira o con llanto a la frustración, más allá de esto, el afectado pone en evidencia la falta de recursos intelectuales y/o culturales. Siempre me ha sorprendido la capacidad de Pedro para manejar positivamente la frustración (actitud ante la negación de un permiso), su habilidad para manejar las emociones no corresponde a una persona de su edad. La habilidad para encausar adecuada y positivamente las emociones será un aliado invaluable de nuestro corazón y de nuestra vida en general (nuestro trabajo y las personas que nos rodean resultan muy beneficiados). ¿Cuál es tu respuesta ante la frustración?
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