Visitas de la última semana

domingo, septiembre 24, 2006

La sombra de la despedida

Veo un cuarto azul sin ventanas lleno de dolores, de lamentos, de suspiros, de rezos, de impotencias, de sufrimientos, de cariños, de te quieros, de ternuras, de melancolías, de encuentros y desencuentros,…. pero sobre todo de adioses (con deseos que fueran hasta luegos). Veo ojos húmedos azotados por una turbulencia de emociones. Veo semblantes pétreos esculpidos por la larga erosión del sufrimiento. Veo cuerpos etéreos atravesados por saetas de desesperanza. Veo almas atormentadas e inmóviles cubiertas con el manto oscuro de la impotencia. Veo espaldas encorvadas como sosteniendo una pesada caga invisible largamente transportada.
Veo también breves lapsos de quietud y de silencio. Veo un remanso….quizá el ojo del huracán.
¡Difícil es despedirse para siempre!.

miércoles, septiembre 13, 2006

Rayos!

En esta ocasión, esta palabra tiene doble significado para mí. El primer significado se lo doy por lo poco afortunado que hemos sido en estos días. El sábado Gladis se llevó la camioneta a Cárdenas Tabasco ocupándola por primera vez desde aquella desafortunada reparación de la transmisión. Ya de regreso, la camioneta se paró cual mula terca y no hubo poder terrenal que la hiciera avanzar un poquito aunque sea para salir del puente en que se quedó. No se si por venganza o desesperación (o ambas), Gladis decidió darle a la camioneta el mismo trato: la dejó tirada en la carretera y se fue a pedir ayuda a Reforma. Lucio y David fueron por ella y le cambiaron la batería después de diagnosticar que con seguridad era eso. La camioneta arrancó como si nada y ahí terminó el asunto. Gladis volvió a ocupar la camioneta hasta hoy y una vez más la dejó tirada (que horror!), ahora en Reforma. Fui a donde me dijo que estaban y encontré solo la camioneta. De ella nada! Me dirigí entonces a la casa de su mamá y nada! Maty chica la llevó tal vez con el mecánico fulanito –me informó Doña Maty. Enfilé entonces con el mecánico fulanito y nada! Yo creo que ya hasta esta echando mecánica don fulanito –pensé. Llegué otra vez a donde estaba la camioneta y nada!. Ni Gladis ni el mecánico fulanito. Mientras refunfuñaba mi desgracia, vi pasar una camioneta como la de Maty chica. Si fueran ellas me habrían visto cundo pasaron por aquí –pensé inocentemente. Esperé un rato más en el lugar (yo no traía celular). Ya medio inquieto decidí ir otra vez a la casa de su mamá. Ahí la encontré platicando sin trazas de acordarse de la camioneta. Creo que las vi pasar –dije. Si, Maty y Yo fuimos a comprar pollo –dijo. Tienes la póliza del seguro –le interrogué. No, supongo que ha de estar en la camioneta –contestó. Y nos fuimos de regreso otra vez a donde estaba la susodicha mula blanca patas de hule. Encontré la póliza del 2004 y del 2005 en la guantera pero nada de la póliza del 2006. Con seguridad esta en la casa –me comentó Gladis con un tono tranquilizador. Tal vez no la pusimos en la guantera porque te la dieron cuando estaba en el taller por lo de la transmisión y también por las carreras del viaje a GDL –se apresuró a decir. Cansados ya de tanta zancadilla de la suerte, nos fuimos a la colonia con toda la celeridad de que es capaz Gladis (poquito más rápida que una tortuga pochitoque). Ya con la póliza correspondiente, llamé a la grúa para que se llevara a la agencia de una vez a tan enfermiza troca (¿será cierto eso de que todo se parece a su dueño?). Necesito saber la dirección exacta en donde se encuentra el vehículo para enviarle la grúa –me informó la operadora al otro extremo de la línea. En que dirección está la camioneta? –pregunté urgido a Gladis. No sé –me responde. Madre mía, ayúdame con este trago! –pensé. Me vi en la necesidad de colgar porque nunca supimos el nombre de las calles. Gladis aprovechó el teléfono para llamar a la dueña de la tortillería de enfrente y nada, al empleado de la tortillería y nada. Por fin consiguió unos nombres de calles tan dudosos para nosotros como los resultados de las elecciones presidenciales para muchos mexicanos. Y ahí voy one more time a Reforma casi con la certeza de que la grúa se iba a perder en las calles intrincadas de ese pueblito de mi esposa. Y que creen? A un cuarto del camino ya recorrido se me vino a la memoria que no traía las llaves de la camioneta. Por enésima vez voy de regreso (por llaves y celular). Ya en Reforma esperé la grúa casi una hora y media y nada. Ya desesperado, me subí a la camioneta y encendí el switch y aleluya ¡encendió! Voy a dejarla con la mamá de Gladis –pensé. Antes de que se le ocurra fallar otra vez. Ni bien me estaba estacionando bonito en casa de mi suegra cuando suena el celular. Era Gladis informándome que José su hermano rescató la grúa de la perdición y le dijo santo y seña de la ubicación. Santo Dios! –exclamé. Trágame tierra!. Otra vez de regreso, y otra vez a carrerear. La camioneta llegó tosiendo, jaloneándose y con todos los focos de alarma encendidos a donde ya nos esperaba la grúa. Por último, con la pura inercia me estacioné. Por fin, la mula descansa en la agencia. El otro significado de la palabra me viene a la mente porque en este momento hay unos relámpagos acompañados por truenos que encandilan y ensordecen. De lo fuerte que llueve, creo que no tardarán en caer mojarras y pejelagartos de este cielo tan encapotado. Los perros (niño y patón) están muy inquietos ¡le temen a los rayos!, son unos berijones como diría mi mamá. Por mi parte no quiero ni levantarme de este mi sillón por temor a que algo más suceda antes de que termine este día tan desdichado. Solo falta un bonito corolario para este hermoso día de sobresaltos,…y acaba de suceder: se fue la luz.

sábado, septiembre 09, 2006

Cosas que pasan

Esta semana recibí dos propuestas de trabajo. Una de ellas me obligaría a radicar permanentemente en el DF y la otra, menos radical, se trata de trabajar temporalmente a nivel corporativo en Villahermosa Tabasco. Me estoy inclinando seriamente por la segunda. Aunque es un proyecto temporal, representa un cambio menos drástico para la familia que ya ha tenido muchos últimamente. Un ejemplo del efecto de estos cambios, lo noté en el trayecto de regreso a casa después de que Gladis y Ale fueron a recogerme a Villahermosa después de mi estancia en GDL. Ale empozó a llorar espontáneamente.
Que te pasa Ale –preguntó su mamá
¡Es que éramos cinco! –Respondió emotivamente cayendo en la cuenta de que ahora solo íbamos tres en el auto.
Ambos guardamos silencio momentáneamente tratando de asimilar su respuesta y entender su consiguiente estado de ánimo (y el nuestro).
Seguimos siendo cinco –Agregué. Para esto, Ale ya había contagiado la lágrima a su mamá.
Soñé el otro día que me veía poniendo tres platos en la mesa para el desayuno –Comentó Gladis rememorando con esto aquellos días en que nuestros tres hijos iban a la escuela.
-Le decía a Kory que se apresurara porque el transporte escolar ya no tardaría.
Estamos en esa transición otra vez, en la que se deja atrás una condición conocida y se entra a otra desconocida. Tomará algún tiempo para que las cosas tomen nuevamente su curso en nuestra casa. Lo que no ha cambiado, es la mala salud de Gladis. Ahora la encontré con síntomas de mareo agudo al grado de necesitar las paredes para sostenerse y caminar. Parece ser que esta borrachera se debe a una infección en el oído según le informó el médico.

miércoles, septiembre 06, 2006

De vuelta

Debido al deterioro de salud de mi padre, me vi en la necesidad de regresar a la ciudad de Guadalajara una semana después de haber regresado a Reforma de nuestra anterior visita. Esta vez regrese solo y hoy cumplo ya mas de 15 dias de estancia en esta perla tapatía disfrutando de la conversación de mis hermanos que cada noche se reúnen en la casa paterna con el fin de reconfortarle los dias al patriarca. Mañana regreso a Reforma a reanudar mis actividades. Hoy Vere (la esposa de mi hermano mayor Gregorio) y Yola, se dieron a la tarea de hacer carne asada. Yo me ofrecí a prender el carbón supervisado por Yola. Después de un momento (lo que dura un estornudo), viendo que yo requería periódico y alcohol para continuar con mi tarea, intervino diciendo: Déjame hermano, tu sabes prender el carbón urbano, yo se prender el carbón de rancho. Tomó una astilla de ocote y la encendió. A continuación le hizo “casita” con trozos de carbón y esperó orgullosa la fogata para que después la mirara este aprendiz de piromaniaco. Solo humo salió de aquel montón de carbón. Después de este fallido intento, entré en acción nuevamente ya preparado de antemano con todas mis herramientas. Ya con la flama en acción, a Cristian (hijo de mi hermana Josefina) se le ocurrió decir –tío, porque algunas personas le agregan sal al carbón?. No terminaba aún de pensar en el posible efecto físico culpable de aquella singular creencia cuando vi a Yola con un puño de sal granulada que sin miramientos esparcía ya en aquella débil flama que ya se batía desesperada urgida de oxigeno. Paso lo inevitable. Aquel “cerro” de sal limitó inmediatamente el poco oxigeno del que se nutría aquella endeble flama asustadiza. Me retiré de inmediato para no contemplar aquel artero flamicidio y con el firme propósito también de rehacer la próxima estrategia que hiciera posible interponer una separación considerable entre el asador y Yola. El próximo intento de encender aquél “cabrón” (favor de intercambiar la “b” por la “r” en esta última palabra) debería ser ineludiblemente exitoso, de otro modo esta comida tan ansiada se iba a convertir en una apremiante cena. Gracias a la intervención de muchos de los presentes que motivados por el hambre optaron por entretener a Yola (como aquellas personas que distraen a un niño con un dulce alejándolo cada vez que se le acerca). ¡Eureka!, ¡Aleluya! Eran los gritos de jubilo que nos vimos impulsados a exteriorizar pero que estoicamente aguantamos para no hacer sentir mas mal a mi hermanita que en ese momento tan dulce e inocentemente corría detrás de aquellos dulces prometidos. Ya encendido el carbón, todos estuvimos a la expectativa de otra posible ocurrencia que diera al traste con aquella flama vigorosa que tanto trabajo representó para todos los expectantes, hambrientos y desesperados comensales.

viernes, septiembre 01, 2006

Equilibrio

Decir “si” a veces suma, pero también a veces resta
Decir “no” a veces ayuda, pero a veces perjudica
“Participar” a veces multiplica, pero también a veces divide
Mantenerse al “margen” a veces da, pero también a veces quita

Mario Benedetti escribió “La vida es un azar, que tentación echar una botella al mar”
Tomar una decisión es como echar una botella al mar. Nunca estaremos totalmente seguros de cual será su resultado.
Lo cierto es que no podemos vivir en una misma posición:
Ni siempre diciendo “si”, ni siempre diciendo “no”
Ni siempre “participando”, ni siempre manteniéndonos al “margen”

Si siempre recibimos, es seguro que siempre a alguien le quitamos
Si siempre damos, es seguro que siempre de alguien recibimos
Si siempre nos beneficiamos, habrá siempre alguien que se esta perjudicando
Si siempre trabajamos, habrá siempre alguien descansando
Si siempre estamos cómodos, habrá siempre alguien que se sienta muy incomodo
Si buscamos con afán el equilibrio, ayudamos a otros a vivir en equilibrio. Lo complicado es que solemos tener un centro de gravedad variable y muy escurridizo. En no pocas ocasiones, yo mismo lo he perdido.