Veo un cuarto azul sin ventanas lleno de dolores, de lamentos, de suspiros, de rezos, de impotencias, de sufrimientos, de cariños, de te quieros, de ternuras, de melancolías, de encuentros y desencuentros,…. pero sobre todo de adioses (con deseos que fueran hasta luegos). Veo ojos húmedos azotados por una turbulencia de emociones. Veo semblantes pétreos esculpidos por la larga erosión del sufrimiento. Veo cuerpos etéreos atravesados por saetas de desesperanza. Veo almas atormentadas e inmóviles cubiertas con el manto oscuro de la impotencia. Veo espaldas encorvadas como sosteniendo una pesada caga invisible largamente transportada.
Veo también breves lapsos de quietud y de silencio. Veo un remanso….quizá el ojo del huracán.
¡Difícil es despedirse para siempre!.
Veo también breves lapsos de quietud y de silencio. Veo un remanso….quizá el ojo del huracán.
¡Difícil es despedirse para siempre!.
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