Fuimos a Sams por una PC para Ale. Me tenía copado con su necesidad escolar que salía a relucir cada vez que le dejaban tarea y en la que urgía hacer esto o aquello en la escuela y no había como cumplir. Afrontar la situación sin una herramienta de teclas y chips de selenio se le hacía harto dificil –según ella. Luego nos dirigimos a suburbia porque Kory quería cambiara una blusa que no cumplió con la expectativa original de hacer sentir a la dueña segura con la imagen que el espejo le regresaba. Mientras Gladis, Ale y Kory se paseaban por la tienda yo me dirigí a la salida para estornudar a mis anchas porque sentía una picazón en la nariz que auguraba una seguidilla de estornudos escandalosos y salpicadores. Después de que se calmó esa sensación de comezón que con frecuencia le ataca a uno cuando tiene gripa –y que por más que uno mire al sol no sale lo que uno espera que salga –mis ojos se posaron en las nubes. Me parecía ver una pila de algodón en el horizonte bañada con el típico color rojizo que da el sol soñoliento de la tarde. Me pasó brevemente por la mente estar contemplando unas montañas untadas de una gruesa capa de nieve esperando que un teleférico cruzara por sus copas y depositara en la cima su cargamento de jubilosos esquiadores todos excitados por sentir el aire fresco azotar su cara anticipando un vertiginoso descenso por la cuesta.
-¡Papá! –grita Ale
- ¿He?
- ¡Mi mamá te está buscando!
-¡Papá! –grita Ale
- ¿He?
- ¡Mi mamá te está buscando!
- Ya voy dile. Necesito vacaciones –pensé.
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