Me siento mejor después de una semana de haber sido un caldo de cultivo de bichos maleantes y maliciosos. Ya el dolor de espalda casi desapareció y la gripa se ha vuelto más benevolente. Mis ojos ya no lagrimean y mi nariz esta contenta de permanecer libre de secreciones molestas. Fue inevitable que Gladis y Ale se salvaran de mis estornudos. Primero le llegó el turno a Gladis y un día después le tocó a Ale. Ahora ambas me reclaman con los ojos llorosos y la nariz roja y acuosa, haber convertido la casa en un foco de infección. Mientras nosotros continuamos batallando para desalojar de nuestra casa a estos huéspedes parásitos, afuera la primavera asoma su rostro sonriente, seguro para contemplar su reciente creación repleta de innumerables macuilis que tiñen el horizonte de color rosa pastel. Que magnífico escenario.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario