Visitas de la última semana

domingo, marzo 19, 2006

Siempre no

Jorge no se operó. Decidió obtener una segunda opinión de otro cardiólogo, con otro aparato, con otra visión, para descartar cualquier error en el primer diagnóstico. Este nuevo resultado se lo darán mañana lunes. Mientras tanto, este fin de semana se fueron a sacudir el estrés a Coatzacoalcos Veracruz. Ahora recuerdo que recién, hace unos días (antes de conocer esta desagradable noticia), habíamos recomendado a Jorge y Maty adquirir un seguro para financiar la universidad de sus hijos. Esta sugerencia surgió por la dificultad actual que nosotros mismos estamos enfrentando con la educación de Pedro y Ale. A ellos les ha ido muy bien en su trabajo (ambos son médicos) y actualmente están saliendo de su mayor compromiso económico que les representó la construcción de su casa-consultorio. Por esta razón creí oportuno sembrarles la idea aprovechando la bonanza del momento y previendo en el futuro tiempos de “vacas flacas”. De hecho, el mismo Jorge fue víctima en su momento de estas jugarretas del destino. Mientras su hermano mayor estudió en una universidad privada en una época de abundancia familiar, él se vio obligado por circunstancias familiares adversas a estudiar en una universidad pública. Hace unos días, esto era solo una idea que se podía elegir o desechar, ahora, con este acontecimiento su elección es casi una necesidad.

Cambiando de tema, estamos ya tocando las puertas de la primavera y el calor esta empezando a aumentar. En esta época, y a causa de que los cuerpos acuíferos se van secando, los animales que normalmente viven en ellos o en sus orillas, emigran a otras zonas con mayor nivel de agua. Esto los obliga a desplazarse de un lugar a otro y cruzar carreteras que los expone a una muerte por aplastamiento y terminar finalmente este peregrinaje en la olla de algún choco hambriento. Hoy de camino a Reforma, me detuve a mitad de carretera para auxiliar a un animal que yacía retorciéndose sobre la carpeta asfáltica víctima de alguna llanta. Parecía una iguana o garrobo (macho de la iguana). El pobre animal estaba sangrando del hocico. El resto del cuerpo (como de 50 cm. del hocico a la punta de la cola) se veía entero por lo que decidí echarlo en la cajuela para ver que se podría hacer por él. Ya en la casa de mis suegros supe que no era iguana ni garrobo. No tenía la cresta característica de esta especie, más bien tenía el lomo liso, como el de una lagartija. Se la di a Martín que con gusto la llevó a la parte trasera de la casa para que se recuperara o sanara sola. Tan se recuperó, que antes de regresar a nuestra casa Martín nos dio la noticia que ya se había escapado. Estoy casi seguro que este animal terminará en el plato de un comensal aficionado a los manjares exóticos.

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