Esta última semana ha sido de mucha lluvia. La tierra se hizo pantano, el charco se convirtió en laguna y el arroyo se transformo en río. Volvió el sentimiento de impotencia a reflejarse en la cara de la gente que vive cerca de tierras anegables. A los costados de las carreteras se alzan improvisadas viviendas hechas con lona, lámina o cartón en las que viven hacinadas las personas cuyas casas están ya entre el agua. El trayecto normal a mi trabajo sigue bloqueado por una fuerte corriente lo que me obliga a dar un largo rodeo sorteando innumerables vados. Hubo días en que todas las carreteras que comunican Reforma con Villahermosa llegaron a tener un metro de altura. Se interrumpió el flujo de personal de Villahermosa a los complejos Cactus y Nuevo Pemex y se tuvo que montar un puente aéreo con helicópteros para transportar al personal de guardia necesario para la buena operación de las instalaciones. La inundación empezó el sábado después de una fuerte y prolongada lluvia que azoto desde la tarde del viernes. Apenas ayer jueves dio señales de disminuir. Este año casi se repitió la inundación del año anterior salvo que ahora el agua perdono el centro de Villahermosa. Se esperan lluvias peores para el mes de octubre y hay poco optimismo en que se logre contener el agua del río Grijalva ante el reclamo que hace de su antiguo territorio. El hecho es que no he presenciado lluvias más abundantes como las de estos dos últimos años. Esto refuerza mis temores de que el clima ha cambiado y que los niveles del mar están subiendo a causa del descongelamiento del hielo de los polos. Villahermosa esta a 8 metros sobre el nivel del mar ¿Será que en unas décadas mas nuestra casa tendrá habitantes de aletas y agallas?
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