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lunes, noviembre 02, 2009

Muertos, vivos y recuerdos.


Ayer todo el día llovió. Fue una lluvia menudita y obstinada que se divirtió lindamente con un jueguito llamado “a que te empapo la grupa”. Con todo, Gladis y Yo nos fuimos a comer a casa de José Manuel un rico horneado de pollo con su respectivo consomé. Pasamos una tarde agradable disfrutando cabalmente su hospitalidad y la de su familia. Pasamos un rato a la nueva vivienda de Don Lucio y Doña Maty, vivienda que también fue nuestra en años pasados. En el tiempo que vivimos en esta casa Kory terminó la primaria y cursó la secundaria, Pedro y Ale cursaron el Kínder y empezaron la primaria. Esta casa fue la que conocieron mis hermanos: Yolanda, Gustavo y Gregorio. Fue el tiempo en que Pedro y Ale hacían preguntas inocentes pero difíciles de responder. Recuerdo aquella que Ale hizo a Yolanda cuando ambas se bañaban juntas ¿Por qué estas goida tú Tía? Ahora, sin duda, Ale sabe la respuesta. Fue en esta casa en la que Pedro acostumbraba correr en el zaguán totalmente desnudo contraviniendo las recomendaciones de su apenada mamá. Fue en esta casa que Kory dio el salto a la adolescencia y se plantó cara a cara con sus múltiples interrogantes. En esta casa la familia se formó el carácter que iba a predominar en los años venideros. Ahora Pedro estudia en Guadalajara Jalisco (espero que vestido), Kory y Ale viven juntas en Villahermosa Tabasco, la primera trabajando y la segunda estudiando, Gladis y Yo continuamos en Reforma Chiapas tratando de terminar bien (o por lo menos no mal) lo que juntos iniciamos hace poco más de dos décadas.

Hoy es día de muertos. Es un día especial para recordar en familia a los que ya no están con nosotros. Es día de ir al panteón a limpiar la residencia permanente de nuestros queridos catrines y catrinas. Es día de ofrendarles a la luz de titilantes velas la comida que más disfrutaban en vida, de llevarles sus cigarritos y su tequila (al cabo ¿qué daño podría hacerles ya?), de llenar su última morada de esas majestuosas esferas de pétalos amarillos llamados cempasúchil, de romper el silencio con rezos y aderezarlo con anécdotas. Es un buen día para que sepan de ellos las nuevas generaciones, y estas, para que conozcan su genealogía y sus raíces. Pero lo mejor de todo es que los vivos conviven, estrechan lazos, se miran como entes que forman parte de un todo aunque muchos kilómetros los separen. Va un recuerdo lleno de añoranza para ti María Patrocinio y para tu compañero de toda la vida Pedro: Ella, con su ajuar de gala, montada en su bellísimo corcel blanco. Él a su lado, montado con garbo sobre lomos de un brioso caballo alazán, vistiendo a la usanza, con sombrero charro y pistola al cinto. Esta estampa se me dibujó al escuchar hace unos días la evocación que mi hermana Toña hacía de su niñez.

1 comentario:

pepe dijo...

Sin dudas Mario es una tradiciòn que ha aguantado los embates del las costumbres de otros paises que por mucho han intentado desplazar màs de una vez y atraves de los maetros de kinder y de primaria, esta costumbre de muchos mexicanos que hasta la fecha siguen manteniendola a flote pesar de los pesares, asi es nuetro mexico, que sabe compartir sus alimentos y gustos de los que un dia estuvieron entre nosotros, ahora que ya no lo estan, pero al fin y al cabo es dar vida por un rato a alguien que seguimos queriendo aunque ya no este fisicamente,, solo sus recuerdos y esto es màs que suficiente para no olvidar este dia en todo nuestro mexicalpan de las tunas