Ayer mis papás me llevaron a mi clase de estimulación temprana. Este es un lugar al que acuden muchos niños de mi edad a hacer un montón de cosas que a veces resultan divertidas. Esta vez hubo magia: hicieron aparecer en el aire unas esferas transparentes que parecían de cristal. Eran como pequeños espejos redondos que se mantenían sin ayuda de nadie suspendidos en el aire. Mientras estos globitos transparentes permanecían flotando a nuestro alrededor, cambiaban de color como los calamares: a veces eran verdes, a veces azules, otras veces rojos o amarillos. Cuando una de estas esferas traslúcidas se me acercaba mucho a la cara podía ver en su superficie curva unos monitos que se parecían mucho a mi mamá y a mi. Luego, cuando quería tomar una de estas bolas para verlas más de cerca ¡zas! ¡desaparecían! Se esfumaban como por arte de magia. Mi mamá y yo nos dimos a la tarea de hacerlas desaparecer con ahínco conforme iban apareciendo. Las había grandotas y pequeñitas; a mi me gustaban las grandotas porque eran más fáciles de agarrar y porque al desaparecer dejaban en mi mano una sensación fresca y chispeante como pringas de sal de uva en un vaso con agua. Cuando yo esté más aventajado en mis clases de estimulación temprana sabré muchas cosas más. No hay duda que así será. Sabré por ejemplo que a estas esferas se les conoce con el nombre de pompas de jabón. Claro, sabré también que la palabra pompa se utiliza para designar aquella parte del cuerpo que utilizamos para sentarnos; por eso, y para evitar malas interpretaciones, yo mejor les llamaré burbujas de jabón. También sabré que los colores con los que se visten las burbujas de jabón son los mismísimos colores que el arco iris utiliza para hacernos brotar los suspiros. Mis clases de estimulación temprana me animan a aprender cada vez más y mejor, y esto es lo que yo quiero. Como ya dije antes, soy una persona que tiene grandes aspiraciones. Así, cuando yo sea grande y tenga barba como mi papá, y me conozca la ciudad de cabo a rabo como mi mamá, podré conocer y disfrutar al máximo uno de los descubrimientos más grandes de la humanidad: la metáfora. Sólo entonces podré gozar de la herencia que nos han dejado tantos sabios que ya se fueron; herencia que este mundo, saturado de información, mucho desdeña. Quisiera (como mi abuelo Mario intenta), además de conocer el significado de las palabras, conocer algún día el significado de las ideas, ó memes, como los definió Richard Dawkins en su ensayo "el gen egoísta". Me gustaría mucho poder conocer las metáforas desde mi más temprana juventud como aquellas tejidas en los versos de "cantares" que escribió el gran poeta español Antonio Machado:
...yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón
N del T. Ustedes dirán que este Machado era un loquillo ¿Amaba los mundos sutiles? ¿cuántos mundos conocía el Sr Machado pues? ¿No andaría persiguiendo extraterrestres como Jaime Maussan? No, nada de eso. Los poetas se toman siempre holgadas libertades para construir sus propias metáforas. Aquí por ejemplo, si nos atenemos al refrán tan conocido que dice "cada cabeza es un mundo"; entonces, desde mi muy particular y humilde punto de vista, "los mundos" son "las personas". De aquí se desprende suponer que el poeta amaba realmente a poquísimas personas, puesto que en este recochino mundo, todos sabemos que es difícil encontrar personas que simultáneamente sean: sutiles, ingrávidas y gentiles...como pompas de jabón.
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