Hace algún tiempo ya que no disfrutaba de mi familia materna como en estos días que pasamos en Guadalajara. Ver a todos mis hermanos reunidos fue un regalo que no esperaba recibir. Creo que mis hijos disfrutaron de la compañía de sus tíos y primos como yo lo hice con mis hermanos y sobrinos. Realmente este viaje no estaba programado pero bien valió la pena realizarlo. Fue para mí un placer estar en la casa de cada uno de ellos y que nos hubieran permitido ser parte por un momento de su respectivas familias. Agradecemos el tiempo que nos dedicó cada uno tomando en cuenta que lo hicieron robando tiempo a su descanso y en ocasiones a su trabajo (ellos no estaban de vacaciones). Agradezco en especial a mi hermana Yolanda y a su familia (Juan, Jenny, Rodrigo) que nos acogieron la mayor parte del tiempo ya que es evidente que alteramos durante 15 días su vida cotidiana. Asimismo, aprecio infinitamente el tiempo que mi hermano Gustavo nos dedicó abriendo un valioso hueco dentro de sus múltiples ocupaciones. Disfrutamos igualmente de los guisos y del yogurt de Toña, del pozole de Chepina, de los tamales y capirotada de Adelita, y de las agradables conversaciones nocturnas con Goyo y Chuy.
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