En esta ocasión, esta palabra tiene doble significado para mí. El primer significado se lo doy por lo poco afortunado que hemos sido en estos días. El sábado Gladis se llevó la camioneta a Cárdenas Tabasco ocupándola por primera vez desde aquella desafortunada reparación de la transmisión. Ya de regreso, la camioneta se paró cual mula terca y no hubo poder terrenal que la hiciera avanzar un poquito aunque sea para salir del puente en que se quedó. No se si por venganza o desesperación (o ambas), Gladis decidió darle a la camioneta el mismo trato: la dejó tirada en la carretera y se fue a pedir ayuda a Reforma. Lucio y David fueron por ella y le cambiaron la batería después de diagnosticar que con seguridad era eso. La camioneta arrancó como si nada y ahí terminó el asunto. Gladis volvió a ocupar la camioneta hasta hoy y una vez más la dejó tirada (que horror!), ahora en Reforma. Fui a donde me dijo que estaban y encontré solo la camioneta. De ella nada! Me dirigí entonces a la casa de su mamá y nada! Maty chica la llevó tal vez con el mecánico fulanito –me informó Doña Maty. Enfilé entonces con el mecánico fulanito y nada! Yo creo que ya hasta esta echando mecánica don fulanito –pensé. Llegué otra vez a donde estaba la camioneta y nada!. Ni Gladis ni el mecánico fulanito. Mientras refunfuñaba mi desgracia, vi pasar una camioneta como la de Maty chica. Si fueran ellas me habrían visto cundo pasaron por aquí –pensé inocentemente. Esperé un rato más en el lugar (yo no traía celular). Ya medio inquieto decidí ir otra vez a la casa de su mamá. Ahí la encontré platicando sin trazas de acordarse de la camioneta. Creo que las vi pasar –dije. Si, Maty y Yo fuimos a comprar pollo –dijo. Tienes la póliza del seguro –le interrogué. No, supongo que ha de estar en la camioneta –contestó. Y nos fuimos de regreso otra vez a donde estaba la susodicha mula blanca patas de hule. Encontré la póliza del 2004 y del 2005 en la guantera pero nada de la póliza del 2006. Con seguridad esta en la casa –me comentó Gladis con un tono tranquilizador. Tal vez no la pusimos en la guantera porque te la dieron cuando estaba en el taller por lo de la transmisión y también por las carreras del viaje a GDL –se apresuró a decir. Cansados ya de tanta zancadilla de la suerte, nos fuimos a la colonia con toda la celeridad de que es capaz Gladis (poquito más rápida que una tortuga pochitoque). Ya con la póliza correspondiente, llamé a la grúa para que se llevara a la agencia de una vez a tan enfermiza troca (¿será cierto eso de que todo se parece a su dueño?). Necesito saber la dirección exacta en donde se encuentra el vehículo para enviarle la grúa –me informó la operadora al otro extremo de la línea. En que dirección está la camioneta? –pregunté urgido a Gladis. No sé –me responde. Madre mía, ayúdame con este trago! –pensé. Me vi en la necesidad de colgar porque nunca supimos el nombre de las calles. Gladis aprovechó el teléfono para llamar a la dueña de la tortillería de enfrente y nada, al empleado de la tortillería y nada. Por fin consiguió unos nombres de calles tan dudosos para nosotros como los resultados de las elecciones presidenciales para muchos mexicanos. Y ahí voy one more time a Reforma casi con la certeza de que la grúa se iba a perder en las calles intrincadas de ese pueblito de mi esposa. Y que creen? A un cuarto del camino ya recorrido se me vino a la memoria que no traía las llaves de la camioneta. Por enésima vez voy de regreso (por llaves y celular). Ya en Reforma esperé la grúa casi una hora y media y nada. Ya desesperado, me subí a la camioneta y encendí el switch y aleluya ¡encendió! Voy a dejarla con la mamá de Gladis –pensé. Antes de que se le ocurra fallar otra vez. Ni bien me estaba estacionando bonito en casa de mi suegra cuando suena el celular. Era Gladis informándome que José su hermano rescató la grúa de la perdición y le dijo santo y seña de la ubicación. Santo Dios! –exclamé. Trágame tierra!. Otra vez de regreso, y otra vez a carrerear. La camioneta llegó tosiendo, jaloneándose y con todos los focos de alarma encendidos a donde ya nos esperaba la grúa. Por último, con la pura inercia me estacioné. Por fin, la mula descansa en la agencia. El otro significado de la palabra me viene a la mente porque en este momento hay unos relámpagos acompañados por truenos que encandilan y ensordecen. De lo fuerte que llueve, creo que no tardarán en caer mojarras y pejelagartos de este cielo tan encapotado. Los perros (niño y patón) están muy inquietos ¡le temen a los rayos!, son unos berijones como diría mi mamá. Por mi parte no quiero ni levantarme de este mi sillón por temor a que algo más suceda antes de que termine este día tan desdichado. Solo falta un bonito corolario para este hermoso día de sobresaltos,…y acaba de suceder: se fue la luz.