Hoy me levanté con la noticia de que Raúl Velasco ha muerto. Con Él muere su programa “Siempre en domingo” y su famosa frase “Aún hay Más”, frase que fue acuñada más por necesidad que por ingenio. Inventar una frase para evitar que los televidentes no cambiaran de canal durante los comerciales y que permanecieran cautivos por 5 o 6 horas continuas que duraba su programa era vital. Este programa duró 28 años al aire y terminó en 1998 cuando su conductor enfermó de hepatitis si no mal recuerdo. Mi generación se desarrolló viendo este programa y escuchando las canciones que ahí se cantaban por primera vez. Yo no había terminado mi primaria cuando empezó a salir al aire este programa. Este conductor de TV, querido por algunos y odiado por otros tantos, definitivamente influyó en mucha gente. Influyó sobre todo en los artistas y cantantes de esa época. Él decidía quién sería famoso y quien no. De ese tamaño era el poder que tenía sobre los destinos de la gente. Ahí nacieron cantantes como Luis Miguel, Ricky Martin, Juan Gabriel, Vicente Fernández, Maná, Yuri, Tatiana, Lucero, Flans, Pandora,…y la lista sería interminable. Quien no recuerda o sabe de la India María, personaje que se dio a conocer en este programa persiguiendo siempre a su guerito correlón?, Quien no conoce a Julio Iglesias que usó este programa como plataforma que lo impulsó al lugar en donde esta ahora?. Ese programa establecía modas, creaba necesidades, encausaba gustos, y además entretenía (y congelaba o destruía a los que no se disciplinaban). Las canciones que se dieron a conocer ahí, cuando las escucho ahora, me regresan a aquellas mismas escenas del pasado que viví en el momento en que las escuché. Podrá no gustarme la música, la letra, o la situación vivida, pero invariablemente me trae al presente (o me lleva al pasado) aquel misma pedazo de película, sea esta agradable o no. Así pues, ese ciclo se cierra ahora, de aquí en adelante “ya no habrá más”.
Visitas de la última semana
domingo, noviembre 26, 2006
domingo, noviembre 19, 2006
Comida exótica
Hoy comí armadillo. Es una carne que por lo general consumo solo cuando me la invitan. Esta elección obedece a que prefiero ver estos animales vivos, deambulando libres en su hábitat natural. Tengo la esperanza (incauto) de que más personas, además de un servidor, puedan tener el placer de encontrarse con uno de estos animales en su estado natural. Entiendo que mi elección no representa ninguna diferencia en la futura suerte que le espera a las distintas especies comestibles que deambulan aún en estado salvaje en esta tierra. Cada vez se dificulta más encontrarse con iguanas, tortugas, monos, guajolotes salvajes, ya no se diga de animales mayores como venado, puerco de monte o cocodrilo. La razón de esto es la ocupación bípeda cada vez mayor en las áreas selváticas y su particular interés por el consumo de lo exótico. Desafortunadamente entre más escaso es el animal, más codiciado es su consumo o su posesión. Tengo el gusto de ver casi diariamente más de alguna de estas especies de animales. Algunas de ellas, con una gran capacidad de adaptación como negándose aguerridamente a su destino de extinción. Por ejemplo, en el edificio de oficinas en el que actualmente trabajo, existe un canal de agua casi estancada, oxigenado artificialmente a través de unos agitadores motorizados. En ese estanque de agua verdosa viven alegremente y sin que nadie las moleste, unas 50 iguanas de todos tamaños. Estos lagartos milenarios se pasean cómodamente por el área verde de la rivera, trepando a los poquísimos árboles y arbustos existentes. Nadie las alimenta ni tampoco las molesta y comen de los pequeños brotes y hojas de los árboles que a estas alturas lucen ya pelones. Estas iguanas son acompañadas por medio centenar de patos graznadores que nadan majestuosos en ese mismo estanque pantanoso. Este hábitat es de ellos y viven como reyes totalmente fuera del alcance de las personas ajenas a la empresa y que mucho les gustaría verlas en un plato al mojo de ajo.
sábado, noviembre 11, 2006
Cuadrúpedos al volante
La casa en la que vivimos esta ubicada en una zona rural. Esto nos obliga a ser clientes frecuentes de las carreteras para satisfacer la más mínima necesidad. Anteriormente disfrutaba manejar el tramo de 30 minutos que separa mi hogar de Villahermosa Tabasco. Ahora ya no me divierte tanto. La razón es el incremento de neuróticos al volante (o tal vez sea el agotamiento de mi inocencia) circulando con una actitud francamente porcina. Un automóvil dirigido por este tipo de ser antropomorfo es equivalente a un tiranosaurio rex. Si, ese animal instintivo y depredador cuya masa corporal es desproporcionadamente grande en comparación a su masa cerebral. Yo mismo he sido muchas veces hostigado y otras veces víctima de este tipo de energúmenos que piensan que las calles y las carreteras son sus vías y que es obligación de los demás “darles el paso” cuando por desgracia te encuentras adelante de uno de ellos en el camino. Una de las prácticas favoritas de este tipo de entes es evitar la espera en una cola de autos formada por algún accidente o algún trabajo de remozamiento. Su método es evitar la cola circulando por el acotamiento hasta la zona del taponamiento. Ya ahí, “avienta” el auto contra el primero de la fila cerrándole con esto el paso al siguiente. Así cumple su cometido; burlarse de todos los de la fila. Los que respetamos la cola somos para él unos pobres estúpidos que nos gusta perder el tiempo. Ah, y todavía ese animal te enseña los colmillos si le ganas el paso. Si le ganas el paso, esa actitud es suficiente para que uno sea víctima de un “cerrón” criminal más adelante, como una advertencia (o intento de asesinato): Pa’ que aprendas que a mí nadie me hace eso.
Hace unos años fui testigo de una de las peores actitudes de uno de estos depredadores; una señora al volante de un auto compacto iba en compañía de una niña, seguramente su hija. Circulaba por el carril lateral y se tuvo que parar porque le tocó la luz roja del semáforo. Este fue su único error. Digo error porque el carril en que paró había un señalamiento de “continúa con precaución”. Inmediatamente una camioneta que tenía tras ella empezó a usar el claxon de manera violenta. Lógicamente, la señora ya nerviosa con esta agresión directa, no se podía mover para ningún lado. Entonces este animal hizo lo impensable, se acercó al auto compacto hasta hacer contacto con su cajuela (por la diferencia de alturas no lo hizo con la defensa) y la empujó a la fuerza como medio metro hacia adelante. Ya a esta altura, la señora empezó a gritar desesperadamente, y la niña que la acompañaba lloraba a grito abierto asustada por la situación y además por ver el estado desencajado de su madre. Esta actitud de sus víctimas pareció avivar el instinto exterminador del animal y acto seguido se echó de reversa el medio metro que las había remolcado para embestirlas inmediatamente sin miramientos ni contemplaciones. Repitió la misma embestida 2 o 3 veces hasta que la luz verde del semáforo vino en auxilio de aquellas aterradas e inocentes víctimas. En cada envestida, los cuerpos de las infortunadas rebotaba en los respaldos de los asientos impulsándolas luego hacia adelante con violencia como muñecas de trapo. Este demente (como de 40 años) no tiene madre ni familia –pensé con franca cólera e impotencia.
Hoy, fui testigo de la misma escena. ¡Otro animal y otra victima! –pensé mientras caminaba por la banqueta en dirección a mi coche. Solo que esta vez el desenlace fue muy distinto. La escena se desarrolló igual que la anterior. Primero la típica violencia con el claxon y posteriormente el típico “empujón” con la defensa. El depredador estaba tan saturado de violencia y ávido ya de embestir a su presa que no se percató de que tenía a un policía federal de caminos ante su ventanilla. Justicia divina –pensé. La víctima en esta ocasión era nada menos que ¡ese mismo policía federal! que se había bajado de su RAM después de haber "sentido" el empujón del que fue objeto. En esta ocasión los papeles se invirtieron, el depredador paso a ser presa. Entonces subí satisfecho a mi coche esbozando una leve sonrisa de satisfacción por la escena contemplada y por ese desenlace inesperado. Deje atrás al nuevo depredador y a la nueva presa enfrascados en su lucha de poder y de violencia.
Hace unos años fui testigo de una de las peores actitudes de uno de estos depredadores; una señora al volante de un auto compacto iba en compañía de una niña, seguramente su hija. Circulaba por el carril lateral y se tuvo que parar porque le tocó la luz roja del semáforo. Este fue su único error. Digo error porque el carril en que paró había un señalamiento de “continúa con precaución”. Inmediatamente una camioneta que tenía tras ella empezó a usar el claxon de manera violenta. Lógicamente, la señora ya nerviosa con esta agresión directa, no se podía mover para ningún lado. Entonces este animal hizo lo impensable, se acercó al auto compacto hasta hacer contacto con su cajuela (por la diferencia de alturas no lo hizo con la defensa) y la empujó a la fuerza como medio metro hacia adelante. Ya a esta altura, la señora empezó a gritar desesperadamente, y la niña que la acompañaba lloraba a grito abierto asustada por la situación y además por ver el estado desencajado de su madre. Esta actitud de sus víctimas pareció avivar el instinto exterminador del animal y acto seguido se echó de reversa el medio metro que las había remolcado para embestirlas inmediatamente sin miramientos ni contemplaciones. Repitió la misma embestida 2 o 3 veces hasta que la luz verde del semáforo vino en auxilio de aquellas aterradas e inocentes víctimas. En cada envestida, los cuerpos de las infortunadas rebotaba en los respaldos de los asientos impulsándolas luego hacia adelante con violencia como muñecas de trapo. Este demente (como de 40 años) no tiene madre ni familia –pensé con franca cólera e impotencia.
Hoy, fui testigo de la misma escena. ¡Otro animal y otra victima! –pensé mientras caminaba por la banqueta en dirección a mi coche. Solo que esta vez el desenlace fue muy distinto. La escena se desarrolló igual que la anterior. Primero la típica violencia con el claxon y posteriormente el típico “empujón” con la defensa. El depredador estaba tan saturado de violencia y ávido ya de embestir a su presa que no se percató de que tenía a un policía federal de caminos ante su ventanilla. Justicia divina –pensé. La víctima en esta ocasión era nada menos que ¡ese mismo policía federal! que se había bajado de su RAM después de haber "sentido" el empujón del que fue objeto. En esta ocasión los papeles se invirtieron, el depredador paso a ser presa. Entonces subí satisfecho a mi coche esbozando una leve sonrisa de satisfacción por la escena contemplada y por ese desenlace inesperado. Deje atrás al nuevo depredador y a la nueva presa enfrascados en su lucha de poder y de violencia.
lunes, noviembre 06, 2006
Métodos gagsteriles
Es indudable que el extremismo esta echando raíces en México. Escucho en las noticias la explosión de tres bombas en el DF, veo con incredulidad los hechos en el estado de Oaxaca, con asesinatos y todo tipo de confrontaciones. Veo la incapacidad total del gobierno para manejar la situación y fomentar con su ostracismo la anarquía ascendente que vive esa población en la que son rehenes de ambos bandos (maestros y appo) la mayoría de la población. Ya vivimos nosotros mismos una situación igual en Reforma y no se la deseo a nadie. Estoy absolutamente seguro que existen personas que no comulgan con ninguno de los dos bandos y que desean que la tranquilidad retorne para la seguridad de ellos y de sus hijos. Esta parte de la población ¿a quién recurre? ¿Ante quien se queja? ¿A quién le reclaman que sus hijos perdieron el ciclo escolar y echaron un año de sus vidas a la basura? ¿A quien reclaman sus pérdidas económicas los comerciantes o los que viven del turismo? Que injusticia para todos aquellos que trabajan y que no viven especulando por lo que el gobierno les pueda ofrecer (para que se aplaquen) a través de mecanismos que tienen mas de chantaje que de movimiento social. A esta forma de “pedir” le veo más parecido a la antigua forma que tenían los gagsters de “vender” protección (de ellos mismos claro) a todos aquellos pobres y desafortunados comerciantes ubicados en su territorio. Esto es una vil forma de extorsión. ¿Quién parará esto? ¿Cuándo? ¿y a que precio?
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