Un día de esta semana llegó a casa Ale ya sin sus brakets. Es increíble como hace cambiar algo tan sencillo la vida de una persona (sencillo pero muuuuuuy caro). Llegó con una sonrisa de oreja a oreja, como diciendo -¡Hey, mírenme! Yo, de plano, ya estaba cansado de pagarle sus vacaciones al médico. Un año y medio duró mi contribución. Entre mas subían las comisuras de Ale, más bajaban las mías. Pero valió la pena el sacrificio; la sonrisa de Ale me hizo olvidar los ganchos al hígado que recibía cada vez que su mamá la llevaba a su consulta. Lo más importante es que ella quedó satisfecha con el resultado. Se nota que así es. Pero yo no descanso, ahora esta asistiendo con una nutrióloga para que le quite esa manía que tiene de comer chucherías. Total, sigo siendo rehén de la estética y la salud. De plano, estoy pensando seriamente en ir con el psicólogo para que me ayude a superar la enfermedad de “botarate” crónico que me aqueja. ¿De cómo se siente Ale? Solo echen una miradita al metroblog de bulolu para que se den una idea.
Hoy hablé con mi hermano Guy. Nos echamos una buena platicadita por el chat –Bueno, sería mejor decir una escribidita. Me comunicó que en este día cumple 8 años su hijo Gustavo. A su edad, yo no sabía lo que eran las barras paralelas, ni las argollas, ni veía el tren pasar todas los días, por consiguiente…no había manera de que me subiera en él. Un servidor, apenas nadaba de perrito, diría que sabía lo indispensable como para no hundirme en el agua como lo haría cualquier piedra volcánica. En cambio, este niño de apenas 8 años, ya esta curtido en la férrea disciplina de la gimnasia, de la natación y de la escuela. Además ve pasar el tren todos los días, por consiguiente…puede abordarlo cuando así lo decida él. Un fuerte abrazo para mi sobrino Guy Junior, de parte de su tío, de Ale, de Gladis y de pititito el orejón…y muy patón.
Hoy hablé con mi hermano Guy. Nos echamos una buena platicadita por el chat –Bueno, sería mejor decir una escribidita. Me comunicó que en este día cumple 8 años su hijo Gustavo. A su edad, yo no sabía lo que eran las barras paralelas, ni las argollas, ni veía el tren pasar todas los días, por consiguiente…no había manera de que me subiera en él. Un servidor, apenas nadaba de perrito, diría que sabía lo indispensable como para no hundirme en el agua como lo haría cualquier piedra volcánica. En cambio, este niño de apenas 8 años, ya esta curtido en la férrea disciplina de la gimnasia, de la natación y de la escuela. Además ve pasar el tren todos los días, por consiguiente…puede abordarlo cuando así lo decida él. Un fuerte abrazo para mi sobrino Guy Junior, de parte de su tío, de Ale, de Gladis y de pititito el orejón…y muy patón.
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