Esta semana que esta a punto de expirar estuvo llena de inicios. Gladis abrió su negocio de tacos el viernes. Fue un día bastante ajetreado para ella. A cada momento los imprevistos le saltaban por todos lados: los quemadores (hornillas) no lanzaban la llama como deberían, el taquero resultó balín, el consomé resultó un tanto descolorido, los clientes se quejaron por el consomé frío, le pidieron un chile molido que no tenía, la publicidad no cumplió con las expectativas y la dependienta de la pollería se le escapó. Total, a media mañana ya estaba tan estresada que poco faltó para que lo mandara todo por un tubo. Por otro lado, Kory asistió a su primer día de trabajo en la compañía shulemberg. Aunque es cierto que en esta compañía se trabaja mucho, también es cierto que las oportunidades de desarrollo son muy buenas para los que demuestran una buena actitud y una buena disposición hacia el trabajo. La clave para un buen desarrollo profesional es simple: hay que poner siempre a lo que hacemos valor agregado y tener un gran sentido de la anticipación (hacer antes de que soliciten). Además, Pedro obtuvo un honroso segundo lugar en el concurso de mecatrónica de su escuela estableciendo además un record durante la competencia. Recuerdo que de chamaquito le gustaba desarmar todo lo que se le ponía enfrente para transformarlo luego en “algo que se moviera”. Debido a esta inclinación, Gladis siempre renegaba con él porque le sacaba las baterías a los controles remotos y a las linternas para luego adaptarlas a sus frankestein. Igual me pasaba a mi cuando necesitaba un desarmador u otra herramienta que no encontraba donde debería estar. Invariablemente, cuando algo no aparecía en su lugar, el que la buscaba gritaba ¡Pedro!…no había más. Ni que decir de las cosas que desarmaba, algunas de ella útiles aún. Del otro inicio yo soy el protagonista. En esta semana atendí una invitación para colaborar en el Complejo Procesador de Gas Nuevo Pemex para trabajar en un proyecto muy ambicioso de generación de energía eléctrica que Pemex llevará a cabo junto con la iniciativa privada. Por lo pronto mi comisión es por 90 días. Haber como pinta este asunto.Hoy Gladis ya se siente mucho mejor, se ve menos tensa, eso si, muy cansada. Mañana piensa descansar, y de aquí en adelante desea hacer lo mismo todos los lunes. Por otro lado, a Kory la están asustando sus compañeros de trabajo con el cuento de que el jefe que le tocó es muy gritón y exigente. Yo le diría que no se preocupe, tener un jefe exigente es lo mejor que le puede pasar a uno, más aún cuando uno lo tiene desde su primer trabajo. En lo personal, lo que sé es gracias a haber tenido la suerte de contar desde la escuela con algunos guías con esas características. Los jefes buena onda, complacientes y chistosos por lo general lo condenan a uno al ostracismo y la mediocridad profesional. Casi como regla general, cuando los jefes exigentes se convencen de la buena actitud y disposición de sus colaboradores, invariablemente los apoya y los promueve. En una corporación, la palabra de los exigentes vale, y vale mucho. Claro, existen algunas excepciones, de que hay brutos exigentes y con iniciativa los hay. Ojalá no sea este el caso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario