Terminó el mes de agosto y con él se fueron las flores del framboyán. Es una época en que la vegetación crece rápidamente regada por las lluvias que depositan los huracanes que nos visitan desde el caribe. Me gusta el olor del pasto recién cortado; es un aroma que invita a detenerse y a dar profundos respiros. Digo esto porque hace unos días hubo en el complejo una campaña para recuperar de aquella mancha verde algunas áreas invadidas. La vegetación estaba tan alta que fácilmente podía caminar alguien por ella sin ser visto. Una vez terminada la poda, las áreas despejadas aparecieron bastante diferentes; entonces descubrí que lo que estaba oculto tras aquella densa vegetación era un intento de jardín. Lo mismo pasó en la casa, Gladis se vio obligada a contratar a una persona para que recuperara el esplendor de sus plantas del tremendo zacatal vivienda de gran cantidad de bichos. Por otro lado, se esta terminando la primera mitad de septiembre, mes patrio en el que pululan las banderas y toda clase de artículos que nos despiertan el sentimiento nacionalista. Ya pasado el debate curulero sobre el tema tan importante y “trascendente” de legislar sobre la forma del informe presidencial y de negociar el descabece del IFE (institución supuestamente “independiente”), nuestra honorable y patriota casta política ya ha de estar dirigiendo su infinita sapiencia para legislar sobre la forma y el lugar en el que se han de dar los sucesivos gritos de independencia. No hay duda, tenemos mucho que celebrar este 16 de septiembre. ¡Viva México!
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