Que bonito es ver llover y no mojarse. Hoy me despertaron truenos y relámpagos. No es frecuente escuchar esta clase de borlote en las mañanas, por lo general vienen acompañando al ocaso. Hoy les dio gana dejarse venir con el alba. Pero no llegaron solos, los acompañaba una lluvia tupida compuesta de gotas gordas que caían verticalmente. No había ni el más mínimo viento que las desviara de su trayectoria recta. Inexorablemente iban tras su destino…un estrepitoso ¡plas!. Me paré un instante en el umbral de la puerta esperando el valor suficiente que impulsara a cualquiera de mis pies a dar el primer paso. Mientras mis dos miembros terrestres se echaban un “volado” a ver quien se responsabilizaba de mojar al resto del cuerpo, mis ojos estaban como hipnotizados con la cascada que tenían enfrente, formada por la marquesina que tiene la casa en la entrada principal y magnificada por la pendiente del techo de dos aguas. Por fin, el pie derecho se animó a dar ese paso ingrato que llevó al resto del cuerpo a recibir un cubetaza de agua fría que me dejó el poco pelo que me queda como lamido de vaca. Luego, otra cortina de agua me recibió al entrar a la cochera. Esta terminó de mojar lo que me quedaba seco. Esta lluvia me acompañó hasta el complejo. Debo agradecer a la lluvia además de la compañía, la lavada de carrocería. Ya le hacía falta al pobre coche una bañadita.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario