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miércoles, septiembre 19, 2007

Mala pata

Había escuchado últimamente a mis compañeros quejarse de la mala suerte de sus esposas al ir conduciendo en Villahermosa. El mes pasado mi amigo Enrique estaba preocupado por que a su esposa le habían golpeado el coche por atrás cuando conducía en el centro. Como consecuencia de esto, anduvo con collarín varios días. Ayer, un compañero del trabajo recibió una llamada de su esposa comunicándole que recién le habían golpeado el coche por atrás. Una vez que colgó el teléfono, lo vi llevarse las manos a la cara exclamando “No, otra vez no”. Hoy me tocó a mí. Recibí una llamada de Gladis a medio día informándome que le habían golpeado el coche por atrás. Afortunadamente ella no recibió el choque en forma directa, fue la que estaba estacionada atrás la más perjudicada (otro corsa). Este coche si quedó muy dañado. Ojala el nuevo reglamento de transito ponga un poco de orden y haga que aflore el sentido común (aunque sea a la fuerza) entre aquellos conductores que no quieran prestarnos sus calles. Mientras tanto ya nos perjudicaron, ahora tendremos que prescindir del coche por lo menos 15 días para que le enderecen la cajuela que le quedó un tanto descuadrada. Además, tendré que perder medio día de mañana cumpliendo con los requisitos que pide la aseguradora. Ya desde ayer pintaba mal la cosa; la señora que le ayuda a Gladis me llamó al trabajo (cosa que nunca hace a menos que sea una urgencia) y la conversación marchó más o menos como sigue:
-Don Mauro?
-Si, él habla. Qué pasó?
-¡Hay Don Mauro!, fíjese que el perro medio mató a un gallo y no he podido comunicarme con Doña Gladis, no me contesta el teléfono.
En ese momento mi imaginación se echó a volar ágilmente –De seguro se le salieron los perros y ya andan masacrando a los vecinos –pensé.
-Le ha estado llamando a su celular?
-Si, pero no me contesta.
-Llámele a la casa de su mamá ¿sabe usted el teléfono?
-No.
Bueno, horita que cuelgue llámele al número…¿lo anotó?
-Si.
-Dígame, se le salieron los perros?
-No. Los perros no se salieron, fue el gallo el que voló y calló adentro. Se los quité tan rápido como pude pero para entonces el pobre ya no tenía plumas y en algunas partes ni pellejo.
Me quité un gran peso de encima al escuchar que no fueron los perros los que cazaron al gallo.
-Bueno, llame a Gladis a ese teléfono y haga lo que ella le diga y colgué.
Ya en la tarde a la hora de la comida Gladis me informó lo que le ordenó hacer –lleve lo que quedó del gallo a la dueña y explíquele lo que pasó exactamente como me lo dijo a mí.
-¿Y que fue lo que le dijo la dueña? –pregunté.
-Dígale a Gladis que no se preocupe por este gallo pendejo…¡para que se metió el muy cab…!
Por cierto, hoy se cumplen 22 años del terremoto que azotó a México aquella fatídica mañana del 19 de septiembre de 1985. En aquel entonces pasé por esa ciudad a menos de un mes de sucedido este desastre y la cosa estaba francamente fea.

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