No he estado quieto últimamente. Estoy en constante ebullición. Ojalá esto fuera producto de alguna bebida burbujeante, pero eso está ahora fuera de mi mente y de mi alcance también. Puedo decir que son muchos los asuntos que se me vinieron encima y que es poco el tiempo que tengo para resolverlos. Cada uno de ellos exige de mi la misma atención. Trato de calmarlos poniéndolos en formación como a soldaditos ante su general y les explico amablemente que serán atendidos de uno en uno, ordenadamente. Pero este ejército tiene más de mitin mexiquense que de hueste castrense. A sus efectivos les gusta la anarquía, lanzar consignas rimadas, hacer pintas en paredes y vitrinas. Todo intento de ordenanza es infructuoso. Están descocidos, andan como diablos de Tasmania haciendo aspavientos y enseñando los colmillos igual que una jauría de lobos ante la grupa sangrante de un inerte caribú. El ambiente está impregnado con bríos de amotinamiento, es tenso y ruidoso como amortiguadores de carreta en camino pedregoso. Me siento como aquellos pobres desmembrados de la edad media que momentos antes de morir veían volar sus extremidades tras el caballo desbocado que momentos antes se las había arrancado. Hoy no hay remansos, ni respiros, solo asuntos terrenales que claman resolución. Para todos tengo gas, tiempo es lo que me falta. Así que hagan cola mis asuntitos. Por ahora no hay nada más efectivo que ustedes puedan hacer.
1 comentario:
Eso picaros indisciplinados ssiempre estan en lo mismo, tratando por algún lado darnos dolor de cabezas, pero hay que aquietarlos, dandoloes un cos o algo más y más fuerte, ahi sabras sacarlos adelande o pos si no mandalos por ultimo a la guerra solo que no le des fusiles, a la guerra y sin fusil
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