Ayer fuimos Gladis y Yo a Villahermosa a comprar los arreos necesarios para asar carne en honor a Pedro que se encuentra con nosotros desde el sábado pasado. Compramos sirlon y diezmillo. También compramos papas que Gladis prepara cocidas con especias y que le quedan para chuparse los dedos. Hoy el día se ha estado nublando de a poquito. Pareciera que las nubes se hubieran puesto de acuerdo para pasar por aquí acercándose a paso lento. Se acercan de forma casi imperceptible como para no inquietar a los que caminamos abajo. Ahora mismo viene a mi el siseo apagado que el agua produce al golpear los ventanales de la casa. El aroma inconfundible que la tierra desprende al ser tocada por el agua me reconcilia pronto con el mundo. Pedro ya limpió la cochera y preparó las mesas para el asadero, cosa que me sorprendió pues este es un trabajo que normalmente hace un servidor. Luego vino para avisarme que iba a encender el carbón, cosa que me sorprendió aún más pues es un trabajo que generalmente le produce urticaria y arto desasosiego. Así que aprovechando el tiempo que me sobró al recibir la ayuda inesperada de mi hijo me puse a teclear un poco en esta bitácora que últimamente he tenido en el olvido y platicarles de mis planes de hoy. Bueno, ustedes me disculparán pero acabo de recibir una porción de bistec aderezado con una generosa guarnición de vegetales que me dispongo a comer.
1 comentario:
Porvecho Mario, si que es una envidia de mi parte, pero la vida nos da sorpresas y que bueno por vos, ya que lo inesperado te causo extrañeza, asi son los hijos y creo que , vos como yo algún día causamos esa misma impresíon y tambien causamos el mismo efecto, que sigas disfrutando de tu hijo, que bien merecido lo tienes, hay va el hombre, haciendose cada vez más hombron, ah¡ la envidia es sana ya sabes a mi no llego el pedido un hijo varon, pero ahi estamos ya con los nietos, amasandolos como si fueran propios...
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