Desde niño me ha gustado mucho la época en que caen las primeras lluvias del año. Pero no esas lluvias esmirriadas llamadas cabañuelas que nos lanzan esporádicamente las nubes secas de abril o mayo, no. Tampoco aquellas gotas orondas y huérfanas que las nubes nos arrojan como con gotero como si estubieran alimentando con maíz gorgojiento y de mal ganchete una parvada de palomas hambrientas. Me gustan las lluvias de gotas gordas que descienden muy juntitas unas de otras para caer perpendiculares a la terra como tubitos de cristal. Me gusta cuando la tierra humea con deleite como si fumara la pipa de la paz a la vez que se regocija con las partículas acuosas que le rozan y le humedecen su polvorienta y agrietada superficie. Disfruto estar de pie en el zaguán, cuando el aliento tibio y húmedo del viento nos jadea su ventolera mojándonos la cara con los hilos líquidos que va juntando en su anárquica carrera. Me estremezco cuando las nubes truenan con su escandaloso parloteo, cuando el relámpago hiere el aire y en algún apartado lugar de la tierra un ser vivo es vaporizado por el destello poderoso e inmolador en beneficio de los demás. Me gusta la canción que el viento entona cundo sopla entre las ramas de los arboles haciendo que los granos acuosos tamborileen miles de hojas danzarinas a la vez ¡Qué alegría! ¡Que frescura! ¡Que aroma! ¡Que paz!
1 comentario:
Ahora que tengo sembrados chiles habaneros morados o chiles cubanos observe que regando todos los diás la plantación crecio bien, pero al caer la primera lluvias las plantas se dieron una buen estirada y de paso polinice la florecitas que no querian dar el fruto y ahora coseche mis chilitos, saludos Mario la lluvia es refrescanta para la vida en general...
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