Ayer, recién acabado de llegar a casa procedente de Reforma, fui abordado por Ale al salir de la cocina.
–Papá, quiero hablar contigo –dijo.
–¿Que paso? –repliqué.
–Mira! –dijo señalando con el dedo índice atrás de donde me encontraba.
Al voltear observé a un joven espigado recargado en la pared a un costado de la puerta que yo acababa de atravesar.
–Él es Ricardo, mi novio –terminó diciendo bastante desenvuelta.
Sorprendido por el descontón, extendí entonces mi mano a Ricardo que naturalmente se encontraba algo nervioso.
–¿Así que eres el novio de Alejandra? –Pregunté mientras nos estrechábamos las manos.
–Tenemos una semana de novios –terció Ale sin demora para ampliar la información.
–¿Estudian en la misma escuela? –Pregunté dirigiéndome a Ricardo. –No, yo estudio en la universidad Olmeca.
–Bueno, toma asiento Ricardo –Dije apresurado, con el fin de retirarlo de ese lugar desde el cual me había emboscado.
Supe de Ricardo, que estudia el primer semestre de la carrera en Derecho Empresarial. Que sus papás son maestros de primaria. Su mamá es de Paraíso y su papá es de Macuspana; ambos municipios de Tabasco. Hasta donde sé, Ricardo fue el que tomó la iniciativa de presentarse ante nosotros. Por lo pronto, dio una buena muestra de cortesía, tratando en todo momento de agradar a los papás de su novia. Me dio la impresión (por la carrilla de Ale) que Ricardo tenía algunos temores hacia mi. Él hizo de tripas corazón y no perdió la compostura. Tampoco externo comentarios desatinados como suele suceder en estos casos. Solo se concretó a sonreír ante los comentarios que Ale lanzaba aludiendo sus temores. Los antecedentes que uno de novio tiene de sus suegros (antes de conocerlos), son los dichos de su novia. Si la relación de la novia con sus padres es buena, entonces los antecedentes que el novio tiene de sus suegros serán buenos, por consiguiente, el primer encuentro será bueno. De lo contrario, el novio se convertirá en una especie de Robin Hood que responderá con soberbia ante la dictadura y barbaridades de sus suegros para con su novia, haciendo el primer encuentro y la futura relación un auténtico desastre sin posibilidad de solución. A fin de cuentas, lo que le importa al polizón es quedar bien con la capitana aunque los marinerillos protesten. Espero que cuando a Pedro le llegue la hora de presentarse ante sus suegros, sea lo suficientemente inteligente en dejar atrás las desavenencias que su novia pueda tener con sus padres. En boca cerrada no entran moscas como lo demostró ahora Ricardo. Uno de novio, tiene que ir a ese primer encuentro dispuesto a aguantar callado cualquier andanada de improperios, claro, mientras no llegue a la agresión física. Después de todo, uno tiene a su favor el último recurso: salir de esa casa y no volver jamás. Eso sí, siempre con dignidad y respeto, y dándole su lugar a cada quién.
–Papá, quiero hablar contigo –dijo.
–¿Que paso? –repliqué.
–Mira! –dijo señalando con el dedo índice atrás de donde me encontraba.
Al voltear observé a un joven espigado recargado en la pared a un costado de la puerta que yo acababa de atravesar.
–Él es Ricardo, mi novio –terminó diciendo bastante desenvuelta.
Sorprendido por el descontón, extendí entonces mi mano a Ricardo que naturalmente se encontraba algo nervioso.
–¿Así que eres el novio de Alejandra? –Pregunté mientras nos estrechábamos las manos.
–Tenemos una semana de novios –terció Ale sin demora para ampliar la información.
–¿Estudian en la misma escuela? –Pregunté dirigiéndome a Ricardo. –No, yo estudio en la universidad Olmeca.
–Bueno, toma asiento Ricardo –Dije apresurado, con el fin de retirarlo de ese lugar desde el cual me había emboscado.
Supe de Ricardo, que estudia el primer semestre de la carrera en Derecho Empresarial. Que sus papás son maestros de primaria. Su mamá es de Paraíso y su papá es de Macuspana; ambos municipios de Tabasco. Hasta donde sé, Ricardo fue el que tomó la iniciativa de presentarse ante nosotros. Por lo pronto, dio una buena muestra de cortesía, tratando en todo momento de agradar a los papás de su novia. Me dio la impresión (por la carrilla de Ale) que Ricardo tenía algunos temores hacia mi. Él hizo de tripas corazón y no perdió la compostura. Tampoco externo comentarios desatinados como suele suceder en estos casos. Solo se concretó a sonreír ante los comentarios que Ale lanzaba aludiendo sus temores. Los antecedentes que uno de novio tiene de sus suegros (antes de conocerlos), son los dichos de su novia. Si la relación de la novia con sus padres es buena, entonces los antecedentes que el novio tiene de sus suegros serán buenos, por consiguiente, el primer encuentro será bueno. De lo contrario, el novio se convertirá en una especie de Robin Hood que responderá con soberbia ante la dictadura y barbaridades de sus suegros para con su novia, haciendo el primer encuentro y la futura relación un auténtico desastre sin posibilidad de solución. A fin de cuentas, lo que le importa al polizón es quedar bien con la capitana aunque los marinerillos protesten. Espero que cuando a Pedro le llegue la hora de presentarse ante sus suegros, sea lo suficientemente inteligente en dejar atrás las desavenencias que su novia pueda tener con sus padres. En boca cerrada no entran moscas como lo demostró ahora Ricardo. Uno de novio, tiene que ir a ese primer encuentro dispuesto a aguantar callado cualquier andanada de improperios, claro, mientras no llegue a la agresión física. Después de todo, uno tiene a su favor el último recurso: salir de esa casa y no volver jamás. Eso sí, siempre con dignidad y respeto, y dándole su lugar a cada quién.
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