La mañana de hoy salí de la casa rumbo al trabajo no sin antes haber batallado indeciblemente para apearme de la cama. Esto siempre me sucede los fines de semana y se recrudece todavía más si la madrugada es fría. Además, ahora se sumó el desvelo producido por las malas noches que me ha hecho pasar las dolencias de mi oído. Debido a que ayer llovió, la madrugada de hoy amaneció fresca. ¡Cuánto trabajo para separarme de los mullidos edredones! Cuando salí de la casa no llovía, apenas llevaba recorridos un par de kilómetros y empezó a lloviznar, otro par de kilómetros más y la lluvia ya caía en forma. Antes de completar la primera mitad del recorrido ya los limpiadores no daban abasto para quitar el agua del parabrisas. Al iniciar la segunda mitad del recorrido la intensidad de la lluvia ya había disminuido y así fue reduciéndose a medida que avanzaba. De pronto terminó tan abruptamente como empezó. En el trabajo no había ningún indicio de haber caído una sola gota de agua. Todo esto pasó en un trayecto de aproximadamente 10 kilómetros. Igual que la lluvia repentina de hoy, ayer recibimos la visita inesperada de los papás de Gladis. Estuvieron con nosotros Maty y su familia, la familia de una prima, la abuelita de Gladis, Cory y su nuevo novio Alejandro, y Ale. Ayer pues, la casa estuvo alegre y bullanguera.
1 comentario:
que dicha tienes mario de que en un rato te arman la jarana y tu casa de no tener ruidos por la escases de miembros, ahi te caen como caidos del cielo felicidades, se que siempre tienes un ricon disponible para la familia y en tu condominio que tienes por corazòn
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