Gladis y Yo estamos en las Garzas como casi todos los fines de semana. Admito que extraño el ambiente de tranquilidad que se vive en la colonia. Me gusta estar aquí sobre todo cuando llueve y hoy amaneció lloviendo. Me relaja escuchar el murmullo que el viento arranca a las palmeras. El rumor que produce el golpeteo continuo de las gotas al chocar oblicuas contra las hojas de los árboles. Qué gran sensación. Ya no se diga salir al umbral de la puerta y recibir en el rostro la briza fresca que el revoloteo del viento lleva a todas partes. Aspirar el olor dulce de la tierra y el zacate mojados. Escuchar el trino de las aves que no cesa a pesar del viento y de la lluvia. Luego la calma. Esa calma en la que solo se oye la conversación del silencio, el sigilo de la noche, los pasos del secreto y el susurro del misterio.
1 comentario:
Que bueno es tener un remanso cuando menos un vez a la semana para sentir consentido por lo que un quiere y el lugar que añora, sentir la naturaleza ser parte de ellá y congratularse en unio con lo que no rodea es infinito no fino, lo malo a todo esto es que el tiempo no perdona y parece ser que cada día es más implacable con uno, pero cuanto tengamos el tiempo para estar en contacto con lo que nos gusta ahi debemos de estar, sin más demora de preabulos, que le den largas a la espera de estar a la do de la frescura que representa la tierra humeda despues de una pequeña llovizna, saludos Mario, que estes bien...
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