Visitas de la última semana

viernes, agosto 25, 2006

El tianguis

Hoy fui al tianguis con Yola. Aquí se encuentra de todo, desde una muñeca tuerta y calva hasta un libro de William Faulkner. Caminamos entre las conversaciones cotidianas de vendedores y compradores: ¿Cuánto vale esa cámara de video? –preguntó un posible cliente a una joven de edad indefinible que atendía un diminuto montón de artículos usados. 800 –responde.
-¿Sirve?
-Solo le hace falta la batería.Era evidente que el estado de la cámara no correspondía en absoluto con el halagador diagnóstico de la muchacha. La cámara tenía huecos por todas partes, señal inequívoca de que esos hoyos sirvieron de alojamiento en alguna época remota a los indispensables botones de control. El inocente y crédulo comprador atinó a decir –pero, ¿y estos agujeros?. No esperé el desenlace de esta transacción. Continué mi camino algo intrigado pensando si este comprador realmente esperaba encontrar un artículo de esta naturaleza en buen estado, en ese precio, y que además ¡funcionara! o si tal vez se trataba de un estudiante avanzado de electrónica tratando de conseguir refacciones para reparar su propia cámara de video. Continuamos el camino sumidos en el incesante murmullo de la gente hasta que llamó mi atención un libro huérfano ubicado entre algunos hilachos deslavados cuyo título en letras de oro y fondo azul titilaba bajo los rayos del sol. Era una edición de 1982 de la novela “santuario” de William Faulkner impresa en España y bellamente empastada. ¿Cuánto cuesta? –pregunto. 12 -contesta una señora bajita de aproximadamente 60 años. Yola le extendió el dinero y ella puso en sus manos el libro. Mas adelante encontré entre novelas de jazmín y de Mariana Vargas, un libro de álgebra que pude comprar en 10. Yola compró un banco (para sentarse) en 20 que Juan su esposo anduvo cargando estoicamente hasta llegar a la casa.

jueves, agosto 17, 2006

Estrenando escuela

Al igual que Pedro, Ale esta estrenando escuela. Después de mucho estira y afloja, decidió por fin continuar en el mismo colegio en el que estuvo Pedro. La razón del cambio fue por que su anterior colegio no incluyó el bloque administrativo que ella quería. Los temores más grandes que Ale tenía para cambiar de colegio eran dos; dejar a sus compañeros actuales y a no adaptarse a los nuevos. Solo un día le bastó para desechar sus temores. Según nos contó la recibieron muy bien. Todos los compañeros se presentaron con los nuevos alumnos y esto le dejó una grata impresión. Me quedó la sensación de que la transición no fue lo incomoda que ella había imaginado. Lo que me preocupa ahora, es el ambiente relajado que impera en su salón, según se desprende de sus propios comentarios. Espero que no se adapte a esto y se mantenga a una distancia prudente de este movimiento. Por otro lado, Pedro nos contó sus planes. Continuará practicando Voli, deporte que ya había iniciado en el bachillerato. Además nos comentó de su plan de aprender a tocar violín. Particularmente, siempre había tratado de interesar a mis hijos por la práctica de algún instrumento musical, cosa que no había logrado con ninguno de ellos. Estoy totalmente convencido de que la lectura de la música ayuda a la mente a pensar rápido y por anticipado (igual que el juego de ajedrez), además de ayudar al ejecutante a desprenderse del estrés acumulado por los problemas cotidianos. Pedro tiene la ventaja de tener unas manos que serían la envidia de cualquier músico de cuerdas o de teclados (dedos esbeltos y largos). Ojalá se decida, y si lo hace, espero que pueda mantener el interés lo suficiente como para pasar la primera etapa de aprendizaje que por lo regular es la mas tediosa y en la que se quedan los músicos marca patito.

lunes, agosto 14, 2006

En el bosque.

Estando en GDL fuimos una vez mas a Mazamitla por invitación de mi hermano Guy. Fue grato estar una vez más en contacto directo con la naturaleza. Esta vez pasamos dos noches y un día disfrutando el aire fresco y limpio del bosque. Disfruté de las mañanas neblinosas y del susurro hermoso que el viento producía al pasar por el dosel de agujas formado en la copa de los robustos pinos. Me reconforté en las noches con el crepitar de la leña resinosa ardiendo en la chimenea mientras me arrellanaba en el sofá entre cobertores y almohadas. Me relajó recorrer los caminos empedrados y estrechos que serpenteaban entre pendientes pronunciadas amurallados casi siempre por cabañas rústicas o enormes pinos impregnados de rocío. Escuché con frecuencia el murmullo de algún riachuelo despistado al recorrer su trayecto irregular bañando con su cristalina sustancia las rocas musgosas de su camino. Pude observar la gruesa alfombra natural del bosque formada de hojas, ramas, agujas y piñas de pino que invitaban al paseante a recorrerla. Me fue posible observar a las ardillas juguetear con gracia y saltar de un pino a otro por los puentes formados por las ramas esbeltas entrecruzadas en lo alto de las copas. Disfruté de los amplios jardines ricos en plantas de ornato colmadas de flores de vivos colores que contrastaban siempre con la carpeta verde que formaba el pasto tupido y magníficamente recortado. Gladis se quejó un poco de lo frío del agua, pero a excepción de esto disfrutó igual de la tranquilidad y la paz que transmitía el lugar. Ale se divirtió de lo lindo en compañía de primas y primos sin resentir para nada el cambio brusco de temperatura. Pedro por su parte, seguramente tratando de habituarse a su futura condición de exiliado, lo observé algo retraído. Nos dimos una vuelta nocturna por la plaza en la que casualmente se rendía homenaje al patrono del pueblo. Aquello estaba abarrotado de personas. La mayoría de ellas vistiendo sus mejores trapos, daban vuelta alrededor del quiosco en el que una orquesta tocaba instrumentos de viento, interpretando claro esta, música de banda. Otro grupo de personas se reunía en torno a los juegos mecánicos disputándose entre si un lugar para sus hijos mientras que otros se enfrascaban en la compra-venta de todo tipo de productos característicos de las originales verbenas populares. Pude observar en un rincón de la plaza los últimos toques que los artífices de los fuegos artificiales hacían al típico “castillo” que tenían programado encender a las 12 p.m. Dejamos la plaza antes de las 12 p.m. con el firme propósito de dormir temprano y estar en GDL a las 8 a.m. del día siguiente para que Tania alcanzara a llegar a sus clases.

viernes, agosto 11, 2006

¿Por que leer literatura?

Personalmente, cuando tengo la necesidad de hacer una crítica, emitir una opinión o elegir una opción, por lo general recurro a la fuente inagotable de la literatura. Un escritor se vale de la prosa o de la poesía para desahogar sus problemas existenciales, comunicar su interpretación de la vida o explicar los sucesos que le tocaron vivir desde su perspectiva, estilo, y muy particular punto de vista. Todo esto bajo el disfraz de un cuento, de una novela, de una crónica, de un ensayo, de una fábula o de una poesía. Lo que escribe y transmite un escritor esta impregnado por sus vivencias y el alcance de su obra esta acotado solo por su propia censura a diferencia de los que escriben en periódicos, revistas, televisión, radio o artículos de opinión en donde tienen que ajustarse además a “determinadas” reglas impuestas por los patrones y sus intereses. Aunque es cierto que existen muchos escritores que alquilan su pluma para hacer propaganda sobre pedido en medios masivos de comunicación, hay otros que lo hacen por ser el único medio que tienen de subsistir. Esto se debe a que los mexicanos no acostumbramos comprar su producto “independiente” (sin censura): El libro de literatura. La persona que compra un libro de literatura con la intención de leerlo solo como pasatiempo (como se lee una tira cómica, un hecho histórico, una novela de amor o una de vaqueros), esta iniciando un proceso que lo llevará a ser uno mas de tantos lectores decepcionados que no comprenderán lo leído. Introducirse en la prosa de la literatura no es cosa fácil cuando se hace por primera vez. Exige de nosotros paciencia, concentración, capacidad para asociar ideas, dominio del lenguaje, imaginación y sobre todo una gran disposición para pensar e investigar. Otra cosa importante es leer la mayor cantidad de autores (nacionales y extranjeros) posibles. Esto evitará saturarse con una sola ideología y un solo estilo de comunicar ideas. Si se lee siempre un mismo autor o una misma corriente ideológica es más fácil caer en el fundamentalismo excluyendo toda oportunidad de conocer los hechos desde otras perspectivas y otros diferentes estilos. El escritor hace una crónica de un suceso como un fotógrafo hace una película de una boda. Un fotógrafo filmará solo aquellos sucesos que le parecerán importantes y dignos de preservar (desde su punto de vista). Es más, si se contrata a dos o más fotógrafos, cada uno filmará cosas bien distintas. Uno tal vez se interese por las ocurrencias de los invitados. Otro tal vez prefiera las discusiones de los borrachos. Otro tal vez se incline por la solemnidad de los familiares. Viéndolas separadamente, ninguna de las películas mostrará lo mismo que las otras y no por eso una será más verdadera que las demás. Indudablemente verlas todas nos acercará mejor a la realidad. Nada nos conducirá mejor a la verdad de un acontecimiento que la literatura porque es el resultado del pensamiento libre de un autor que escapa a menudo a la tijera voraz de los editores –Al cabo nadie lee y si se hace pocos entienden –piensan. Muchos escritores usan la literatura para mostrar las “señales” que antecedieron a los problemas del pasado no tanto para evitarlos en el presente sino para preparar al lector para que los reciba de la mejor manera posible ya que estos siempre se repetirán. Ni modo, así es la humanidad: crédula en su mayoría, de memoria volátil y con una disposición obsesiva para volver sobre sus pasos.

miércoles, agosto 09, 2006

En Guadalajara

Salimos de Reforma 4 personas el domingo 23 de julio y regresamos solo 3 el lunes 7 de agosto. Pedro se quedo a estudiar la universidad en este lugar. Lo dejamos en casa de mi hermana Yola. Fue difícil la despedida. Me recordó las ocasiones en que yo mismo me despedía de mi Mamá. Fue como una regresión al pasado. Hay despedidas que calan hondo y sin duda esta fue una de ellas, al menos para mí. Después de la despedida y ya de regreso, guardamos silencio por espacio de media hora (Ale, Gladis y Yo), cada uno sumergido en sus propios pensamientos, tratando de asimilar o explicar el asiento vacío que ahora llevaba nuestro coche. Ahora nuestra casa tiene ya dos recamaras vacías y cada que pienso en eso me invade un desasosiego algo difícil de explicar. Pienso que ya no somos una familia joven, en la que todos nos sentábamos alrededor de la mesa al regreso de la escuela y del trabajo. Ahora somos una familia mas bien madura en la que esas mismas reuniones (antes diarias), ahora se dilatarán algunos meses. La despedida de mi papá fue muy difícil. Su enfermedad lo tiene postrado casi permanentemente. Me despedí de él con la desagradable sensación de que tal vez sea la última vez que nos veamos, nos toquemos y nos dirijamos la palabra. Su vista cansada, su delgadez, su andar pausado y sus infinitas dolencias contrastan con el recuerdo de aquel hombre recio, trabajador y valiente que guardo de él. Ahora los dos Pedro Conchas se juntan, coinciden en el mismo lugar al mismo tiempo. Uno lleno y el otro casi vacío. Me complace que el Pedro Conchas de acá este junto al Pedro Conchas de allá (su abuelito) después de todo el Pedro Conchas de acá lleva el mismo nombre en honor del Pedro Conchas de allá.