Hemos recorrido ya el primer tercio de la estación de invierno y el sol esta iniciando su tránsito por la constelación de cáncer. Es época de lluvias y de vacaciones escolares. Empiezan las migraciones de los citadinos a las provincias turísticas de siempre y los provincianos, inician su propio éxodo a las grandes ciudades de su preferencia. Los noticieros dan fe del abandono de las ciudades; todos sus habitantes se dan a la tarea de buscar una salida que los aleje de su origen y los haga olvidar la rutina del trabajo. Para los que se quedan, surge invariablemente el sentimiento de que se están privando de un derecho universal y sagrado. Los que no salen, sienten que el descanso se les niega. Afortunadamente no me eclipsa ese sentimiento, además de no haber tiempo ni dinero. Ni modo, me tendré que conformar con ver noticias por tv tan vizarras como la que se dio a conocer hace días: Chichén Itza , una de las nuevas maravillas del mundo está en un terreno que es propiedad privada. Quién no se divierte además con el famosísimo cuento chino y sus 205 millones de dólares, dinero que dice le guardó al PAN bajo la amenaza de “copela…o cuellos”. No hay duda, mejor que los cuentos mexicanos… solo los chinos.
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