La tía jesusita es la hermana mayor de mi mamá. No la conozco. Si alguna vez la miré lo hice a una edad tan temprana que sus facciones ya fueron erosionadas por el tiempo. Ignoro si aún vive, si así fuera, tendría ahora una edad muy avanzada. Su vida estuvo siempre rodeada de misterio y de silencio, al menos para mí. Pocas veces oí mencionar su nombre en las conversaciones que mi mamá sostenía con sus hermanos. Asimismo, mi mamá platicaba poco de ella con nosotros. Parecía como si ella misma hubiera estado imposibilitada por alguna razón desconocida a tener noticias de su hermana. Lo que mi madre sabía de mi tía, supongo, eran las noticias que llevaban a su casa los visitantes y amigos comunes. Por el escaso conocimiento que mi madre parecía tener del tema, era evidente que los vínculos comunes con mi tía fueron extremadamente escasos. Recuerdo que el año en que murió mi madre, asistieron a su sepelio solo dos de sus tres hermanos vivos (de siete que originalmente fueron), mi tío Antonio y mi tío Encarnación. El hermano ausente fue precisamente la tía Jesusita que en aquél tiempo, según lo afirmó mi tío Encarnación, continuaba con vida. Hace unos tres años tocó el turno a mi tío Encarnación, el cronista de la familia, de embarcarse con Caronte al reino de Hades. Su deceso fue una pérdida lamentable porque hace muchos años, cuando nuestra familia era joven, cada que mi padre se veía obligado a salir de la casa Él tomaba el papel de figura paterna. Este fuerte vínculo entre Él y nosotros fue mantenido y fomentado por mi madre quién siempre le guardó un especial agradecimiento y cariño. Además de la irreparable pérdida física de mi tío, la familia perdió junto con Él todo el legado de información genealógica que guardaba en su prodigiosa memoria. Hace un par de años visité al único sobreviviente de los hermanos Muñiz Camacho, mi tío Toño. No quise dejar pasar la oportunidad (quizá la última) de escudriñar un poco en el pasado de mi tía Jesusita y la razón de su casi nula relación con sus hermanos y descendientes.
Pues mire Mario, la cosa estuvo así. Mi hermana fue robada (raptada). Fue separada violentamente del seno familia por el sujeto que ahora es su esposo. Así eran antes los usos y costumbres. Ella no eligió a su compañero, más bien, su compañero la escogió a ella. Su vida ha sido de callado sufrimiento y de total sometimiento. Su esposo era extremadamente celoso y tenía una reputación cabalmente comprobada de malo. Llegaba a nuestros oídos que la golpeaba aún estando embarazada. Dejamos de visitarla para evitarle más problemas con Él. Nuestras visitas furtivas nunca fueron bien recibidas en su casa, no por causa de ella claro está, más bien esta reticencia fue motivada por las constantes amenazas que Él le hacía a ella a causa de esto. Por consiguiente, las visitas poco a poco se fueron espaciando hasta suspenderse totalmente con los años. Después llegaron los hijos, por desgracia, con el mismo carácter que el de su padre. La relación de esos hijos con su madre, fue la misma que ellos vieron y aprendieron de su padre.
Con absoluta certeza de que jamás la conoceré, lanzo este recuerdo a la red, igual que un náufrago lanzaría una botella al mar, con la secreta intención de que llegue a un modem lejano, y que un macho joven, celoso y maleante lo lea y se de cuenta cabal de lo que ocasionará su aberrante estupidez y animalismo.
8 de marzo, día internacional de la mujer.