Visitas de la última semana

miércoles, enero 07, 2009

Fin de semana en carretera 2

Después de pasar la noche en San Cristóbal con un terrible dolor de pierna en el muslo derecho sin duda producto de mi mala circulación y a las continuas horas al volante (me la pasé dando vueltas en la cama en gran pleito con los borregos que no se dejaban contar) me levanté como sonámbulo a darme una ducha con agua caliente para despabilar y sacudir la terrible modorra que tanto me amargó la noche. Después del desayuno nos fuimos en bola a dar un recorrido por el mercado de artesanías que por cierto estaba atestado con gente de todos colores y formas que pululaba entre los puestos como en una gusanera. Llamó mi atención que un tercio de los artesanos eran extranjeros del tipo mochilero (de rasta con borra y tatuaje colorido) que comerciaban collares, sortijas, aretes, etc. La artesanía expuesta era mayormente elaborada con ámbar que es un material muy común y representativo del estado de Chiapas (famoso por su pureza). Pasado el medio día retornamos al asfalto con rayas blancas ahora con dirección a Chiapa de Corzo con el firme propósito de no parar hasta llegar a la orilla misma del Cañón del Sumidero. Llegamos al famoso kiosco de Chiapa de Corzo único en su tipo construido con ladrillo rojo en el siglo XVI con la forma de la corona de los Reyes Católicos de España. Después de estar a la sombra del kiosco resguardándonos un poco del calor picante de la tarde nos dirigimos al embarcadero con las testas protegidas con sombreros y cachuchas para evitar las quemaduras del sol durante el recorrido en lancha que nos llevaría por el río Usumacinta hacia los altos despeñaderos hasta llegar a la presa chicuasen. El recorrido de dos horas de ida y vuelta valen bien la pena. Íbamos como 16 personas en una lancha rápida de potente motor que se alzaba continuamente sobre la cresta de las olas producidas por otras lanchas para caer estrepitosamente haciendo saltar el agua a los costados de la embarcación en medio de la algarabía de sus ocupantes. Nos vimos todos en la necesidad de quitarnos los sombreros y las cachuchas para evitar que el fuerte viento las arrancara de nuestras cabezas. Lo bueno fue que el sol ya estaba amainando y sus rayos eran detenidos por sendos relices que se alzaban a ambos lados del río. El fuerte viento nos arremolinó el cabello hasta dejarlo como chuzos de puerco espin. Toda incomodidad (que no fue mucha) valió la pena a cambio de los estupendos escenarios observados en el recorrido de alrededor de 80 km a través de montañas y bosques con todo tipo de aves, monos araña, cocodrilos…y plásticos. Regresamos al embarcadero ya en el ocaso y nos dirigimos inmediatamente a calmar el hambre que para esa hora ya era mucha. Le entramos duro a los tamales típicos; de mole, de bola, de elote, de chipilin, de masa colada, etc. Salimos de Chiapa de Corzo ya entrada la noche del domingo y paramos en Tuxtla Gutierrez por una chalina que doña Maty olvidó en el hotel donde pasamos la noche del viernes…de ahí, sin parar hasta Reforma Chiapas. Llegamos alrededor de las 12:00 pm bastante moliditos pero satisfechos.

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