Se terminaron las vacaciones de Pedro. Regresó a Gdl el domingo. Regresó sin Pachis, su gato. Ahora el minino (de color miel, atigrado y boludo) deambula por este territorio como si nunca se hubiera apartado de él. Lo malo es que observa con ojos turbios a los cuyos que Ale tiene como mascotas mientras los asecha relamiéndose los chuzos blancos que tiene por bigotes. Ha tomado el hábito de afilarse las uñas en sillones y alfombra sin importarle la andanada de zapatos o de chanclas que le zumban la cabeza. Sale felizmente al jardín a practicar el arte de la caza con toda clase de insectos rastreros y voladores. Olisquea y asecha largamente los agujeros y juega despreocupado con todo objeto que se mueve. El zoológico aumentó. Nos acompañan en la casa 2 perros (niño y patón), dos cuyos (las gordas), un loro (paco) y un gato (pachis). El idilio y las andanzas de pachis terminan cuando le sale al paso un gato que suele vagabundear los alrededores. Entonces se engarrota adoptando una figura pétrea mientras el otro le ruge encorvado haciéndole patente sus malsanas intenciones.
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