Esta imagen del parque museo La Venta muestra los esfuerzos realizados por las autoridades tabasqueñas para proteger la integridad de los monumentos arqueológicos de la cultura Olmeca durante la inundación de 2007 (noviembre). Este parque es una de las atracciones turísticas más significativas del estado por ser el lugar en el que se resguardan los vestigios colosales de la cultura más antigua de toda mesoamerica: Los Olmecas. Estos símbolos de orgullo tabasqueño y patrimonio cultural de todos los mexicanos fueron utilizados por 3 integrantes de un culto (secta, según los medios) como elemento principal de un rito o ceremonia que tenía como fin, según algunas versiones no oficiales, exorcizarlas de presencias mailignas. Según versiones oficiales, las esculturas fueron rociadas con una mezcla de jugo de uva, aceite y sal dejándoles una mancha amoratada permanente que daba la apariencia de haber sido curadas con toques de violeta. Según versiones extraoficiales que circulan de boca en boca se trató de vino tinto, mezclado con aceite y sal. Así pues, esta acción parece indicar que la cabeza olmeca fue obligada a participar en una ceremonia en su honor (su primera comunión) para que su pecado de soberbia (dejarse adorar por los turistas) sea perdonado. Por consiguiente, tal vez para limpiar dicho pecado, fue rociada con la sangre simbólica del cordero: vino tinto. La congregación no tuvo problema en pagar la fianza de 300,000 pesos para liberar a sus fieles feligreses cuya honorable acción y alto sacrificio fue a todas luces en bien de la humanidad.
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