Es viernes. La luz rojiza del ocaso está engullendo lentamente la tarde. Estoy recostado en mi viejo sofá escuchando el gorgoreo de las aves que me llega del exterior. Cierro los ojos y parece que estoy en medio de un gran aviario. Me imagino a los pájaros saltando felices de una rama a otra eligiendo la mejor fruta para comer. Otros quizá se mudan de árbol buscando nuevos compañeros o tal vez se marchan a explorar por nuevos sabores y texturas. Sobresale entre el parloteo de las aves el zumbido característico de las chicharras. Espero que anuncien lluvia. El calor causa sofoco y hace palpitar la cabeza.
1 comentario:
MARIO, hace unos escasos días hable algo sobre el ocaso en el blogger que me hicistes tú favor de ayudarme a instrumentar a lo que agradezco tanto que es incontable numericamente y ahora tú te refieres al atardecer bullicioso del entorno que reina en el lugar preferido de tú aposento que es tu viejo sofa, yo te invito a que nos pongamos de acuerdo todos para ir algun día de estos y contemplar la ida del REY una tarde, a la orillas del mar como lo narro en el blog.. gracias por compartir con nosotros tu lugar favorito de tu hogar....
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