Fin de semana de trabajo. Ir y venir a (de) Villahermosa atravesando no pocos retenes militares. Calor en ascenso reforzado por aires acondicionados remilgosos. Días deslumbrantes seguidos de noches largas de insomnio. Tiempo de cuidarse esperando no estar en el lugar equivocado, a la hora equivocada. Temor a salir de noche por culpa de tanto parásito guevón convertido en eficiente ladrón con la asesoría y complicidad de bizarras autoridades porcinas. En fin, la vida continúa. La naturaleza no se equivoca y espero ver pronto un escenario mejor.
Visitas de la última semana
domingo, febrero 27, 2011
sábado, febrero 19, 2011
Buen día
Día agradable y con pinta para ser utilizado para leer trepado en una bulliciosa hamaca. Día saturado con el canto de las aves: pitidos agudos, graves, lentos, rápidos. El sonido es continuo y armónico. Los rayos del sol se afilan y mejoran notablemente su puntería situación que aprovecha la vegetación que con lentitud y sin remilgos ya prepara su vistoso ajuar para recibir con júbilo la próxima primavera. Como ya dije en mi post anterior, los macuilis ya empezaron a mudar sus hojas verdes dejando espacio a los redondos ramilletes de flores lilas semejantes a bocinas de fonógrafo en miniatura. El calor va en ascenso, lento pero continuo, inyectando energía a todo lo que se mueve y/o crece. Este efecto de excitación se siente en todos los rincones: agua, tierra y viento. La vida está despertando de su sueño (pesadilla) invernal.
miércoles, febrero 16, 2011
De un año siniestro a otro ambisiniestro
Los macuilis están iniciando su floración. Es curioso ver como florecen escalonadamente como para no competir por los espacios en los que más adelante todos tendrán que depositar sus semillas. Poco a poco el aire fresco va dando paso a otro más templado. Todo esto pasa a nuestro alrededor mientras que nosotros (Gladis y Yo) apenas podemos mantenernos lúcidos tras una avalancha de acertijos que nos ha lanzado algún perverso guasón. El inicio del año anterior fue probablemente uno de los peores que me ha tocado vivir en muchos años. Sin embargo, el tiempo transcurrido de este otro ha estado plagado también de malos momentos y de tintes muy sombrios. Estoy en espera que se resuelvan dos de los principales, y que por desgracia ninguno depende de lo que yo haga o deje de hacer: el robo de mi auto y la suspensión de mi salario. Seguiré esperando que la pasiente administración gubernamental trabaje, mueva sus pesados engranajes rechinadores, y machaque lo que tenga que machacar. No hay más.
domingo, febrero 13, 2011
Día de agradecer
Ante esta ola de violencia en que vivimos hoy en día no me queda más que agradecer que sigamos caminando bajo el sol. Deseo a toda la gente de bien que ha padecido de cerca esta pandemia que Dios les de fuerza y tengan la voluntad de sobreponerse a sus terribles secuelas. Para aquellos afortunados que aún no se han topado con un tiroteo, un secuestrador, un asaltante o un estafador hagan lo posible para que disminuya esa posibilidad. No asistan a bares o discotecas y no transiten de noche por lugares solitarios. Para aquellos que tengan la desgracia de toparse con cualquiera de estos depredadores no se resistan y traten de conservar a toda costa lo más valioso que tenemos: la vida.
domingo, febrero 06, 2011
Después de la lluvia
La lluvia cesó. Las nubes mudaron su color obscuro de combate a un color gris de mayor conciliación. El jardín de la casa se reanimó después de haber bebido agua en abundancia. La papaya que sembró Gladis en el jardín y que tiene apenas un metro de altura ya presume tres frutos rollizos, mientras que la gardenia no ha dejado de obsequiarnos sus flores grandes y olorosas. Fue un día claro, transparente, de colores resplandecientes. hierbas y pastizales, recién enjuagados, alardearon con su brillante estampa verdosa. Esta noche fue de bruma y las nubes la hicieron más negra de lo habitual. No hubo ni luna ni estrellas que ayudaran a atenuaran la obscuridad.
jueves, febrero 03, 2011
De toga y birrete
Este día acompañamos a Ale a su ceremonia de graduación. Una cuarta parte del Centro de Convenciones de Villahermosa estaba ocupada por varios centenares de jóvenes en espera de convertirse en una nueva generación de profesionales. Todos vestían la habitual toga y birrete de color negro. Unos lucían los atavíos con garbo, otros no tanto. El acto desbordó solemnidad, tanta que hubo momentos que me recordó las liturgias dominicales de mi adolescencia. Las autoridades y profesores universitarios lucían además de la toga y el birrete, la tradicional muceta. El podio y el espacio vacío que quedó entre este y la primera fila de graduados estuvo resguardado por un montón de acólitos (personal de seguridad) cuyo trabajo era evitar que los familiares tomaran fotos y le restaran, con esa proclividad a la cursilería que de normal tienen los padres en estos ceremoniales, majestuosidad y sobriedad al evento. Yo, padre emocionado y cursi fui invitado (eso si, con mucha cortesía) por uno de estos angelicales monaguillos a salir de la zona cero, espacio reservado exclusivamente para los fotógrafos oficiales. Las fotos que los familiares tomamos de los flamantes graduados semejarán un montón de hormigas en un horizonte obscuro. Por consiguiente, aquellos padres que deseen tener un recuerdito fiable de que en verdad fue su vástago y no una hormiga el que recibió aquellas insignias académicas, tendrán que recurrir a la ayuda de los desinteresados y a todas luces altruistas fotógrafos oficiales.
Tránsito pesado
El día ha sido todo lluvia. La noche también. Fue un intenso día de actividad y una noche de anhelado descanso. El transcurso del día fue de ir y venir en carretera. De no haber tanto loco conduciendo, el quehacer del automovilista se reduciría a otear con placentero gusto el paisaje. Pero este placer está siendo cada vez más huidizo, sobre todo en el tramo de carretera que va de la ranchería Plátano y Cacao a Villahermosa. Trecho en el que abundan los cerrones imprevistos, las frenadas sin misericordia, los traileros narcotizados, los sujetos perturbados que se pegan a un metro para que los demás cedan el paso, los que rebasan por la derecha, los que se meten al carril de alta en el espacio diminuto que por seguridad dejan los conductores prudentes. Ya no se diga cuando ocurre un accidente. Hoy por ejemplo, Gladis y el que escribe nos dirigíamos a Reforma procedentes de Villahermosa y nos topamos con 4 interminables filas de vehículos (donde debería haber solo 2). De plano nos vimos en la necesidad, por lo inmovilizado y atestado del tráfico, regresar en el primer retorno para tomar la vía alterna a Luis Gil Pérez.