Es ya costumbre que tras los primeros desahogos pluviales vengan otros de ímpetus desusados. Tal fue el caso de hoy. Ya desde la tarde las nubes tenían un aspecto amenazador. Flotaban en las alturas como una mancha tinta negra. Pronto llegó la esperada lluvia acompañada de su comparsa bailarina: viento, truenos y relámpagos. Esta vez los truenos se llevaron el Oscar a la mejor actuación. Los vidrios de los ventanales vibraban como afiebrados por picadura de mosquito de dengue. No eran esos rugidos graves de león a los que estamos acostumbrados sino auténticos estallidos con un eco ensordecedor. Claro, como ya han de suponer se nos fue la energía coma al tercero de los ya mencionados estampidos. Vamos a Villahermosa –le propuse a Gladis como a las 8:30 pm. Ella no dejaba de pasearse de un extremo al otro de la casa con su lamparita de leds encendida en la mano como ánima del purgatorio. La luz no regresará. Existe algún problema en las lineas que no podrán reparar hoy –le confirmé. Ya es tarde. Además continúa lloviendo –se lamentó. Olvidé el asunto y me sumergí de nuevo en la aventura de Atreyu, Fújur y Bastián en el mundo de Fantasía creado por la mente febril de Michael Ende en La Historia Interminable. Me regresó a este mundo donde los pelliscos duelen la voz de Gladis con la frase ¡Ya estoy lista! emitida desde algún rincón obscuro de la casa. El perfil petrificado de Gladis como el de una gárgola gótica, junto con el escenario desolado y tétrico del tramo carretero que separa la colonia Las Garzas de la glorieta de Boca de Limón me pareció tan obscuro, lúgubre e irreal como el habitado por los Ayayai de la novela que recién acababa de interrumpir. En este momento que escribo ya estamos en Villahermosa y Gladis ya luce otra vez el garbo y su buen talante de siempre. Este tramo carretero dejó una huella indeleble en nuestro subconsiente que ya contaré algún día.
Visitas de la última semana
martes, junio 28, 2011
domingo, junio 26, 2011
De quesos y barbacoa
Este domingo terminó mi segunda semana de vacaciones y me levanté de buen ánimo como para salir a desayunar barbacoa de borrego a Reforma. Ale llegó a casa acompañada de su ya acostumbrado pegoste Dobby, su mudo perro chihuahueño que extrañamente no sabe aún como ladrar. Dobby es del color de la leche bronca y como contrasta poco con el piso blanco de la casa tenemos que caminar siempre viendo hacia abajo para evitar pisarlo. Esto sería sencillo de no ser porque a Dobby le gusta confundir los pies de las personas con juguetes la mar de entretenidos. Así pues, Dobby también tuvo que entrarle a los ricos tacos de borrego. Luego, como a Gladis se le terminó su dotación de queso, pasamos por su mamá y enfilamos rumbo a Juárez. Como Gladis tiene un estómago muy particular: lo que no digiere le da alergia, los remplazos simples de alacena tienen para nosotros más de paseos turísticos que de compras de mercado. Pocos son los alimentos que cumplen ambos requisitos (digestivos y antialérgicos) y hay que estar siempre preparados para ir hasta donde sea necesario a surtir aquellos que tengan el balance y la alquimia requeridos por su buche. Después de hacerse de sus quesos se instaló cómodamente en una silla mecedora a intercambiar con la dueña del negocio unos ricos y sabrosos chismes: el tema fue nada más y nada menos que el de sus respectivos y muy variados achaques que vienen por añadidura cuando las mujeres llegan a cierta edad en la que cambiar de humor se vuelve tan rutinario como cambiar de canal a la televisión. Ya de regreso se compró una bolsa de totopostes chiapanecos, que para aquellos que no los conocen, son unas tortillas de maíz tan delgaditas como obleas y tan grandes y redondas como una pizza tamaño jumbo ¿Como las hacen'? Misterio. Es bonito andar en las carreteras de estos rumbos por lo exuberante y diverso de la vegetación, lo malo es que uno no deja de lamentar la suerte de los animalitos que se ven en la necesidad de cruzar la carretera sin llegar a conseguirlo ¡Mira, pobrecita! fue la expresión usada por Gladis para llamar mi atención y viera a una pequeña y verde iguanita que a mitad de la carretera hacía lo posible por caminar sin lograr moverse de su sitio. Tal vez me hubiera detenido para depositarla en algún lugar seguro de no ser porque una camioneta de redilas venía atrás de mí con ganas de llegar pronto a su destino.
jueves, junio 23, 2011
Evocación 1
Hoy, leyendo el blog de mi ahijada Brenda (El revoltijo de Chu) chuishere.blogspot.com, hija primogénita de mis amigos Tony y Marta, surgieron levantando el dedo con no pocos aspavientos algunos recuerdos gratos de mi época de estudiante en Guadalajara, que dicho sea de paso, me gusta la sonoridad que le proporcionan al nombre de esta ciudad sus 5 silabas terminadas en “a”. En aquella época vivía bajo el cobijo y la seguridad que brindan la familia, la música y los buenos amigos. Mi tiempo libre lo dedicaba, al igual que algunos de mis amigos, a cantar en coro retazos de Salmos y Ave Marías que luego repetiamos muy mustios y modositos en la Parroquia. A aquél coro le llamábamos orgullosamente estudiantina y aquella Parroquia era la siempre honorable Iglesia de Santa Cecilia, guía y patrona de todos los músicos. Parece que fue ayer cuando sentados en aquellas frescas tardes dominicales sobre la amplia y larga base de concreto que además de servir de asiento servía para contener el espacioso atrio de la Iglesia, afinábamos alegremente entre Tony, Rafael y Yo guitarras y mandolinas. Regresan a mí el olor picoso y dulce del humo que se quema en el incensario y vuelvo a ver las lágrimas de cera derretida rodando espesas a lo largo de los gruesos y pulcros cirios. Era todo un rito reunirse cada semana para ensayar y cantar en aquellas dominicales y sabrosas misas de 7 pm. Los amigos nos íbamos reuniendo poco a poco en nuestro ya tradicional espacio con la misma alegría que lo hace un grupo de estudiantes al regresar de unas largas vacaciones. Buenos tiempos y mejores amigos.
jueves, junio 16, 2011
Tarde tormentosa
Estoy arrellanado en mi asiento en el que cada noche mi cuerpo se despoja de su ya crónico cansancio. Mientras tanto afuera de la casa ruje el viento que acompaña a la tormenta largamente contenida. Escucho el golpeteo profundo de cocos y de mangos al precipitarse a tierra y rebotar en la acera heridos de muerte por el furioso vendaval. Me paro a contemplar por la vidriera el barullo desatado por la naturaleza y veo árboles y palmeras zarandeados como marionetas. El aire y la lluvia se entretienen arrancando hojas, frutos y flores de las flacas y fibrosas extremidades de sus dueños. Es el precio que tienen que pagar como tributo al agua derramada. Entre el ronroneo estrepitoso de los truenos. los destellos bruñidos de los relámpagos y los lastimeros lamentos que el brioso viento arrebata a la hojarasca pienso en que no tardará mucho en fallar la electricidad. No bien termino de formar la idea de vernos sumidos en la oscuridad cuando todo se apaga a la vez cumpliéndose así mi premonición y siendo fiel a la costumbre. Pasó la tormenta, se calmó el viento, regresó el parloteo de las aves y todo vuelve a la normalidad. Al rato regresa la electricidad y todo vuelve a estar como antes ¿Como harán los pájaros para sortear estos ataques de furia en donde todo es caos en sus hogares? Afuera los escucho tan ruidosos como si nada hubiera pasado.
domingo, junio 12, 2011
El viejo que leia novelas de amor
sábado, junio 04, 2011
Transmisor FM
Hemos tenido un par de días bastante benévolos. Tiempo en que el calor se ha portado con nosotros extrañamente condescendiente. El aire caldeado que nos cocinó hace apenas una semana ha mudado su vivienda dejándonos en su lugar un clima con mayor donaire. Es agradable no ser recibidos con un tizón ardiente en la cara cada vez que salimos de casa o cada vez que entramos al coche. Además de hacernos palpitar el seso y no dejarnos dormir tranquilamente, el calor suele hacer con nosotros o con nuestras pertenencias otras cosas igual de ingratas. Por ejemplo, la semana pasada quise utilizar un CD de música que días antes había guardado en uno de los compartimentos del coche. Para mi sorpresa (con boca abierta y todo) hace unos días al querer escuchar música lo único que encontré en aquél compartimento fue algo parecido a una hojuela de papa frita gigante con un agujero en medio. No había forma de meter aquél totopo oaxaqueño en la disquetera del radio por lo que opté en dejarlo en el primer contenedor de residuos inorgánicos que encontré al paso. Estacionar el coche en la sombra quedó rápidamente descartado como solución a este problema ya que el estacionamiento donde aparco diariamente el coche no cuenta con cobertizo y se me hace harto difícil que alguien me lo construya teniendo como única justificación que se me achicharran los discos de música que dejo en el interior. No me quedó otro remedio que tomar cartas en el asunto. Como primera solución elegí comprar una sábana aluminizada como protector solar para el parabrisas, y como segundo remedio me agencié uno de esos juguetitos electrónicos llamados Transmisores de FM como sustituto de los discos. Este aparatito se conecta al cenicero del coche y puede transmitir la música Mp3 almacenada en una memoria USB al radio del mismo coche. Ni modo, de aquí en adelante la disquetera será hogar solo de las arañas.
miércoles, junio 01, 2011
Un día bueno
La noche de ayer el sueño me llegó deprisa. Pasó como un soplo suave de éter llevándose mi conciencia como de rayo al incoherente mundo de las ilusiones. La acelerada transición de la vigilia al sueño se debió a una inesperada y benéfica exhalación que nos concedió la atmósfera como preámbulo a la lluvia que ya traía bajo la manga. Hoy fue un día sin calor lejos de aquellos otros plagados de ardores que le antecedieron. Es una noche excelente para abrir un libro, meterse en él y ver de cerca la forma en que un autor hilvana sus ideas con el fin de presentarnos su muy particular visión del mundo. En el interior de un libro es fácil ser tocado por la inspiración y la creatividad. Unas veces llegan hasta donde está uno a hurtadillas y otras nos arrollan como avalancha.