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domingo, enero 29, 2017

Un día cualquiera

Escribir un suceso en un día determinado y a una hora específica, es capturar una instantánea en el tiempo que será única e irrepetible puesto que inmediatamente se convertirá en pasado inamovible que pronto se olvidará. Se me figura que es como lanzar un mensaje al mar en el interior de una botella, nadie sabe a cual playa acudirá, ni en qué momento del futuro, un distraído caminante se topará con ella y la destapará. Pueden transcurrir horas, días, meses o años antes de que este hecho se convierta en realidad. La persona que la encuentre y la destape probablemente desconozca el idioma del mensaje o se interese más en la botella que en su contenido, pero el mensaje en su interior, que sera como una cápsula viajera del tiempo, sobrevivirá. El mensaje no tiene que ser importante para el mundo o para un grupo de personas en particular, inclusive podría ser importante o tener significado únicamente para su autor. Así, por ejemplo, podría contarles que en este momento estoy escribiendo esta nota una tarde de domingo, mientras estoy sentado plácidamente en el acojinado sofá de la sala de mi casa. Decirles que en este día en Villahermosa está nublado y lluvioso. Platicarles que llegan a mí desde afuera, los sonidos chispeantes de pequeños escurrimientos que la lluvia nos ha dejado regados con sus tupidas gotas gordas desde la madrugada. Se escucha también uno que otro pregonero anunciando sus mercancías con voz aguda que acompaña con chillantes pitidos de corneta mientras avanza lentamente por las calles anegadas. Sobresale de entre el murmullo del goteo constante de los canalones, el agudo piar silvante de las aves y el grave ronroneo que acompaña el desplazamiento incesante de los coches. Les puedo contar que recién descubrí que la joven Elvia, la tímida y silenciosa ayudante de Gladis, le gusta susurrar canciones en zteltal mientras trajina trastos en la cocina. Observo a Gladis bajar con lentitud garbosa las escaleras con su bolsa café colgada en su hombro izquierdo lista para salir de compras al supermercado. Me informa que se le antoja comer enchiladas con cecina que venden en el restaurante el “negrito”. Iremos pues sin demora a comer esa delicia.

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