"El error, cuando satisface una necesidad, rehúye los hechos". He comprendido, con la experiencia que me ha dejado la edad y mi escasa lectura, esta frase que escribió Jean Francois Reverte. He intercambiado la palabra “error” por la de “mentira” para aplicarla mejor a las circunstancias que me rodean con buenos resultados. Por ejemplo, en mi post anterior mencionaba los hechos que ocurren en Tabasco y la insistencia de las autoridades en NO vincularlos (error) con el taponamiento del río Grijalva. ¿Qué necesidad satisface la autoridad con esta separación de hechos? Bueno, simplemente no asustar a la población y evitar que más de medio millón de habitantes entre en pánico. ¿Se justifica? No lo sé. Los responsables de advertir a la población se sienten creo yo, como los vulcanólogos ante la encrucijada de ordenar una evacuación masiva de la ciudad ubicada en las faldas de un volcán muy activo. Podría mencionar otros muchos ejemplos que se ajustan perfectamente a esta situación. En el trabajo y en la política es muy frecuente toparse con esta elección: Rehuír a los hechos para satisfacer una necesidad individual o de grupo. Esto no es bueno porque antepone las necesidades de los individuos antes que al cumplimiento de reglamentos y normas. En otras palabras, si los hechos son incriminatorios o perjudiciales o ante la sospecha de que lo sean, queda siempre la opción de negarlos o justificarlos (mentir) por la simple e imperiosa necesidad de supervivir a costa de lo que sea, y casi siempre se logra. Se llega a creer la mentira o cuando menos se pone en duda la verdad, aunque los hechos estén en video. Me cuesta trabajo entender la facilidad con que a veces somos engañados o cuando menos confundidos.
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