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miércoles, septiembre 23, 2009

Contra toda resistencia

En ocasiones no tengo nada interesante que decir (en realidad casi nunca). Presiento que cualquier intento por transformar algunas ideas en palabras será algo muy complicado además de estéril. Pero bueno, aquí estoy, cumpliendo con mi cuota diaria de trabajo en el teclado aunque sin mucha gracia ni ánimo. Todo sea por postergar el alzheimer. Hoy terminó el día cerrando el telón con una tormenta de antología. Estaba en el trabajo cuando se desató la lluvia como a las 7 pm. Se dejó venir con una gran variedad de relámpagos y truenos, y con la furia e ímpetu suficientes como para sobresaltar hasta al más bragado. Cuando empezó a llover estaba en la oficina ante la PC dando los últimos toques a un informe, en ese momento escuché un fuerte estruendo al tiempo que la oficina quedaba en penumbras. Salí, caminé a obscuras por el corredor que me lleva a las escaleras que van a la planta baja, iba con la idea de llamar a Gladis para que pasara por mí al trabajo. Tengo que hacer esto cada que quiero hablar por teléfono porque en la planta alta en donde se encuentra mi oficina nunca hay señal. Me disponía a marcar cuando a escasos 20 metros de donde me encontraba vi una columna de fuego como de un metro de ancho (o así me pareció) que se abría paso cortando el aire en dirección al suelo al mismo tiempo que se dejaba escuchaba un terrible estruendo. Miré a ambos lados para ver si había alguien más que hubiera sido testigo del acontecimiento. Nadie más había en el lugar. Me lamenté, hubiera sido un buen tema de conversación: ¿Viste lo que yo? ¿Habías visto antes algo parecido? ¿Te imaginas lo que le hubiera hecho a alguien con la mala suerte de haber estado en ese lugar? Un par de minutos después muchos salieron de las oficinas llegando a donde me encontraba llevados por la inquietud que les había provocado el estrepitoso ruido que hizo cimbrar los vidrios de las ventanas. Todos se burlaban de alguien que venía con ellos y que se había sobresaltado tanto que había saltado como chapulín por el estrepitoso ruido. Y eso que solo escuchó el trueno –pensé.

1 comentario:

pepe dijo...

Mario, hace algunos años atras, me refiero alla por los 60's 70's las lluvias se precipitaban con abundancia en el mes de mayo, loas tormentas electricas hacian de las sullas, electrocutaban alambradas y el ganado que por ahi paceaba, o que sencillamente estuviera cerca de la cerca y de los hilos de alambre se morian electrocutados y ahora vemos que el tiempo ha cambiado en su siclo o màs bien por decirlo asi, no tiene siclo y hasta los campesinos que se distinguian por ser buenos conocedores del tiempo y de las temporadas de lluvias no le atinan por ningun lado, asi es nuestra madre naturaleza, siempre hace de las sullas, pero no deja de ser algo hermoso de apreciar en todo su explendor...