Visitas de la última semana

jueves, diciembre 24, 2009

Toña

Es el nombre que prefirió utilizar mi hermana mayor para que los demás se refirieran a ella. No es su nombre verdadero, aunque tan propio y familiar es para sus hermanos que ya es como si lo fuera. Entre ella y Yo existen muchas similitudes. Una de ellas es precisamente el nombre al que se refieren nuestros hermanos y conocidos cuando nos señalan a nosotros. Ambos nos apropiamos de nombres que no son nuestros. Ella adquirió (nunca he sabido cómo) el de Antonia, que por cierto, como no le gustaba la fonética despectiva de la palabra, optamos por sugerencia del humor suyo utilizar el grácil diminutivo de Toña o el de Toñita. Por mi parte, desde que era aún un escuincle y que todavía me alimentaba en el regazo de mi madre, ella misma (mi madre) me rebautizó con el nombre de Mario. Esto sucedió por las mohínas que le hacían pasar las personas cuando pronunciaban tan desfavorablemente mi verdadero nombre. Tantas eran sus mustias que seguramente hasta la leche con la que me alimentaba se cortaba. Quizá por eso hoy sea tan huraño, tan falto de palabras y de sesera tan intrincada. Otra similitud se vislumbra en el destierro prematuro y voluntario de la familia materna. Ambos nos vimos en la encrucijada de si permanecíamos y continuábamos con la vida apacible, segura y sosegada que proporcionaba la familia, o íbamos en busca de otros nuevos horizontes que favorecieran nuestro desarrollo personal. Ambos nos vimos inmersos de un día a otro en costumbres diferentes, urbanidad desigual, comidas distintas, gente desconocida, pero sobre todo enfrentamos la soledad. Esa soledad implacable que se siente aún estando rodeado de gente. Otra afición que compartimos es la lectura. Esa simpatía por las descripciones tejidas con verbos y sustantivos es quizá el resultado de nuestro largo tiempo de introspección solitaria que si bien puede abatir a los faltos de temperamento, puede por otro lado hostigar a los habidos de conocimiento. Ambos disfrutamos (como otros hermanos) la paz y tranquilidad que nos proporciona la jardinería. El rodearnos de ese remanso perene y colorido de vegetación y enredaderas donde circula la clorofila, nos proporciona un escape a nuestras tribulaciones y nos da un medio para platicar con nosotros mismos. Así, entre el desojar de las ramas y el remover de la tierra, nos olvidamos del mundo y de sus ajetreos y terminamos felizmente estrechando la mano a nuestro otro yo. Ahora, la vida me recuerda con bastante frecuencia su dicho preferido que nos lanzaba cuando nos veía desfallecer “ya nacimos”, con el que quería ejemplificar que se deben enfrentar los malos momentos con la sola justificación de habérsenos regalado la vida. Aún recuerdo mi primera partida, mi única maleta, grande y de color azul celeste, era su maleta (que por cierto nunca le regresé). Entonces, puso Toña en mi mano un elefante pequeño, del tamaño de una nuez, no recuerdo ya de qué material, mientras me decía: este animalito te traerá suerte, llévalo contigo. Así fue, aquel paquidermo diminuto me acompañó por muchos años dándome dosificadamente la suerte que traía de encargo. Ahora Gladis ha puesto en cada mesa de la casa una figura de elefante y cada que reparo en ellas viene a mi memoria aquella primera despedida. Recuerdo también muy vívidamente el repaso de mis lecciones de gramática y matemáticas que Toña tenía como responsabilidad meterme a como diera lugar. Fue el tiempo en que con mayor frecuencia escuché de sus labios la sentencia lapidar que en aquel entonces resultaba para mí la frase de “ya nacimos”. Fue desde aquellas tempranas enseñanzas que quedó grabado en mis atolondradas neuronas que la persona mediana que estudia mucho con bastante frecuencia pasa por inteligente. Hoy mi hermana Toña está convaleciente después de una segunda intervención quirúrgica. Van para ella esta retahíla de semejanzas que nos hermanan aún más esperando que este día recuerde la impaciencia y la felicidad con que hace 50 años esperábamos todos los hermanos la madrugada del 25 de diciembre para “comernos” los regalos que el Niñito Dios nos había traído a casa. Gracias hermana.

2 comentarios:

pepe dijo...

cuanta nostalgia desbordada y cuanta añoranza en tu descripción,es por ello que los hombres vivimos de lo inconmensurables que son nuestros recuerdos y nuestros pensamientos, como hace falta la familia paterna, como hace falta disfrutar de nuestras familias, con tal de no sentirse, solos en un mundo de gente, pero siempre hay personas que, que por su afinidad con nostros desde el nucleo familiar se hacen indispensables en nuestros pensamientos y recuerdos, pero dice la filosofia popular RECORDAR ES VIVIR,sin dudas MARIO... que pronto recupere la salud tu querida hermana, TOÑA y que el adjetivo que adopto de TOÑA siga siendo por muchos años TOÑITA,saludos

HERNAN dijo...

Hoy comienza una nueva semana y que es la ultima del año época de balances propósitos para el n en que todos tenemos esperanzas ilusiones y Toña las tiene y eso me alegra tanto que recuerdo las palabras de mi madre que decía ”yo me encargo del presente el futuro es asunto de DIOS”
Por eso en este nuevo viaje de esperanzas de sueños te deseo lo mejor espero encuentres ese sueño de vivir ese sueño que tienen los pueblos de buscar en sus entrañas las ganas de derrotar las injusticias que nos aprisionan a diario que solo nos dejan sin sabores y desesperanzas
y te digo la frase de batalla que desde que lei en este blog de tu hermano la asumí como mía en ese juego en el que nos adueñamos de cosas ajenas que tomamos prestados nombres ideas y hasta frases de batalla.
YA NACIMOS TOÑA………..

En esta navidad en compañía de tu familia que se volvió mi familia en esta vida errante que llevo te aprendí algo mas porque siento que cada que te veo aprendo una palabra del diccionario que no conocía
Aunque seas mi contradictoria política te digo que contigo aprendí como dice manzanero
“que la ignorancia nos hace sentir encerrados y mortales”
y te siento libre TOÑA
estaré allí viéndote volar hacia tus suelos buen viento y buena mar

HERNAN